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Medio ambiente

La ola de incendios evidencia que España gasta más en apagar fuegos que en evitar que se produzcan

Un bombero trabaja en las labores de extinción del incendio forestal

Raúl Rejón

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A pesar de que el cambio climático trae en no pocas ocasiones incendios inextinguibles, España todavía gasta bastante más dinero en apagar fuegos que en evitar que se produzcan.

De manera global, de los aproximadamente 1.100 millones de euros que se destinan al año –entre gobierno central y comunidades autónomas– a incendios forestales, “en torno al 60%-70% están dedicados a la extinción”, según el cómputo general que hace la organización WWF tras rastrear los presupuestos.

“Lo cierto es que no hay mucha transparencia a nivel autonómico así que no es fácil obtener información detallada”, explica la especialista en incendios de WWF, Lourdes Hernández. Además, “lo que alguna administración considera una medida de prevención, otra no, y eso resulta en diferencias que pueden distorsionar el análisis”, subraya.

Con todo, Hernández admite que “se ha visto un pequeño cambio en la tendencia, pero, en general, bastantes partidas que se catalogan como prevención podrían llamarse más bien de apoyo a la extinción”. En ese capítulo caen, detalla, el mantenimiento de caminos, pistas forestales o puntos de abastecimiento de agua, por ejemplo, “que son fundamentales – afirma la técnica–, pero que por sí mismas no son una prevención a escala de paisaje, sino medidas para que los equipos de extinción puedan trabajar mejor y de manera más segura”.

Se ha visto un pequeño cambio en la tendencia, pero, en general, bastantes partidas que se catalogan como prevención podrían llamarse más bien de apoyo a la extinción

Lourdes Hernández Especialista en incendios de WWF

El análisis de Lourdes Hernández también ha detectado que una buena parte de las inversiones catalogadas como prevención “incluyen partidas de tratamiento selvícolas, pero eso al final es un pozo de sin fondo”. ¿A qué se refiere? Esos tratamientos selvícolas suponen, básicamente, desbrozar o clarear bosques, es decir, eliminar vegetación o sotobosque, y “eso no tiene fin porque el año siguiente tendría que repetirse otra vez, si no incluso más”.

De hecho, el investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf), Jordi Vayreda, explicaba a elDiario.es que “desbrozar es lo más caro y dura poco tiempo, porque esa vegetación reacciona rápidamente y recrece”. Una práctica que ven adecuada si está restringida a las zonas de contacto entre viviendas y monte.

Este mismo año, el Tribunal de Cuentas de la Unión Europea ha emitido un informe sobre la financiación europea contra los incendios forestales. Los auditores constataron que el dinero aportado por la UE a los países son “cada vez más utilizados para acciones preventivas, pero no hay pruebas sobre los resultados ni su sostenibilidad a largo plazo”. Se referían a que algunos planes se agotaban cuando la financiación europea terminaba.

La organización Greenpeace estima que con una inversión de 1.000 millones en auténtica prevención de incendios “se podría ahorrar hasta 99.000 millones en extinción”. Y utiliza para este cálculo las cifras de la Agenda Forestal Navarra que achaca un gasto de 10.000 euros por hectárea para apagar fuegos si intervienen medios aéreos, además del cálculo del Colegio de Ingenieros Forestales, que afirma que “cada euro preventivo reduce en 100 euros la factura de la extinción”.

“Fuera de la capacidad”

Estos días en los que los grandes incendios están abrasando simultáneamente diversos puntos de la península, los responsables políticos están repitiendo la expresión: “Fuera de la capacidad de extinción”. La han utilizado el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco o el consejero de Medio Ambiente de Madrid, Carlos Novillo, por ejemplo.

Es la admisión de que, una vez que se han prendido las llamas (en un 85% por causa de la acción humana, ya sea debido a una negligencia o por intención), las condiciones que está creando el cambio climático antropogénico empeora los siniestros. También es un argumento para decir que no se ha podido evitar.

Sin embargo, la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, que reúne al Gobierno central con las comunidades autónomas, aprobó el 22 de julio de 2022 unas orientaciones para la gestión de incendios que decían: “En la defensa contra incendios es preciso trabajar con anticipación, considerando no solo los escenarios de clima cambiante, sino también un territorio forestal en permanente transformación ecológica y social. La gestión de los incendios debe adecuarse a estos cambios y considerar los escenarios futuros, con previsión de nuevos desarrollos de conocimiento y tecnológicos”.

Se mira mucho el final de los incendios, es decir, las personas afectadas, las hectáreas de vegetación quemadas, pero muy poco a las causas. ¿Cuánto se gasta en la investigación de las causas de incendios? ¿Cuánto se invierte en fiscalías y juzgados para cubrir un evidente punto de fuga en este asunto?

Miguel Ángel Hernández Portavoz de Ecologistas en Acción en el Consejo Forestal Nacional

Se da la circunstancia de que el año 2022, cuando se publicaron estas orientaciones, fue especialmente malo en cuanto a incendios en España. En Portugal, un año funesto como fue 2017– cuando el fuego mató a más de 100 personas en Pedrograo Grande– hizo que se invirtiera la balanza y de gastar el 80% del presupuesto en extinción se pasara al 39% en 2022 para primar la prevención (aunque en Portugal los bomberos forestales siguen siendo voluntarios, no profesionales).

“Realmente no creemos que el quid de la cuestión esté en los medios”, reflexiona el portavoz de Ecologistas en Acción en el Consejo Nacional Forestal, Miguel Hérnandez. “Deberíamos preguntarnos si estamos poniendo el foco donde se debe. Se mira mucho el final de los incendios, es decir, las personas afectadas, las hectáreas de vegetación quemadas, pero muy poco a las causas”.

Desde esa perspectiva, y sobre los fondos públicos, Hernández se pregunta: “¿Cuánto se gasta en la investigación de las causas de incendios? ¿Cuánto se invierte en fiscalías y juzgados para cubrir un evidente punto de fuga en este asunto? Tampoco conocemos los fondos para controlar actividades peligrosas en momentos de alto riesgo, ni si se está haciendo un trabajo social cuando la mayoría de los incendios tienen causa humana. Yo lo comparo en cierta medida con las cifras de siniestralidad en la carretera: ahí se activaron radares, campañas de concienciación y sanciones que han desincentivado ciertas prácticas. Aquí podría ser parecido”.

“La única forma en la que vamos a lograr que el territorio sea más resistente y resiliente es que sea usado y se cree un paisaje mosaico, pero con un criterio de sostenibilidad, es decir, estimular un sector primario bastante diferente al que se está promoviendo ahora, que es muy intensivo y da la espalda al medio natural”, considera Lourdes Hernández.

El vocal del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, Federico Grillo, añade que “la prevención, además, debe ir más allá del Estado o las comunidades autónomas”. Grillo –analista de incendios– avisa de que muchas veces las pequeñas elecciones multiplican el riesgo. “Ahora vemos cómo se rodean viviendas con setos de arizónicas que son inflamables cuando el fuego entra en zonas de casas. Y eso es un problema gordo porque, en vez de ir al bosque, hay que acudir a las viviendas y el sistema colapsa. La culpa puede ser de la administración, del dueño de ese monte, o el dueño de la vivienda que no ha hecho la tarea”, remata.

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