Milei exhibió su sintonía con Trump y acusó a la izquierda de impulsar una “escalada inadmisible de violencia política a nivel global”

Donald Trump sabe que siempre puede contar con Javier Milei y Benjamín Netanyahu. También porque el primero está agradecido por el rescate del FMI y el segundo por las armas que usa para cometer un genocidio en Gaza. Y, así, en esa sintonía compartida, Milei se sumó a la narrativa trumpista de la supuesta violencia política ejercida por la izquierda a raíz del asesinato de Charlie Kirk, si bien no está nada claro que su móvil fuera izquierdista ni que militara en ninguna organización de izquierda o que tenga algún tipo de cultura política de izquierda.
MIlei, que practica el negacionismo de la violencia política de la dictadura, se presentó ante la Asamblea General de Naciones Unidas para acusar a la izquierda de practicar una “escalada inadmisible en la violencia política por parte de la izquierda a nivel global”.
MIlei, además, hizo su alegato habitual de recetas económicas anarcocapitalistas al tiempo que atacó a Naciones Unidas en la línea de Trump. De la misma manera, apoyó la caza de brujas de la Casa Blanca y la guerra comercial unilateral de EEUU.
En efecto, el supuesto anarcoliberal expresó su apoyo a los aranceles de Trump: “El presidente Trump entiende que es el momento de revertir una dinámica que estaba llevando a EEUU a una catástrofe. Y sabemos que una catástrofe en EEUU es una catástrofe global. Su férrea y exitosa política, en términos de ponerle un freno a la inmigración ilegal, lo deja más que claro. En otros países, por ejemplo, ya es demasiado tarde para esta decisión. No solo eso, sino que también está llevando adelante una reestructuración sin precedentes de los términos del comercio internacional. Una tarea de magnitudes titánicas, porque este sistema estaba depredando el corazón industrial de su país y sumiéndolo en una crisis de deuda sin parangón. Más aún, está llevando adelante una limpieza de la captura institucional del Estado americano, porque en el mismo se habían infiltrado facciones de izquierda que atentaban contra cualquier programa de reforma, por más necesario que fuera”.
“Advertí que la ONU se había alejado de su idea inicial para convertirse en un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales. Y pasamos de mediar la paz entre pares a decidir qué tiene que hacer cada uno de los individuos”, dijo Milei: “Rechazamos las extralimitaciones de agendas nobles. No acompañaremos el cercenamiento de los derechos naturales de los ciudadanos, y hemos votado en consecuencia: es preferible una verdad incómoda que una mentira confortable”.
Según Milei, “el mundo está estancado en el confort del presente”, y “los dirigentes prefieren hacer todo lo que está a su alcance para mantener el estatu quo heredado, incendian el futuro para mantener caliente el presente. Los incentivos apuntan a privilegiar repartir la riqueza de hoy por encima de generar la de mañana”.
“Es necesario que el pan de hoy no sea hambre para mañana y haya crecimiento económico”, afirmó quien negoció el rescate de su país con el FMI: “La condición del crecimiento es la sacralidad de la propiedad y el libre mercado. En el agrandamiento del Estado el político siempre gana poder el político. A cambio, sacrifica un futuro de mayor crecimiento. El Estado no crea riqueza, la roba, la destruye. El político tiene doble incentivo para esta traición intergeneracional”.
Milei, además, calcó el discruso triumpista de la migración: “El problema lo vemos cuando se abren las puertas a la inmigración, a una invasión, y los organismos internacionales no son ajenos a este problema. Esta organización ha ido creando organismos, agencias y programas hasta una hipertrofia. Así se engrosan los fondos recibidos”.
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