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Ya lo había hecho en Washington, Memphis y Los Ángeles

Los soldados de la Guardia Nacional llegan a Chicago enviados por Trump en su guerra contra ciudades demócratas

Foto de archivo de integrantes de la Guardia Nacional de California.

Juan Gabriel García

Nueva York —

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Los primeros efectivos de la Guardia Nacional movilizados desde Texas para ser desplegados en Chicago llegaron este martes al centro de entrenamiento de Elwood, a las afueras de la ciudad. La presencia de los militares supone una nueva escalada por parte de Donald Trump en su campaña de represión contra el bastión demócrata. Desde el pasado mes de septiembre, el gobierno de Trump ha intensificado las redadas de inmigración en las calles de Chicago, mientras los vecinos han estado movilizándose para defender la comunidad. En los últimos días, las fuerzas del orden han aumentado la tensión lanzando gas lacrimógeno y gas pimienta contra los manifestantes.

Los soldados han llegado a la ciudad después de que un juez federal denegara el lunes la petición de Illinois para frenar la militarización de la ciudad. El tribunal emitió la orden sin motivar la decisión. Con la llegada de los primeros efectivos —el presidente ha movilizado 200— Chicago se suma a la lista de ciudades demócratas asediadas por las tropas: Washington, Memphis y Los Ángeles, que aún tiene 300 miembros del contingente bajo el control del presidente. Portland sigue evitando, por el momento, la entrada de tropas gracias a un bloqueo judicial. La jueza federal tuvo que emitir dos órdenes para frenar la tentativa. 

El presidente estadounidense ha intentado esquivar el proceso legal para desplegar la Guardia Nacional desde que tomó el control de los efectivos californianos en contra de la autoridad del gobernador, Gabin Newsom, el pasado mes de junio. Para movilizar a los soldados, Trump se ha dedicado a declarar emergencias de seguridad, como hizo en Washington, o bien a definir las ciudades como “zonas de guerra” a pesar de que la situación en las calles no concuerda con las descripciones del presidente. 

A pesar de que un juez ya declaró ilegal el despliegue en Los Ángeles, El gobierno no ha sufrido ninguna consecuencia visible, de modo que el presidente ha continuado empleando el cuerpo como herramienta para reprimir duramente las ciudades demócratas. Todas las urbes donde Trump ha enviado la Guardia Nacional, o ha amenazado con hacerlo, son bastiones de la oposición. La semana pasada, durante el intento de arenga belicista a los cientos de generales convocados en Virginia, Trump les animó a usar estas ciudades “como campo de entrenamiento” del ejército. 

La Guardia Nacional no tiene funciones policiales

La Guardia Nacional es un cuerpo militar compuesto por tropas estatales cuya principal función es movilizarse en caso de desastres naturales o emergencias. Es un cuerpo de reservistas que incluso puede ser movilizado en misiones exteriores si es necesario. Los 50 estados del país, así como el Distrito de Columbia y el territorio de Guam, Puerto Rico y las Islas Vírgenes tienen su propio destacamento.

Aunque en última instancia el cuerpo responde ante el Departamento de Defensa, en el caso de las unidades estatales la autoridad para movilizar la Guardia Nacional corresponde a los gobernadores. En el Distrito de Columbia, el cuerpo sí depende directamente del presidente.

En circunstancias muy excepcionales y legalmente justificadas, el presidente estadounidense puede federalizar las tropas. Aun así, el poder de la Guardia Nacional como cuerpo para mantener el orden público es limitado: no puede realizar funciones policiales, practicar arrestos, incautaciones ni registros. 

Qué pretende Trump con el despliegue

A pesar de que la Guardia Nacional no tiene poder para actuar como policía, y que la ley limita el poder del gobierno federal para usar la fuerza militar para gestionar asuntos domésticos, Trump usa a los soldados precisamente con esa finalidad: la de mantener el orden público en distintas ciudades del país y proteger los edificios federales, así como a los agentes de Inmigración. O este al menos es el argumento oficial, porque lo cierto es que, cuando desplegó la Guardia Nacional hace casi dos meses en la capital, las cifras de criminalidad estaban en caída, a pesar de que declaró una situación de emergencia para poder movilizar a los soldados. 

El mismo esquema se repite en todas las ciudades demócratas, donde ha enviado a los militares o ha amenazado con hacerlo. En Los Ángeles, antes de enviar la Guardia Nacional, Trump preparó el terreno: las semanas previas, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) envió en tropel a los agentes de Inmigración (ICE) para que redoblaran las redadas en los barrios latinos. Los efectivos aplicaron un sesgo racial, intimidando tanto a residentes como a personas sin papeles. 

La agresividad en una redada practicada en un aparcamiento de la cadena de bricolaje Home Depot colmó el vaso y desencadenó manifestaciones en el centro de la ciudad. El presidente siguió elevando la tensión con afirmaciones incendiarias. En cuanto trascendieron las primeras imágenes de altercados, activó a más de 4.000 guardias nacionales y 700 marines para que custodiaran los edificios federales.

Con Chicago está siguiendo exactamente el mismo manual. La operación Midway Blitz conllevó una ofensiva de los agentes de ICE por las calles de la ciudad. El operativo dejó escenas insólitas, como una redada en plena noche en un bloque de pisos con helicópteros Blackhawk que terminó con 130 personas, incluidos niños, maniatadas en la calle. También se ha conocido el caso de un conductor al que los agentes de inmigración mataron de un disparo cuando intentaba huir de un control vial. “Lo hacen porque quieren crear un pretexto para traer tropas. Son ellos quienes crean esa zona de guerra”, denunciaba el gobernador de Illinois, JB Pritzker, en una entrevista en televisión.

Illinois presentó el lunes un recurso ante los tribunales para intentar frenar los 200 guardias nacionales que han sido movilizados en este estado y Texas, pero resultó en vano. 

En Portland, donde las protestas contra los centros de ICE han sido pacíficas y apenas concentran a pocas decenas de personas, Trump también intentó enviar a la Guardia Nacional. Primero intentó movilizar el contingente estatal, pero fue bloqueado por la jueza Karin Immergut. En una segunda tentativa para sortear la autoridad de la magistrada, el mandatario movilizó a los guardias nacionales de California que siguen federalizados. Immergut tuvo que firmar una nueva orden de emergencia. Se mostró indignada ante el desafío a la autoridad de la justicia. 

Qué autoridad ha invocado el presidente

La base que esgrime la Casa Blanca para activar la Guardia Nacional en otros estados es una disposición del Código de Estados Unidosque permite al presidente llamar a filas a tropas de la Guardia Nacional de cualquier estado si Estados Unidos “es invadido o está en peligro de ser invadido por una nación extranjera”, o “si existe una rebelión o peligro de rebelión” contra el gobierno estadounidense. 

Trump apeló en junio a esta norma para federalizar a 2.000 efectivos para dar apoyo sobre el terreno a ICE en las operaciones en Los Ángeles. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, también citó esta ley en un memorando con el que anunció el despliegue de 200 miembros de la Guardia Nacional de Oregón en Portland.

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