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En el debate de vices, la indignación anti-K de Villarruel se impuso a un Rossi aferrado al libreto

Rossi y Villarruel, en el debate en A Dos Voces.

Mauricio Caminos

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Agustín Rossi y Victoria Villarruel se cruzaron en el debate de candidatos a vicepresidente de cara al balotaje, en una disputa televisiva que dejó más barro que propuestas de gobierno. La candidata de La Libertad Avanza y compañera de Javier Milei supo imponerse en el show de TV a base de frases altisonantes y estocadas directas a su rival, profundizando la narrativa antikirchnerista opositora. El postulante de Unión por la Patria y segundo de Sergio Massa en la fórmula quedó más relegado en la discusión, desplegando un tono más mesurado y buscando resquicios en su exposición para incluir propuestas. Quedó a mitad de camino para contrarrestar la ofensiva de su contrincante.

Con el latiguillo de “indignada” que utilizó como un activo, Villarruel incomodó a Rossi con más de una interrupción, desplegando una serie de cuestionamientos al kirchnerismo que el actual jefe de Gabinete no respondió con profundidad. La estrategia le permitió a la libertaria escaparse del compromiso de tener que responder sobre la dolarización, la libre portación de armas o qué haría con los represores presos. Rossi intentó levantar la bandera de unidad nacional, pero se apegó a un discurso monocorde que ni siquiera alzó para contestar las encerronas de su contraparte. Buscó hacer propuestas, pero tampoco marcó soluciones concretas a la inflación o la inseguridad.

Todo lo que vas a escuchar de Agustín Rossi es mentira. Simplemente lo podrían haber realizado en los últimos cuatro años”, comenzó Villarruel el debate en el programa A Dos Voces del canal TN. Rápidamente encontró el tono de su narrativa, pese a que se la vio al inicio con frases dubitativas y anotando mucho en las hojas que tenía en su atril. En una frase condensó la matriz de propuestas de LLA, pero sin explicar los cómo: “Nosotros vamos a estabilizar la economía, bajar la inflación de un hondazo, vamos a frenar el gasto público y detener para siempre la emisión monetaria”. Y sintetizó la campaña mileísta hacia la segunda vuelta: “El 19 de noviembre, elegí continuidad o cambio”.

Rossi había arrancado al hueso, pero rápido cayó en un tono casi pedagógico, que le quedó insuficiente para frenar a su rival. “Los argentinos votaron la defensa de los derechos humanos y la movilidad social ascendente, le dijeron que no a la motosierra de Milei, a la libre circulación de armas, a la venta de órganos y a la ruptura de relaciones con el papa Francisco y El Vaticano”, fue su presentación en el programa.

Los ejes de discusión fueron cuatro: Economía y Trabajo; Seguridad y Defensa; Salud, Educación y Políticas Sociales, y Justicia, Derechos Humanos y Transparencia. Hubo dos bloques de diálogo cara a cara y espacios de libre ida y vuelta, donde Villarruel desplegó su verborragia filosa, al punto que Rossio llegó casi a pedir la “escupidera” a los conductores porque era muy interrumpido. “No me deja hablar”, reclamó en varios momentos. “Es un debate Rossi, si viniste a un monólogo lo siento”, le contestó ella. Fue el momento de quiebre decisivo.

En la previa ambos ya habían dado señales de cómo podía ser el show televisivo. Mientras él se había preparado con su equipo en los días previos, ella aseguró que apelaba a la improvisación y a “hablar con la verdad”. Ataviado en un impecable traje oscuro con una corbata celeste sobre camisa blanca, Rossi llegó acompañado de su familia. Por otro lado entraron funcionarios nacionales, sindicalistas y diputados como Vilma Ibarra, Carla Vizzoti, Horacio Pietragalla Corti, Ayelén Mazzina, Daniel Filmus, Germán Martinez, Hugo Yasky o Sergio Palazzo. Villarruel eligió un look más informal: camisa blanca con jeans cortados y una escarapela en su pecho. Entró a los estudios de TN encabezando un scrum de una decena de asesores e invitados: Ramiro Marra, “Bertie” Benegas Lynch, Guillermo Montenegro, Diana Mondino y Carolina Píparo.

Inflación e indignación

Villarruel entendió mejor el juego televisivo al que ambos se prestaron. “Rossi vive en una galaxia desconocida”, tiró luego de que su rival había hablado de economía. “Te cuenta un mundo de fantasía, si tuvieron cuatro años para hacerlo y no lo hicieron”, golpeó. 

El candidato a vice de UP buscó un tono pedagógico para contrarrestar la encerrona en el talón de Aquiles de la campaña oficialista por la inflación anual por encima del 100%: “La inflación no se baja de un hondazo. El crónico faltante de divisas es el principal causante. Hay dos maneras que no son virtuosas para bajarla: endeudamiento y venta de empresas públicas. Nosotros proponemos una revolución exportadora: campo, hidrocarburo, minería. Con reservas estabilizamos el tipo de campo y bajamos la inflación”, dijo, sin atacar el caballito libertario de la dolarización, aunque en el momento del cara a cara sí preguntó de dónde iban a financiar esa medida, a lo que Villarruel salió por la tangente: “Vamos a crear las condiciones de confiabilidad para que los argentinos puedas hacer sus proyectos”, respondió.

Rossi sí apuntó contra las afirmaciones de Milei de querer romper relaciones diplomáticas con Brasil y China, principales socios económicos del país, pero la vice libertaria otra vez salió por arriba del laberinto: “Acá va a poder comerciar el que quiera libremente”, afirmó. Y luego corrió el eje de la discusión: “No te vengas a hacer la Madre Teresa cuando ustedes se pelearon con un montón de naciones para alinearse con Bolivia, Venezuela y Cuba”. 

Rossi acusó a Villarruel de ponerse “violenta”. “La simbiosis de Milei le penetra cada vez. Está molesta con lo que yo le dije: es un error romper relaciones diplomáticas”, buscó retrucar. “Estoy indignada del nivel de pobreza que hay en este país”, reforzó Villarruel.

Lejano Oeste y la Antártida

El eje de Seguridad y Defensa fue el segundo ring en el que se trenzaron, con ambos con cierta expertise en la materia. Villarruel abonó todos los hits del votante antikirchnerista promedio: “el narcotráfico creció”, “los piquetes nos hacen vivir pésimamente mal”, “el Norte argentino es un colador”, “el que está en el conurbano se tiene que atrincherar en su casa porque está viviendo en el Lejano Oeste”. No se basó en un dato concreto. “Nuestra propuesta es de sentido común –avisó–. El que las hace las paga”.

“Habló dos minutos y no dijo una sola propuesta”, la retrucó Rossi, que titubeó al momento de dar algunas propuestas, como el afamado “FBI argentino” que impulsa Massa. “La gente no entiende un cuerno porque las madres tienen a sus hijos drogándose”, volvió a la carga Villarruel. El jefe de Gabinete había perdido la oportunidad de meter el dedo en la propuesta de liberación de armas, que está en la plataforma oficial de LLA.

Rossi intentó rescatar las medidas que aplicó en su paso como ministra de Defensa y Villarruel lo desarmó rápido: “En la Antártida no te quiso votar nadie”. “No me importan los votos”, le contestó él. “A mí sí”, retrucó ella. Y otra vez la interrupción de las exposiciones provocó que Rossi exigiera orden a los moderadores. “¡No hay diálogo, Marcelo!”, gritó desde las tribunas Germán Martínez, jefe de la bancada del Frente de Todos, apelando al periodista Marcelo Bonelli. 

Rossi tampoco puedo golpear en los ejes de salud y educación porque rápidamente Villarruel avisó que “van a seguir siendo políticas públicas”, aunque eso no signifique que desestime el plan de los vouchers, algo que el compañero de fórmula de Massa apenas mencionó. La libertario siguió cargando contra lo que entiende el legado kirchnerista: “La educación no educa, adoctrina; y la salud no cura”, denunció. 

Rossi intentó empatizar con el electorado femenino, motor del repunte electoral que tuvo UP entre las PASO y la primera vuelta: “En la política de ajuste las principales víctimas van a ser las mujeres”, adelantó. Villarruel otra vez supo qué nervio tocar: “La violencia contra las mujeres no cesa pese al Ministerio de la Mujer. Y la única mujer a la que le va bien es Cristina Fernández de Kirchner, que cobra 14 millones de pesos en sus jubilaciones”, aseguró. Para ese entonces Rossi apelaba mucho a mirar hacia abajo y mover insistentemente algo que tenía en su mano derecha. 

La disputa por la memoria

“No saques el violín que no hace falta”, le espetó la libertaria a Rossi cuando el funcionario ensayaba un monólogo en defensa de las políticas públicas. “Ustedes dicen que este es un país de mierda y es un país hermoso”, buscó defenderse él. “Ustedes son el problema”, le retrucó ella. “Quizás el problema son los siete años de dictadura”, contraatacó Rossi, buscando incomodar a Villarruel, pero sin lograrlo. “No entres en esa porque sabes que salís esquilado”, dijo la vice de Milei, defensora de militares que participaron de la última dictadura.

Pero Rossi entró ahí. Con su mismo tono monocorde buscó vincular la narrativa de Milei con la dictadura. “La construcción de memoria nos corresponde a todos los espacios políticos”, denunció. Villarruel usó su tiempo para ventilar todos los escándalos del kirchnerismo, tanto durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner como el de Alberto Fernández: “Para el kirchnerismo Justicia, derechos humanos y transparencia es la muerte del fiscal Nisman, los bolsos de López, la AFI paralela de Rossi y compañía, la tragedia de Once, las coimas de Jaime, el pacto con Irán, Sueños Compartidos, Milagros Sala, la compra de barbijos con sobreprecios, Ciccone y Boudou, Lázaro Báez…”, enumeró, para luego rematar: “Todo esto nos lleva a decir: ¿queremos como argentinos, continuidad o cambio?”.

Luego tuvieron un cruce de interrupciones permanentes donde Rossi acusó a su rival de apelar a una revisión histórica “de Billiken” y Villarruel volvió a insistir con que los detenidos-desaparecidos durante la dictadura “no fueron 30 mil”. “Dejá de hacer carancheo con los desaparecidos”, le exigió el jefe de Gabinete. Y al momento del último cara a cara le preguntó si quería “la libertad de los genocidas”, y la compañera de Milei salió otra vez de la encerrona con los pies hacia adelante: “Más allá de tu pregunta, acá hubo víctimas de terroristas”, le contestó.

Y cuando Villarruel le preguntó por reciente escándalo de las escuchas ilegales del ex policía Ariel Zanchetta, Rossi se defendió con que durante su gestión en la Agencia Federal de Inteligencia “no se hizo inteligencia ilegal” y contestó con un dato hasta ahora desconocido: dijo que Zanchetta aparece en la investigación por el intento de magnicidio a Cristina Kirchner. No abundó más.

Al cierre del debate Rossi buscó rápidamente a los suyos, sobre todo su familia. “Difícil cuando tu bandera es la unidad nacional tener que atacar para defenderte de las agresiones”, consideró uno de sus allegados a elDiarioAR, que ponderó la performance del candidato oficialista cuestionando a la rival: “Ella no hace sororidad”, afirmó. “Me fue bien, aunque me olvidé de algunas cosas”, comentó por su lado Villarruel entre risas cuando se encontró con su equipo, que rápidamente buscó copar la escena del post-debate. Con gritos de hinchada, corearon su nombre.

El debate completo

MC

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