Movimiento Evita

“Vamos a jugar en el 23”, primera señal de autonomía en un Frente de Todos caótico

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Si bien es una de las tribus oficialistas que más respalda al Presidente, el Movimiento Evita empieza a dar señales de autonomía política. Y también, de independencia electoral. La “orga” frentetodista protagonizará una campaña para que lo recaudado por el impuesto a la renta inesperada, si es que finalmente se aprueba el proyecto (algo bastante improbable), sea destinado a los sectores populares. Lo reclamará a partir de esta semana, con un acto, movilizaciones callejeras y un banderazo. El despliegue del Evita se titulará “Primero, los últimos. Argentina, desde abajo”.

El planteo del colectivo conducido por Fernando “Chino” Navarro y Emilio Pérsico es casi una formalidad. La jugada encierra un mensaje político. Es un primer paso rumbo a un objetivo más ambicioso. ¿Cuál? Armar un partido propio, desde el cual competir en las PASO del 2023. Porque los militantes del Evita se sienten subrepresentados, tanto en el Congreso, como en las intendencias y las gobernaciones. La “orga” más albertista, que arrastra una pica histórica con La Cámpora, incluso pretende articular un frente que convoque a otros actores y exceda la endogamia de los movimientos sociales. 

En La Matanza, ya hay una dirigente anotada para pulsear por la intendencia. Se trata de la legisladora Patricia Cubria, quien además es pareja de Pérsico. Cubria apunta a desbancar al histórico Fernando Espinoza. En Lanús, el elegido para competir es el concejal del Evita Agustín Balladares. Y en San Martín, el diputado Leonardo Grosso.

“Tenemos la decisión de jugar en los principales distritos del país”, comenta el Secretario General del Evita en la Capital Jonathan Thea. “Vamos a jugar en una PASO contra el que sea. Falta definir cómo armamos el partido y el frente, pero ya está resuelto. La idea es que el espacio esté abierto a otros actores”, afirma Thea, quien a su vez es Director de Coordinación del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).

Respecto al título de la fuerza política, hay varios nombres en danza. Pero todavía no se alcanzó un consenso. El salto a la arena electoral incluye a la agrupación Somos Barrios de Pie, coordinada por el funcionario del Ministerio de Desarrollo Social Daniel “Chucky” Menéndez. Somos Barrios del Pie es aliada táctica del Evita. 

“El esquema político subvalora la representación de los movimientos sociales. No refleja la representatividad real que tenemos. Vamos a conformar un espacio que exprese a los movimientos. Sostenemos al Gobierno, pero con una agenda que lo trasciende”, se ilusiona Menéndez ante elDiarioAR.

Chucky Menéndez fue candidato a diputado nacional en las últimas legislativas. El sociólogo ocupó el puesto número 16 en la boleta bonaerense encabezada por Victoria Tolosa Paz. Pero quedó afuera, tras la derrota del gobierno en la Provincia. 

Sin despegarse del Gobierno, pero con un ojo puesto en el internismo y en una inflación que no cede, El Evita quiere salir de la mera contención social. Busca expresar una agenda propositiva. Y algo más: la conducción se cansó de que hablen en su nombre. 

En la última legislativa, sus dirigentes quedaron relegados al puesto 21 de la boleta bonaerense. Además les bajaron listas en varios municipios bonaerenses para preservar la unidad del Frente de Todos. En las elecciones de 2019, también los habían raleado. Los únicos diputados alineados en esa organización social son Leonardo Grosso y Eduardo Toniolli. El Evita tiene 13 diputados bonaerenses y decenas de concejales. Y cuenta con representación formal e informal en las villas y asentamientos de la Capital y el conurbano. Según se jacta el dirigente del Evita y la UTEP, Gildo Onorato, “hoy podemos movilizar más de 300 mil personas a nivel nacional”.

El paisaje económico y político actual, sin embargo, no los favorece. Al Evita lo corren por derecha y por izquierda. Los precandidatos macristas y libertarios predican el evangelio del ajuste, con programas de shock y quita masiva de planes sociales. “Me dicen que es imposible sacar los planes en seis meses. Yo digo que es más imposible no sacarlos porque se van a quedar para siempre. Si no lo hacemos con convicción, nos comen el cambio”, aseguró Patricia Bullrich días atrás. La exministra de Seguridad realizó una suerte de pre-lanzamiento de campaña

Por izquierda, la agrupación oficialista se siente jaqueada por el Frente Unidad Piquetera. Ese colectivo se opone sin disimulo ni atenuantes a las políticas oficiales. El viernes pasado mostró su poder de juego callejero. El frente nuclea a unas 35 agrupaciones, vinculadas mayoritariamente al Frente de Izquierda. Su cara más visible es la de Eduardo Belliboni, del Polo Obrero. La adhesión a la unidad piquetera crece al calor del derrumbe de los ingresos. El costo de la canasta básica ya duplica el salario mínimo vital y móvil. El escepticismo social se expande como una mancha de aceite y regala reflexiones inesperadas. “Yo voto a Milei. Es más sincero que muchos y dice verdades”, sorprendió un piquetero de 69 años a la movilera de Crónica TV. Ocurrió en la marcha federal piquetera del 12 de mayo pasado. 

En la Argentina, alrededor de 1,2 millones de personas cobran 16.500 pesos del programa Potenciar Trabajo. A cambio trabajan medio día, haciendo tareas de limpieza, textilería, albañilería, pequeñas obras y agricultura, entre un sin fin de rubros. Los beneficiarios agregan changas, cuando el ciclo macroeconómico lo permite, para superar el umbral de la subsistencia. 

El sueño eterno (y trunco) de un Ministerio para la Economía Popular

Los jefes del Evita tienen cargo en el frente oficialista. Son Emilio Pérsico, secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social, y Fernando Navarro, secretario de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil de la Jefatura de Gabinete. El sociólogo Alexandre Roig, también referente de esa agrupación, es el presidente del INAES.

“En general no se entiende la dimensión política que tiene lo social. Por eso es clave contar con una herramienta electoral”, opina Alexandre Roig. Para el director del INAES, “existe una lógica que sólo habilita a los llamados políticos profesionales a presentarse a elecciones. Después uno escucha hablar a Milei sobre la casta, y algo de razón tiene”.

El Evita cuenta con una agenda propia dentro de la coalición oficialista. El principal reclamo del movimiento es que el Estado reconozca y formalice al batallón de trabajadores de la economía popular. Se trata de un universo de 5, 6 ó 7 millones de personas (no existen registros fiables) que viven adentro y también a pesar de ese sistema. Son mutualistas, cooperativistas, trabajadores de empresas recuperadas, recicladores de residuos, vendedores ambulantes, feriantes, artesanos, agricultores familiares, plomeros, carpinteros y demás cuentapropistas subempleados. 

“Es hora de reconocer, visualizar y registrar las actividades de la economía popular. Debemos avanzar en su productividad y crecimiento construyendo nuevas generaciones de derechos. Necesitamos dotarla de créditos para que la producción impulse hacia arriba a los sectores más postergados”, prometió Alberto Fernández. Lo planteó en el discurso de apertura de Sesiones Ordinarias, el 1ª de marzo. 

El speech presidencial entusiasmó a los jefes del Evita. Fernández parecía haber escuchado su reclamo de máxima. ¿Cuál? Que la llamada Economía Popular cuente con un ministerio específico. Pero la crisis permanente en la que vive el Frente de Todos archivó nuevamente esa posibilidad. Tal decepción potencia el salto de los movimientos a la pelea electoral. 

AF