No es “karinismo”, es el Karinato lo que empieza

Una pregunta recurrente: “¿Y cuál es la ”inteligencia“ de Karina Milei?”. La respuesta nunca satisface a quien la plantea. Pero todo pasado tiene un principio, así que vuelvo al origen. De un hermano arquero en la infancia construyó un hermano que, en la adolescencia, imitaba a Mick Jagger en una banda de rock que se llamó Everest. A ese intérprete de covers, Karina lo convirtió en un conferencista. Lo llevó a la televisión, explotó su magnetismo en las redes sociales. Extrajo el personaje de la persona y lo hizo político. Armó dos campañas: la primera colocó a Javier Milei en el Congreso de la Nación; la segunda, en la Casa Rosada. Logró, en el primer año de gestión, que la Justicia electoral reconociera como partido de alcance nacional a La Libertad Avanza. Karina se autoproclamó presidente. Toda esa aventura -la diputación, la Presidencia, el partido- le llevó, apenas, tres años. Karina Milei hace nuevas todas las cosas. ¿Cómo hizo? ¿Cómo hace para de acumular poder y presupuesto? Hay algunas claves.
La primera es el aval absoluto, público y privado, que le ofrece su hermano. Anoche, Javier la recibió en el escenario con reverencias. Aunque sobre ella no se derrama el apoyo popular de Javier Milei que, a pesar del ajuste -sin estallido social- y su violencia discursiva -que no tiene costo alguno-, mantiene el nivel de aprobación. Karina Milei no perfora en las encuestas. Hasta el mes pasado acumulaba una imagen negativa alta, del orden del 55%. Pero le gustan los desafíos, más si la enfrentan. Karina estaba que temblaba con la invitación que le había hecho a los hermanos el expresidente Mauricio Macri. Era 2023, un encuentro en Los Abrojos. Pero Macri fue directo a Javier. A Karina la desconoció -para no decir que fue desprecio- toda la cita. Si su hermano había logrado el 17% de los votos en 2021 en la Ciudad de Buenos Aires, ese día la hermana decidió que su próxima aventura era arrebatarle CABA al macrismo. Hay más de despecho que de política ahí. Entendible en la menor de los Milei: pura emoción, aunque contenida al contrario de su hermano.
La diputación de su hermano, la Presidencia después, y el partido con alcance nacional le llevó, apenas, tres años. Karina Milei hace nuevas todas las cosas.
Que cómo hizo, que cómo hace. Está bien, a la secretaria General de la Presidencia la escoltan los Menem. Martín, presidente de la Cámara de Diputados, gymbro y dueño de una empresa que fabrica barras de proteína, que buscó la gobernación de La Rioja en 2023 y quedó tercero con algo más del 15% de los votos. Y Lule Menem. Karina sacó a Lule de la Cámara de Senadores, donde asesoraba desde hace cuatro décadas, y lo nombró subsecretario de Gestión Institucional. En este año y medio de Gobierno, la “gestión institucional” de Lule Menem fue ser el brazo ejecutor de Karina y acompañarla en el armado nacional de La Libertad Avanza. En Buenos Aires, la mano karinista es Sebastián Pareja, subsecretario de Integración Socio-Urbana. Pareja está enfrentado a Las Fuerzas del Cielo, organización de jóvenes encabezada por el legislador bonaerense Agustín Romo y Daniel Parisini, alias el Gordo Dan, enfilados detrás de Santiago Caputo, el asesor-funcionario. Hay, ahí, una cuestión generacional: micros, bombos y choripanes contra videos hechos con inteligencia artificial, deep fakes y uniformes. Pero no importa: todos trabajan para Karina.
El 30, siempre el 30. Número mágico de La Libertad Avanza. El 30% en la PASO de 2023, el 30% en las Generales. Casi 56% en el balotaje con el espaldarazo que le dio el PRO, el contricante que se volvió aliado. Cuesta ver al rico Mauricio Macri mendigando atención a los hermanos. Macri no logra entender que a él no lo necesitan, que Karina busca por debajo -porque ella se hizo de abajo- y lo único que quiere del macrismo es llevarse a sus referentes. El 30% de los votos consiguió ayer el incondicional karinista, Manuel Adorni. Votó medio padrón porteño: ¿habrá hecho efecto en el núcleo duro libertario ese mensaje que enviaron “Andá a votar. Levantá el culo del sillón. El país te necesita. Tenés tiempo hasta las 18hs. Buscate en el padrón”?

Adorni, forista en la época en que tener Internet en casa era un lujo; exgerente de concesionarias de autos; tuitero estrella y vocero presidencial. En la campaña a concejal por la Ciudad no hizo una sola propuesta para mejorar la vida de los porteños. Y se llevó la mayoría en el distrito que marchó en defensa de la universidad pública, en defensa de los jubilados, en defensa del colectivo LGBTIQ+. Núcleo duro mileísta, 30%, el que levanta el culo del sillón un domingo.

La hermana impuso en el movimiento libertario un sistema verticalista que responde más a ella que Javier, el presidente. Quién se atreve a cuestionar los lineamientos del movimiento que dirige Karina se convierte en un cadáver político. Lo sabe Ramiro Marra que ayer quedó atrás de la izquierda en cantidad de votos. Consolida nombre propio a fuerza de obediencia. Para su hermano es “su ángel guardián”. La imagen es bonita pero oculta otra cosa: Javier es el primero en rendirle pleitesía. Él la llama El Jefe pero en realidad es su empleado. No, no hay razonamiento político clásico en Karina. No hay noción alguna en temas relacionados a la Economía. No tiene ganas de entender cómo funciona un Estado. Para ella el feminismo es una forma de “discriminación positiva”. Tampoco ostenta el don de la oratoria -y acaso por eso no ofrece entrevistas-. ¡No! No responde al patrón del funcionario público tradicional.
El secreto de Karina es haber entendido muy rápido que su hermano es un producto pasible de ser vendido. Y el otro secreto es la supervivencia. Sobrevivió a los cuatro estadíos del movimiento que ya no es outsider, sino centro. Para 2021, la subestimación: “Estos son unos payasos, unos locos”. Ese mismo año, “Kari” se convirtió en El Jefe y con su hermano ya ubicado como diputado entendió que se instalaba en la sociedad “una moral libertaria”.
Para 2022, año de reposo político, Karina no dejó de hacer campaña. En 2023, Javier Milei y Victoria Villarruel empezaron a ser vistos como opción en medio de la disputa por la Presidencia. Después de tres instancias de votación, el movimiento se volvió hegemonía. Karina resistió el vértigo de un sistema que desconocía por completo. Es la misma mujer que en Instagram postea, por ejemplo, “si la gente tuviera el corazón de un perro la maldad no existiría” o “hay batallas que requieren tu silencio porque toca ver cómo Dios pelea por tí”.
Quién se atreve a cuestionar los lineamientos del movimiento que dirige Karina se convierte en un cadáver político. Lo sabe Ramiro Marra que ayer quedó atrás de la izquierda en cantidad de votos.
La hermana genera resistencia entre la militancia libertaria: “Yo no la voté”. Y en varios funcionarios públicos. Incluso con Santiago Caputo que suele decir a los propios: “Viste cómo es Kari...”. ¿Y cómo es? Es caprichosa como una nena, necesita que la miren como se mira a las princesas. Si la dejan afuera se enoja. Su manejo de poder es rústico, barrial, silvestre y por todo eso, bastante predecible.
El Jefe es un personaje en desarrollo que podría tener una vida larga al lado del hermano. Dijo también el Presidente: “Quien no entiende a Karina, no entiende a La Libertad Avanza”. Karina Milei es una mujer común que se volvió una excepción. De haber sido testigo de la violencia física y psicológica que el padre de ambos ejerció contra su hermano, de alumna marginada en el aula, a recibirse de licenciada en Relaciones Públicas y ganarse la vida vendiendo tortas. De eterna secretaria -empleo al que se dedicó entre 1991 y 2007 en distintos lugares- a Secretaria General de la Presidencia. De ciudadana a armadora política: ella también se hizo de nuevo.
VDM/MC
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