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Opinión

Pacha o Colonia

Marcha por el Clima en Buenos Aires

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Es viernes 23 de septiembre. Subido al tráiler que funciona de escenario, de espaldas al Congreso, Bruno Rodríguez cierra su breve y contundente discurso con una consigna histórica de los movimientos populares: “Patria o Colonia”. Bruno (que con sus 20 años podría holgadamente ser mi nieto, como la mayoría de chicas y chicos que estaban allí), pertenece al grupo “Jóvenes por el Clima”, uno de los organizadores y convocantes en Argentina de la Marcha Mundial por el Ambiente y el Clima, que ese mismo día movilizó decenas de miles de jóvenes (y no tanto) en decenas de ciudades y pueblos del país y de todo el mundo.

Probablemente Bruno no lo sepa, pero al pronunciar esa consigna final “Patria o Colonia” o “Patria Sí, Colonia No”, hace que a sesentistas y setentistas como quien suscribe, se nos caiga la baba de amor y admiración; está trazando un puente generacional, afectivo y político, está recogiendo un legado al que a su vez renueva radicalmente, incorporando la agenda ambiental a la antigua saga de luchas por la emancipación y liberación nacional y social. A la vez que esa consigna, ese guiño, nos reconoce y recupera a los viejos (los que aún estamos y los que ya no), implanta a las nuevas generaciones en una continuidad (contradictoria, dialéctica y nada lineal), renueva y relanza aquel viejo sueño-proyecto inconcluso y doliente, que supimos conocer como patria argentina, o patria grande latinoamericana.

Pero lo que con certeza Bruno sí sabe y quiso expresar con esa consigna de cierre, es acaso tanto o más importante que lo arriba señalado. Esa consigna politiza, de modo categórico y radical, la agenda del ambientalismo y ecologismo popular y académico. Tanto como ecologiza (verbo admitido por la RAE) la agenda política. Más y mejor aún: complejiza, entrecruza, renueva, totaliza y relanza las agendas de luchas ambientales, sociales, de género, de pueblos originarios, de clase, de variadas tradiciones ideológicas y políticas emancipatorias. El significante “Colonia” contiene, refiere o equivale a “Saqueo”, “Dominación”, “Patriarcado”, “Genocidio”, “Terricidio”, “Extractivismo”, “Capitalismo”, etcétera. Pero además de convocar a entretejer y renovar agendas, Bruno está convocando al reconocimiento mutuo y a la convergencia de los múltiples y fragmentados actores y actrices sociales y políticos presentes en esta vasta cartografía emancipatoria contemporánea, cada cual portando sus propias historias y linajes, sus tiempos y modos, sus potencias y sus límites. Bruno es muy joven pero no es ingenuo; tiene completamente asumido que el ecologismo no es, al decir de Chico Mendes, “jardinería”. 

Esta operación discursiva ya la vienen ensayando otras voces con creciente frecuencia e intensidad en los últimos tiempos (cabe citar, como reciente ejemplo, el excelente libro que acaba de publicar Gabriela Merlinsky, Toda ecología es política, título que contiene y provoca a una inevitable formulación inversa, “Toda política es ecológica”, la que refiere a las inescapables consecuencias ambientales, para mal o para bien, que encierra toda política). 

Pero la consigna “Patria o Colonia” como cierre de un acto ambientalista interpela de una manera muy fuerte, en sus acciones y narrativas, tanto al movimiento ecologista como a todos los actores políticos y sociales del campo popular. Y esta es la novedad específica y el aporte audaz y provocador lanzado por Bruno. Porque conlleva a que “el ambiente/ecologismo” no es apenas el último vagón (precedido solo algún tiempo antes por “el género/feminismo”), enganchado al tren histórico de reivindicaciones populares, el que continúa imperturbable su azarosa marcha histórica, solo con un poco más de esfuerzo y más carga que arrastrar. No, es todo el tren completo el que resulta interpelado, reformulado y (ajustes mediante) repotenciado.  

No será nada fácil consolidar, multiplicar y profundizar estos puentes entre agendas y actores heterogéneos y fragmentados; será un trabajo arduo y complejo articular discursos, organización y acciones, construir identidades comunes, y habrá que irlo realizando sobre la marcha, contemplando y respetando tanto las singularidades, las escalas y los tiempos diversos, así como las urgencias de la hora global y local. Bueno…. De eso se trata hacer política, ¿no? ¿Quién dijo que es fácil?

Por de pronto, interpelado por el discurso totalizante y la consigna final de Bruno, el viernes me fui de la plaza pensando si no habría que dar un paso más, otra vuelta de tuerca en la dirección propuesta, (acicateado y en línea, también, con una “Actualización doctrinaria para la toma del poder”, como enseñaba aquel famoso general “herbívoro” llamado Juan Domingo Perón; quien en marzo de 1972 también nos vino a fundar, con su “Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo”, las bases de una ecología popular propia, del Sur y del Tercer Mundo, que lamentablemente resultó cancelada durante cinco décadas por sus propios seguidores; solo Pino Solanas, en sus acciones y películas de la última década, especialmente en “El Legado”, retomó con fuerza política y didáctica aquel mensaje). 

Este paso de actualización, podría quedar expresado en una nueva consigna, que continúa, niega y supera dialécticamente al viejo “Patria o Colonia”. Esa nueva consigna podría ser (propongo provisoria, humildemente) “Pacha o Colonia”, capaz de incorporar y contener a todos los sujetos naturales, sociales, históricos y culturales de la Pacha Argentina 2021, la Pacha Grande del Sur, la Pacha Global. 

Pachamama, la Pacha, la madre tierra de los pueblos andinos, no designa apenas (como Patria), un lugar en el mundo, el “lugar del Padre”, lugar nativo de pertenencia. Aún la despatriarcalizada y superadora voz “Matria” (lugar de la Madre), indica “un lugar de” nacimiento, pertenencia. Pachamama, en cambio, la Pacha, contiene a ambos términos (Matria/Patria) de un modo integrador y superador: no es “un lugar en el mundo”, es el mundo mismo, la tierra madre misma a la que pertenecemos y llevamos inseparablemente con nosotros. Es la designación afectivo-familiar-comunitaria ancestral del ecosistema tierra; local, regional, global.

“Pacha o Colonia” podría así designar actualizadamente una agenda y un programa que ponga en crisis y proponga un nuevo modelo productivo y reproductivo en co-construcción comunitaria con el ambiente humano y no humano; un nuevo modo de habitar y poblar los territorios; nuevas maneras de construir soberanía y resiliencia como sociedad y estado; nuevas maneras de producir, prosumir e intercambiar alimentos sanos y en cercanías, así como energía local limpia; ocupación, repoblamiento y colonización rururbana de la inmensidad territorial; reparación, cuidado y administración rigurosa y democrática de los bienes comunes, especialmente el agua y los bosques; construcción de institucionalidad comunitaria, regional y estatal con democracia directa, participativa y solo subsidiariamente representativa; cultura e identidad comunitarias, en abierto y cosmopolita intercambio con las culturas del mundo. Un programa de transición que recupere para el bien común la naturaleza degradada y el control y gestión de todos los instrumentos económicos y financieros. Un movimiento de movimientos con voluntad de ser, pacífico, pero sin temor de confrontar con los intereses y agentes del saqueo, contaminación, descarte y muerte de nuestra comunidad soberana. La Pachamama en movimiento. 

PB

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