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ANÁLISIS

Un careo al borde del show, con leve ventaja para Lula

Lula y Bolsonaro, cara a cara en el debate presidencial

Eleonora Gosman

San Pablo —

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El presidente Jair Bolsonaro reveló, al ingresar a los estudios de la TV Band, un desasosiego casi incontrolable. Gravitaba sobre él uno de los errores más graves cometidos a lo largo de la campaña. Se trata del escándalo durante una entrevista radial que concedió el viernes último, cuando relató que en uno de sus desfiles en moto se había topado con unas “chiquitas muy bonitas y arregladas”. En su relato, volvió sobre sus pasos porque percibió que “había un clima de pasar alguna cosa” con ellas. Sugirió luego que las adolescentes, de entre 14 y 15 años en su propia descripción, se habían “maquillado” para “ganarse la vida” mediante la prostitución.

Lo que vino luego fue un verdadero bombardeo en las redes sociales, con mensajes que calificaban al jefe de Estado de “pedófilo”. Durante todo el sábado y domingo, las redes no le dieron tregua. Una vez frente a la prensa, poco antes de entrar en el estudio televisivo, Bolsonaro confesó su angustia por el episodio: “Fueron las 24 horas más terribles de mi vida, por una acusación infame, sórdida, de pedofilia”. A modo de descargo aseguró que, en sus declaraciones radiales, las palabras que parecían incriminarlo fueron “sacadas de contexto”.

Ante reiteradas preguntas de los periodistas sobre el tema en cuestión, Bolsonaro replicó: “¿Alguna cosa más?”. De inmediato se retiró de la escena. La entrada de Lula da Silva, unos minutos antes, había sido muy tranquila. El ex presidente petista dijo que no temía la confrontación con JB. “Todo lo contrario”, expuso. “Sólo espero que sea una auténtica contraposición”.

De partida, al comenzar el debate, a las 20 horas en punto, el ex presidente Lula no vaciló en acometer contra el actual jefe de Estado con recriminaciones sobre las políticas para combatir el Covid-19. Le recordó que el gobierno había demorado en la compra de vacunas, lo que condujo a la muerte a casi setecientos mil brasileños. Desde luego, Bolsonaro se esmeró en defenderse. De tal suerte, en el primer capítulo de esta “serie” todo transcurrió en equilibrio. El insulto más pesado intercambiado entre ambos fue: “No mienta”. 

Segundo tiempo

Durante el segundo tiempo continuó el “careo mutuo”, pero hubo una diferencia: fue intermediado por las preguntas de periodistas del pool de medios que participó en la organización de la contienda: UOL Universo Online, TV Bandeirantes, TV Cultura y Folha de San Pablo.

Bolsonaro continuó con la línea sobre la que habían insistido sus entrenadores: repetir una y otra vez que su opositor “miente”, demostrar que los dos gobiernos de Lula (2003-2010) “solo sirvieron” para transferir dinero público a los bolsillos privados y volver sobre la historia del “petrolao”, también conocido como “mensalao”. El líder del PT se hizo cargo de esa historia, pero -como en los debates de la primera vuelta- argumentó en su defensa que su gobierno adoptó medidas de transparencia y que estas permitieron develar los indicios de corrupción en la petrolera estatal brasileña.

En sus ansias de reelección, Bolsonaro reincorporó a su círculo íntimo un exfuncionario que le había sido infiel: Sergio Moro, quien había entrado al equipo ministerial bolsonarista en 2019 para comandar el ministerio de Justicia, cargo que luego abandonaría en abril de 2020 por entender que el presidente trataba de controlar a la Policía Federal, una fuerza de seguridad dependiente de su cartera. El ex juez del Lava Jato acaba de retomar la relación con el mandatario en los mejores términos, convertido en uno de sus principales asesores.

Si el objetivo de Bolsonaro en este “show” era marcar diferencias con su oponente, especialmente en las cuestiones de corrupción, y en base a eso desbancar al “enemigo”, nada indica que haya logrado esa meta. El primer round lo ganó Lula y en los demás el juego terminó empatado. Encuestadores y analistas sugieren que, difícilmente, las “representaciones actorales” de ambos contendientes hayan contribuido para mover la aguja para uno u otro lado. De ser así, el opositor Lula conservará apenas su estrecha diferencia que lo pone en el tope del ranking tan sólo con 5% de ventaja.

Como de costumbre, Bolsonaro volvió hacia el final a hacer referencia a la Argentina, utilizada por el actual jefe del Planalto como sinónimo de “desastre”. Recordó que Lula da Silva es amigo de Alberto Fernández y pronosticó en consecuencia que, si su adversario llega a triunfar, Brasil tendrá el mismo destino de su principal socio en el Mercosur. Ni hablar de las referencias del actual jefe de Estado al comunismo, a Venezuela y Nicaragua. Vale señalar la incorporación de un nuevo “demonio”: Colombia, presidida por Gustavo Petro

EG

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