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Una epidemia brasileña adentro de la pandemia global: cientos de muertes por Covid-19 de embarazadas y parturientas

Madres, hermanas, padres que no llegaron a serlo, lloran a centenares de mujeres grávidas contagiadas por el coronavirus y muertas antes de la hora de parir o en las horas y días después de su parto.

Flávia Milhorance

Rio de Janeiro / Brasil —

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Este mes debería haber sido uno de los más felices en la vida de Letícia Aparecida Gomes. Esta joven mujer brasileña, embarazada, de 23 años se iba a casar y en agosto iba a dar a la luz a su bebé, que ya tenía nombre, Elloah.

La pandemia hizo que los planes de Letícia Aparecida fueran a parar al tacho de basura de la Historia. Cuando los contagios crecieron y se extendieron y Covid-19 arrasó su patria y cada día el salario de la muerte se pagaba con miles de vidas, también ella se infectó. Presentaba síntomas del mal, la llevaron al hospital. Allí la internaron en terapia intensiva.

“Me sentí desesperada cuando me di cuenta de que era grave porque este es mi primer embarazo, mi primera hija”, dijo Gomes. Ella es técnica de enfermería de Maricá, un municipio costero en el estado de Río de Janeiro, a una hora en automóvil al este de la ciudad de Río de Janeiro, capital estadual.

Gomes tuvo suerte. Después de una semana de haber padecido una agonía de dolores extremos para los que recibía cuidados intensivos, fue dada de alta. Ahora se está recuperando, en su casa, y se prepara para recibir a su hijo.

Otras han sido mucho menos afortunadas. Al menos 803 mujeres embarazadas y en posparto han muerto a causa de Covid-19 desde que la pandemia azotó Brasil en febrero pasado, según un grupo de trabajo brasileño que está estudiando el impacto de Covid-19 en los embarazos. Más de la mitad de esas muertes, un número de 432, ocurrieron este año cuando la pandemia de Brasil se aceleró hacia su fase más actual y letal.

En las últimas semanas, los periódicos brasileños han cubierto sus páginas con historias desgarradoras de madres jóvenes muertas por la enfermedad. Otra joven mujer de 23 años, Maria Laura Prucoli, murió en las afueras de Río la semana pasada después de que en una cesárea de emergencia diera luz a su hija, Lavínia. El 3 de abril, tres días antes de que Gomes fuera ingresada en el hospital, una mujer de 20 años que estaba embarazada de siete meses falleció  en el estado de Mato Grosso, ubicado al sur de la región centro oeste del país, después de esperar infructuosamente cuatro días por una cama de cuidados intensivos que nunca se liberó para ella.

La preocupación por el riesgo que representa Covid-19 para las mujeres embarazadas y en la etapa de posparto se ha expresado en todo el mundo, incluso en Gran Bretaña donde los médicos han informado de un aumento en las admisiones en cuidados intensivos y el uso de ventiladores durante la segunda ola.

Sin embargo, los expertos y activistas dicen que la situación en Brasil es particularmente alarmante, y las autoridades instaron recientemente a las mujeres a retrasar el tener hijos hasta que el brote en el país pierda fuerza.

“Nos enfrentamos a una calamidad de muertes maternas aquí”, dijo Carla Andreucci, obstetra brasileña y miembro del grupo de trabajo sobre embarazo.

“Hay mujeres que mueren sin encontrar una cama en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI,) sin que se les ofrezca ventilación, sin ser intubadas ... Es como si estuviéramos esperando y viendo se desarrolla esto sin hacer nada, de brazos cruzados.”

En julio pasado, el grupo de Andreucci publicó un estudio que sugería que el 77,5% de las muertes maternas relacionadas con el Covid-19 en el mundo habían ocurrido en el país sudamericano, aunque señalaron que algunos países de bajos ingresos no publicaron los datos correspondientes a estos decesos.

Los especialistas dicen que una variedad de factores ayuda a explicar la gran cantidad de mujeres embarazadas que se enferman gravemente y pierden la vida a causa de Covid-19 en Brasil. Destacan la forma en que el colapso de la atención médica provocado por la pandemia profundizó las tasas históricamente altas de muertes maternas. El acceso inadecuado a la atención prenatal y la planificación familiar son desafíos de larga data del sistema de salud pública de Brasil, donde el país sufre tasas de muertes maternas tres veces mayor que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)- la organización internacional que diseña políticas para una vida mejor- incluso antes de la pandemia.

Algunas sospechas de que nuevas formas de coronavirus, como la variante P1 más contagiosa vinculada a la Amazonía brasileña, también pueden ser en parte responsables, parecen razonables. Pero todavía no hay evidencia concreta de ello.

“No tenemos pruebas genéticas, pero creemos que el brote de P1 en enero jugó un papel en esta catástrofe”, dijo la obstetra Andreucci, y señaló que el perfil de las víctimas había cambiado en los últimos meses. El año pasado, la mayoría de las víctimas eran mujeres no blancas de áreas pobres con factores de riesgo como diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares. Este año, las mujeres blancas sin factores de riesgo también han estado muriendo.

Letícia Gomes venía disfrutando de un embarazo saludable hasta que comenzó a experimentar ataques de tos, cansancio y fiebre a fines de marzo y sus niveles de oxígeno cayeron a un preocupante 83%. Ella sospecha que se infectó durante un viaje en autobús de 20 minutos, el tiempo que tarda en completar el trayecto desde su casa hasta el asilo de ancianos donde trabaja.

Durante su primera noche en el hospital, Gomes recordó haber compartido una habitación con otros ocho pacientes: “Fue estresante porque veías a personas que necesitaban oxígeno, personas que morían frente a tí, médicos que tenían que elegir quién tenía prioridad.”

Al día siguiente, Gomes fue trasladada a una unidad especializada para embarazadas con Covid-19 en el Hospital de Empleados Públicos del Estado de Río de Janeiro. Allí, los médicos le aseguraron que la enfermedad no había afectado a su hijo. “Me hicieron escuchar los latidos del corazón de mi bebé, así que supe que estaba bien”, dijo Gomes, quien recordó sentirse muy feliz cuando llamó a su casa con la noticia de su alta durante una semana en la Unidad de Cuidados Intensivos.

“Todos se sorprendieron y lloraron. Yo también lloré”, dijo Gomes. Su boda finalmente se celebrará el 21 de mayo.

Las protestas sociales por la difícil situación de las mujeres brasileñas embarazadas y en etapa de posparto hizo que el Ministerio de Salud las incluyera esta semana en el grupo de vacunación prioritaria. Sin embargo, hasta ahora, menos del 10% de los brasileños han recibido dos dosis, lo que significa que la mayoría de las mujeres embarazadas se enfrentarán a una larga espera.

Mientras tanto, la congresista de izquierda Sâmia Bomfim, que está embarazada de siete meses de su primer hijo, propone una nueva legislación que permitiría a las mujeres embarazadas trabajar desde la casa durante la pandemia. “Puedo aislarme socialmente y trabajar desde casa, pero la mayoría de las mujeres embarazadas en Brasil no tienen este privilegio”, dijo Bomfim. Un total de 8,5 millones de mujeres brasileñas se han retirado del mercado laboral desde que comenzó la epidemia en febrero pasado.

Raíssa Perlingeiro, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Covid en Río, informó que durante los últimos tres meses, a medida que se intensificaba el brote en Brasil y aumentaban contagios y muertes, la unidad sanitaria en la que ella trabaja se había ocupado cada vez más y la demanda de turnos para la atención era mayor. Los pacientes que llegaban presentaban condiciones cada vez más graves que las de casos anteriores.

“Es un trabajo muy duro y es muy difícil ver a las mujeres pasar por esto, especialmente porque yo también estoy embarazada de siete meses”, dice Perlingeiro.

La doctora de 32 años manifestó que había decidido seguir trabajando en la unidad, después de ser vacunada en una campaña para proteger a los trabajadores de la salud de primera línea. “No puedoestar fuera del trabajo en un momento tan difícil, el equipo ya es pequeño”, agrega Perlingeiro. “Tengo que hacer mi parte”. 

Traducción del inglés de Alfredo Grieco y Bavio

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