Trump agita las aguas del Caribe con su puño naval y un despliegue masivo frente a Venezuela

Ocho buques de guerra, un submarino nuclear y cuatro mil soldados permanecen apostados en aguas limítrofes venezolanas desde finales de agosto. En la tarde de este martes, el presidente Trump anunciaba que el Ejército más poderoso del mundo hundió, en fecha sin precisar, tres embarcaciones, al parecer, cargadas de drogas y salidas de Venezuela. Al igual que en los ataques de hace dos semanas en el mar Caribe, la información sobre las acciones navales estadounidenses se mueven en un terreno movedizo.
¿Qué busca el presidente Donald Trump? Los detalles desde Washington, en las conferencias de prensa, fueron escasos. Aunque el republicano destacó el lunes que el Ejército posee grabaciones interceptadas de los presuntos delincuentes y otras pruebas contundentes, aún no las presentó. En cambio, sí trascendieron los videos desclasificados por la Casa Blanca que muestran el momento del disparo de los misiles, aparentemente desde aeronaves, contra dos pequeñas embarcaciones que fueron pulverizadas en fechas distintas.
Queda claro que este uso novedoso del poderío militar norteamericano en su lucha antinarcóticos en la región es inédito. “Desplegar una flota tan mayúscula para combatir el narcotráfico o hundir una lancha con 11 personas a bordo y unos fardos de cocaína como mayor logro, es como matar moscas a cañonazos. Esa es solo una expresión, pero el punto es que Estados Unidos tiene un servicio de guardacostas notable que podría haber sido utilizado para este tipo de operación”, cuenta Carlos Malamud, catedrático de Historia e investigador principal del español Instituto Elcano.
Desplegar una flota tan mayúscula para combatir el narcotráfico o hundir una lancha con 11 personas a bordo y unos fardos de cocaína como mayor logro, es como matar moscas a cañonazos
Tanto algunos senadores demócratas como diversos analistas señalaron que la estrategia estadounidense viola el derecho internacional. Pero el presidente Trump se amparó en su decisión de declarar organizaciones terroristas internacionales a las bandas venezolanas El Tren de Aragua y El Cártel de los Soles para enviar buques de guerra y elevar la tensión en las costas del país sudamericano.
Trump divulgó la carta que por ley debe enviar al presidente de la Cámara de Representantes como aval añadido. “Me parece un error pensar que el objetivo de antinarcóticos y la presión contra el régimen de Maduro son excluyentes”, dice la experta en relaciones internacionales Sandra Borda. De hecho, la Casa Blanca nunca refutó, ni tampoco certificó, las insinuaciones de periodistas en torno a una estrategia de desestabilización del régimen en Caracas.
Maduro, por su parte, anunció desde el mismo momento en que se conoció el despliegue naval estadounidense la movilización de 4,5 millones de milicianos bolivarianos en todo el territorio. Se trata de una cifra que más de un analista puso en duda. Lo cierto es que, a lo largo de los últimos 15 días, el Gobierno venezolano publicitó imágenes patrioteras de sus fuerzas armadas y de una flotilla de cazas F-16 con casi cuatro décadas de servicio. Dentro de los cálculos de Borda, no tiene cabida una intervención militar al estilo de la invasión estadounidense de Panamá a finales de 1989 para derrocar al general Manuel Antonio Noriega.
A juicio de la académica, se trata de un acto de fuerza contundente que no cruzará la línea roja de una incursión en suelo venezolano. Con todo, las autoridades norteamericanas ofrecieron a través del Departamento de Estado una recompensa de 50 millones por información que lleve a la captura de Maduro, quien cumple ya 12 años encastrado en el poder. “Todavía hay un espacio de maniobra grandísimo. Pueden intervenir a distancia. Del tipo de armamento militar que desplegaron, se puede deducir que es un arsenal para atacar de forma quirúrgica y a larga distancia”, precisa Borda.
“TENGA CUIDADO: SI TRANSPORTA DROGAS QUE PUEDEN MATAR ESTADOUNIDENSES, ¡LO VAMOS A CAZAR!”, escribió el lunes Trump en su red social Truth Social. El mandatario republicano subrayó en sus intervenciones que se trata de “narcoterroristas” que suponen una amenaza para la seguridad nacional estadounidense. A nivel interno, sin embargo, no hay consenso en torno a esta línea de actuación militar: “Por un lado, se encuentra la postura del Secretario de Estado, Marco Rubio, quien aboga por la ruptura total de los lazos con Venezuela. Y hay otro enfoque político, en cabeza del enviado especial de Trump, Richard Grenell, que se inclina por ciertas concesiones para mantener la explotación petrolera de la Chevron”, recuerda Malamud.
El hecho de que la avanzada táctica y militar, con el traslado de cazas F-35 a Puerto Rico, se haya centrado en aguas limítrofes a la jurisdicción venezolana –y no frente a Colombia, gran productor mundial de cocaína– también despertó confusión. En el caso de Colombia, EEUU sacó este martes al país de la lista de socios que hacen un control de drogas por primera vez desde 1997. EEUU señala que Colombia “no está cumpliendo sus obligaciones de control de drogas”.
“El argumento de Venezuela, en principio fue ese: 'Si la maniobra es antinarcóticos, por qué diablos nos están tocando las narices a nosotros'. Pero lo cierto es que Estados Unidos ha asociado sin ambages a la cúpula militar venezolana con el Cartel de los Soles y hoy todas las rutas del narcotráfico se están desviando por Venezuela porque no hay quien ejerza un control efectivo”, detalla Borda.
El Ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, afirmó la semana pasada que se trata de una pantomima para provocar al Ejército venezolano en busca de una reacción que escale la tensión. Una tesis que no fue descartada por funcionarios estadounidenses citados por el periódico Financial Times de Londres: “Nunca habíamos tenido un escenario de ataque directo de la fuerza militar estadounidense contra un grupo de narcos sin mediación previa de un Estado. Y si bien no sabemos hasta dónde van a llegar, sí es posible anticipar que no será largo porque mantener una flota de esas dimensiones de manera indefinida es costosísimo y esto no será una prioridad de largo aliento para un tipo tan volátil como Trump”, argumenta Borda.
Del tipo de armamento militar que desplegaron, se puede deducir que es un arsenal para atacar de forma quirúrgica y a larga distancia
Nicolás Maduro resumió la táctica norteamericana como “un ataque militar contra civiles que no estaban en guerra ni representaban ninguna amenaza militar para otro país”. Y aseguró que Estados Unidos busca arrastrar a Venezuela a “una gran guerra”. El propósito estadounidense, añadió, es un cambio en el poder motivado por el petróleo y no la lucha contra el narcotráfico.
“Venezuela ejerce el legítimo derecho a la defensa y lo ejercemos plenamente, no es una tensión, es una agresión en toda la línea, una agresión judicial cuando nos criminalizan, es una agresión política con sus declaraciones amenazantes diarias, es una agresión diplomática y es una agresión en camino de carácter militar”, señaló el jefe de Estado venezolano en una conferencia de prensa con medios internacionales, la segunda que ofrece este mes.
Un giro de timón, de cualquier forma, sobre el que pocos reflexionaron. Malamud concluye que la complejidad de la crisis venezolana es que “el vacío de poder y la incertidumbre predominan”. Nadie sabe quién gestionaría un eventual cambio de Gobierno. Ni por cuánto tiempo ni con qué apoyo político para estabilizar la situación de caos.
Por último, Víctor Mijares, académico venezolano de la Universidad de los Andes de Bogotá, advierte que la presión de Washington encuentra una oposición desarticulada que –recuerda– ya cumple un cuarto de siglo fuera del poder. “En el caso eventual de una transición en Venezuela, no va a ser de la mano de la oposición. Esto solo se va a lograr cuando facciones del propio chavismo se den cuenta de que lo que más les conviene es ir hacia un proceso de transformación que ellos van a querer y poder liderar precisamente para evitar una caída estrepitosa que afecte sus bienes, sus libertades o incluso sus vidas”.
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