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La soledad de la vice

Aislada y sin brújula, Villarruel se repliega en la familia militar a la espera de una oportunidad para relanzarse

Villarruel rehizo su equipo y designó a varios exmilitares en puestos del Senado.

María Cafferata

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En una semana, Victoria Villarruel sufrió el desplante público de Javier Milei en el Tedeum por el 25 de Mayo, la renuncia de su amigo personal y flamante secretario Administrativo, y un nuevo ataque virtual coordinado desde Casa Rosada. A modo de respuesta, la vice designó a un ex estratega de Milei como jefe de asesores, le soltó la mano a viejos aliados y se rodeó de una nueva camada de militares retirados. Entre el caos y la paranoia, Villarruel resiste en soledad, en su despacho en el Senado, y busca modos de relanzar su perfil político.

Quienes acompañan a Villarruel aseguran que, cuando la vice camina por la calle, la gente se le acerca para decirle que “se corte sola” y que “arme un espacio propio”. El gran fantasma que explica la enemistad originaria del Presidente con su vice, que comenzó con la desconfianza de Karina durante la campaña en 2023, pero se consolidó cuando Milei comenzó a sospechar que Villarruel pretendía reemplazarlo. Ante esas acusaciones, la vice siempre afirmó que ella no haría nada para perjudicar al Gobierno ni al Presidente. 

Esta escena se repitió el jueves, cuando Villarruel visitó Chivilcoy y se reunió con el intendente, Guillermo Britos, quien viene trabajando en un armado electoral de “centro” con actores del radicalismo y el peronismo no K. Britos y la vice se conocen desde 2023, cuando Milei lo tentó para ser su candidato a gobernador para la Provincia de Buenos Aires, pero terminó declinando por diferencias con el armador hoy caído en desgracia Carlos Kikuchi. Desde entonces, la vice mantuvo contacto con Britos, que es excomisario de la Bonaerense, y lo recibió incluso en el Senado el año pasado.

Escoltada por Claudia Rucci, hija del secretario general de la CGT asesinado en el 73’ y amiga personal de Villarruel, la vice conversó con Britos en su despacho sobre las elecciones bonaerenses. Sin embargo, cuando el intendente le consultó si iba a jugar, Villarruel le aseguró que no competiría. No este año, al menos.

La foto que se sacaron al final del encuentro, sin embargo, enviaba otro mensaje. Y Villarruel y Britos lo sabían. El intendente, por un lado, venía de reunirse con los peronistas Fernando Gray, Julio Zamora y Juanchi Zabaleta, con quienes pretende cerrar una alianza electoral. Y Villarruel, mientras tanto, venía de cerrar una semana de fogoneo en las redes en el que toda la tropa virtual del Gobierno había salido a acusarla de traidora. 

Con un gesto, Villarruel daba rienda libre a la especulación y al mayor temor de los hermanos Milei. La venganza, tras la oleada de ataques en redes que habían comenzado con el desplante en el Tedeum y la oficialización de Mario “Pato” Russo como su jefe de asesores

Cortocircuitos en Twitter

La decisión de Villarruel de oficializar a Russo como director general del Cuerpo de Asesores del Senado generó un tembladeral en el mundillo libertario. Su nuevo estratega, al que la tropa karinista identifica como el responsable detrás del coqueteo con un sector del peronismo de derecha, condujo la campaña libertaria en 2021, que llevó a Milei y la propia Villarruel a ocupar dos bancas en la Cámara de Diputados. Russo fue, incluso, quien le presentó a Villarruel a Milei con el objetivo de diseñar una boleta que combinase el perfil anarco libertario de él con el perfil más conservador y castrense de ella. 

Desplazado de la mesa chica luego del desembarco de Santiago Caputo, Russo pasó rápidamente a integrar el grupo de los indeseables del régimen libertario. Por lo que su designación en la mesa de la otra gran indeseable, Victoria Villarruel, despertó las alarmas del triángulo de hierro que, a través de Lilia Lemoine, salió a acusarlo de ser un “infiltrado” puesto para “controlar y de ser necesario detonar” a Milei.

Los dardos de Lemoine, sin embargo, no son más que una continuación del ataque coordinado que Casa Rosada retomó contra la vice después del 25 de mayo, cuando Milei le negó el saludo en el Tedeum. Javier Negre, el dueño español de La Derecha Diario; Nicolás Marquez, el ideólogo de ultraderecha y biógrafo de Milei; Santiago Oría, el cineasta personal del Presidente: todos salieron a acusar a la vice de haber “conspirado” contra el Presidente, de ser una “traidora” y una “desagradecida”. 

Villarruel les respondió el viernes, después de unos días. “A los operadores mediáticos y a la casta toda: ‘Villarruel se junta con Macri’. Lo vi una sola vez en noviembre de 2023 previo comunicárselo a mi compañero de fórmula. ‘Villarruel comería pizza con Moreno’. Como pizza pero a él no lo conozco. Villarruel estaría alquilando un hotel para lanzar un espacio político’. Debe ser el mismo hotel donde se celebró mi casamiento imaginario el año pasado”, ironizó, a través de Twitter.

Las cuentas fandom que siempre le revolotean salieron en su defensa. Pero nadie más

El desembarco de la familia militar

“Villarruel está sola, está desorientada”. Las palabras son de un importante senador de la oposición que dialogaba cotidianamente con la vice hasta que, hace un mes, cortó con toda comunicación. Pero podrían ser, sin embargo, de casi la totalidad de los exaliados de la presidenta del Senado, que en el último par de semanas ingresó en un raid de cambios internos que tienen a toda la Cámara Alta en pie de alerta.

Los problemas comenzaron la semana pasada, cuando el cordobés Emilio Viramonte Olmos, un amigo personal de la vice, renunció a su cargo como secretario Administrativo del Senado: un cargo por el cual Villarruel había luchado y negociado con fiereza con la oposición, concediendo nuevos lugares al peronismo en las comisiones solo para que le aceptaran el lugar a Viramonte Olmos. “Tardamos más tiempo en ponerlo que él en ocupar el cargo”, ironizaba uno de los pocos aliados libertarios que le quedan a la vice en el Senado.

En efecto, Viramonte Olmos apenas llegó a ocupar dos semanas el cargo hasta que, enfurecido con Villarruel porque no le cedía las funciones que le había prometido, presentó una carta de renuncia y anunció: “Me vuelvo a Córdoba, cuando necesiten de mis funciones vuelvo”, le dijo a un senador que lo llamó sorprendido cuando se enteró de la novedad.

El secretario administrativo, sin embargo, no fue el único. La vice ya había roto vínculo con Juan Martín Donato, el líder de los “villarruelines”, como se conoce a la Juventud que milita la vice, y uno de los pocos integrantes de la mesa chica. También había sido el turno del vocero Gaspar Bosch, que discutió con Villarruel y presentó su renuncia. 

Poco a poco, la vicepresidenta le soltaba la mano a los aliados de la primera etapa de su gestión al frente del Senado. Recelaba, concentraba las funciones, sospechaba, se negaba a delegar. Pero, fundamentalmente, perdía la confianza en quienes la rodeaban y, lentamente, el círculo se iba achicando.

Fue así que, de la mano de su director de Seguridad, Claudio Gallardo, Villarruel fue copando el Senado de militares retirados. Gallardo, que fue director de Inteligencia durante la gestión de César Milani, pasó a convertirse en una de las pocas personas de confianza de la vice, junto al nuevo asesor estrella, “Pato” Russo. Y una de las decisiones que tomó fue la de ir designado a varios ex militares en puestos del Senado y delegando las tareas que la vice no se animaba a delegar en nadie más.

Así llegaron figuras como Juan Manuel Gestoso Presas a la Subdirección General de Auditoría y Control de Gestión. Gestoso Presas es el ex militar que estuvo procesado en Salta por haber ordenado destruir documentación del Hospital Militar que tenía información sobre los nacimientos ocurridos durante la dictadura cívico militar. Su designación fue la que causó mayor impacto mediático, pero no es el único. Jorge Vives, por ejemplo, es un coronel retirado que trabaja como asesor en materia de Seguridad. Fue director de investigaciones de la Aduana durante el gobierno de Mauricio Macri y quedó involucrado en la causa judicial que involucra al falso abogado Marcelo D’Alessio.

En su momento de mayor soledad, sin vínculo con los senadores que antes funcionaron como su principal núcleo de contención, Villarruel se repliega en lo único que conoce: la familia militar.

MC/DTC

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