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La ciénaga de Trump: los indultos que reflejan una presidencia de favores a amigos, familiares, corruptos y despiadados

The Guardian
En la imagen el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

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Lisa Montgomery se convertirá en la primera mujer ejecutada por el gobierno federal de Estados Unidos en 67 años. El martes, senadores como Cory Booker, Bernie Sanders y Elizabeth Warren escribieron al departamento de Justicia exigiendo una investigación sobre una “ola sin precedentes” de ejecuciones del Gobierno bajo la supervisión de Donald Trump. Unas horas después, el presidente anunció un paquete de 15 indultos. Para sorpresa de muchos, en esa lista hay cuatro contratistas militares encarcelados por el asesinato de hombres, mujeres y niños en Irak. En resumen, criminales de guerra. 

Este miércoles, Trump anunció otra tanda de indultos igual de polémicos. Entre los últimos indultados está Charles Kushner, que es el padre de su yerno y fue condenado por fraude fiscal, extorsión y falso testimonio, Jared, y dos condenados por sus conexiones con la interferencia rusa de Estados Unidos en las elecciones y otros corruptelas: Paul Manafort, jefe de campaña de Trump en 2016, y Roger Stone, amigo y consejero.

A Trump le motiva menos la idea de clemencia que una desvergüenza sin límites. En su visión binaria del mundo, las personas encerradas en el corredor de la muerte deben enfrentarse a una justicia implacable de la justicia pero quienes le muestran lealtad pueden ser libres.

Ataque atroz a civiles

Nicholas Slatten, Paul Slough, Evan Liberty y Dustin Heards trabajaron como guardias de seguridad para la empresa Blackwater, propiedad de Erik Prince, un donante de Trump, y hermano de Betsy DeVos, su secretaria de Educación. Todos ellos cumplían largas condenas de prisión por la masacre de 14 civiles desarmados en Bagdad en 2007.

Después del juicio en 2014, Ronald Machen Jr, el fiscal de Estados Unidos en el Distrito de Columbia, dijo que “estos contratistas de Blackwater dispararon a discreción con fuego de francotirador, ametralladoras y lanzagranadas contra hombres, mujeres y niños. Hoy rinden cuentas por ese ataque atroz y sus consecuencias devastadoras para tantas familias iraquíes”. 

El indulto a esos cuatro contratistas ha provocado que desde la oposición a los analistas políticos, incluso aquellos que ya se consideraban inmunes a los atropellos de Trump, se hayan utilizado palabras como “asquerosa” y grotesca“ para referirse a la decisión. Cuando le queda menos de un mes en el cargo, su descaro por quemar todo no tiene límites.

También ha indultado a Chris Collins, encarcelado por mentir al FBI y por conspirar para defraudar en bolsa, y a Duncan Hunter, que reconoció el uso fraudulento de dinero de campañas electorales. Collins y Hunter fueron los dos primeros congresistas en mostrar su apoyo a Donald Trump en la campaña electoral de 2016.

El indulto a George Papadopoulos y Alex van der Zwaan, ambos condenados a raíz del informe de Robert Muller sobre la trama rusa y su interferencia en la política del país fueron igual de poco sorprentes. Trump sigue cargando contra la investigación como si fuera una conspiración orquestada contra él y que en realidad documentó docenas de contactos entre su campaña y Moscú.

La ley divina de...

Adam Schiff, máxima autoridad de la comisión de inteligencia del Senado escribió la noche del martes en Twitter lo siguiente: “¿Mientes para encubrir al presidente? Te indultan. ¿Político corrupto que apoya a Trump? Te indultan. ¿Asesinas a civiles inocentes? Te perdonan. ¿Eliges a un corrupto como presidente? El resultado es corrupción”. 

Menuda manera de “limpiar la ciénaga de Washington” y respetar “la ley y el orden”, como decía Trump que iba a hacer y no hizo. Una investigación de Jack Goldsmith, profesor de Derecho en la Universidad de Harvard, demuestra que, en realidad, el 88% de los 45 indultos o conmutaciones de condena que Trump ya había concedido antes del martes han beneficiado a personas directamente relacionadas con él y aliados políticos. 

Allan Lichtman, profesor de historia en la American University de Washington, dijo hace unos días: “Nada de lo que Trump haga puede sorprenderme, no le importan la ley, la humanidad, la decencia ni la tradición”. “Si cree que le va a beneficiar económica o políticamente a él o a su familia, aprobará los indultos que haga falta, entre los que podría incluirse uno a sí mismo”.

De hecho, Trump dijo hace poco que tiene “un derecho absoluto” a perdonarse a sí mismo. Muchos historiadores y expertos en derechos constitucional no están de acuerdo. Aún está por ver si Joe Biden lo haría para demostrar un espíritu de reconciliación nacional, al igual que Gerald Ford indultó a Richar Nixon en un giro muy impopular que contribuyó a que no fuera reelegido. 

Mientras tanto, los ataques llegan con el presidente cada vez más desesperado y dependiente de republicanos leales para respaldar su inútil intento de anular el resultado de las elecciones. Ha perdido al líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell; puede que incluso pierda al vicepresidente, Mike Pence. Pero el mensaje a su grupo de los últimos más fieles es claro: quienes muestren su fidelidad serán recompensados. Si mentís y engañáis por mí, os cubriré las espaldas. 

El poder de indulto es una rareza, más propia de una monarquía medieval que de una república constitucional. Tal vez por eso Trump lo encuentra tan atractivo en un momento similar al colapso mental que vivió el rey Jorge III de Inglaterra cuando perdió el control de las colonias de América.

Traducido por Alberto Arce.

CRM

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