Con el aval de Macri, el radicalismo de Tucumán apura un acuerdo con el partido de Bussi
Mauricio Macri le agradeció especialmente. “Siempre nos recibieron muy bien en Yerba Buena. Gracias, intendente Mariano Campero por la amabilidad y el coraje”, le dedicó. Se refería al discurso de defensa a la gestión macrista que, incluso después de la derrota de 2019, el radical Campero nunca abandonó. En las presidenciales de 2019, Macri sólo ganó en dos ciudades de Tucumán: San Miguel y en Yerba Buena, un municipio próspero de 65 mil habitantes, ubicado al oeste de la capital.
El jefe del PRO elogió a Campero el jueves pasado durante un zoom en el que participaron unos 200 dirigentes tucumanos. Los más importantes eran los referentes nacionales de la provincia: los diputados José Cano y Domingo Amaya y la senadora Silvia Elías de Pérez. Si bien Macri ya había empezado sus vacaciones en un country de Villa La Angostura, tenía la teleconferencia pautada de antemano. Durante una hora escuchó y arengó a la tropa de Juntos por el Cambio en Tucumán.
Tras el mimo del expresidente, el intendente Campero decodificó el apoyo en función de sus planes. Lo leyó como un aval para organizar una unidad opositora amplia, con un objetivo central: desbancar al peronismo gobernante en 2023. El radical Campero, de 37 años, pretende ganarle al sucesor del albertista Juan Manzur, quien va por su segundo mandato y no cuenta con la posibilidad de otra reelección. Para Campero, lo ideal sería que él mismo fuera el candidato a gobernador de un frente que incluya y trascienda a Juntos por el Cambio. ¿A qué otros dirigentes y partidos busca sumar el intendente radical? Respecto a políticos sueltos, el apuntado es el economista (tucumano) Alfonso Prat-Gay, con el que mantiene conversaciones desde hace meses. El ex ministro de Hacienda de Macri recorrerá la provincia en enero junto a Campero.
El intendente también apunta a incorporar a Fuerza Republicana, el partido fundado por el genocida Antonio Domingo Bussi. De la mano de FR, Bussi gobernó Tucumán entre 1995 y 1999. Actualmente, el sello bussista cuenta con ocho legisladores provinciales, incluido el hijo de Antonio, Ricardo Bussi.
“Necesitamos ampliarnos para ganar en 2023. Pero antes tenemos que ir unidos con un frente electoral opositor a Manzur en el 2021. Lo venimos charlando con Bussi y Juntos por el Cambio. La idea es, en vez de concentrarnos en los desacuerdos, enfocar en los puntos que compartimos: seguridad, transparencia institucional, mejorar la justicia. Ahí pensamos igual. Macri está al tanto y le parece bien. En definitiva Horacio Rodríguez Larreta hizo lo mismo en la Capital”, afirma Campero. En Yerba Buena, el intendente radical cuenta con funcionarios y dos legisladores macristas, los únicos amarillos de la provincia.
“Es la forma de generar una fuerza política competitiva. Yo nací en 1983, ya en democracia. No estoy a favor de la tortura. Fuerza Republicana fue electa por el voto popular. Los tanques y las milicias no tienen nada que ver”, aclara Campero.
No es el único exponente de JxC que apura un acuerdo con el bussismo. En Tucumán hay tres intendentes radicales: Campero, Roberto Sánchez (de Concepción) y Sebastián Salazar (de Bella Vista). El intendente Sánchez también impulsa el acuerdo con Fuerza Republicana. Y Salazar, duda.
Los referentes nacionales de Juntos por el Cambio, los diputados nacionales Cano, Amaya y la senadora Elías de Pérez, se muestran reacios a una alianza con el bussismo. Si bien mantuvieron conversaciones con el legislador Ricardo Bussi, actual jefe de Fuerza Republicana, le escapan a la connotación del apellido.
“Con Campero y Sánchez está todo muy avanzado. Ya está cerrado en realidad. Algunos, en cambio, plantean una cuestión ideológica. Cano y Elías de Pérez tienen problemas porque quieren renovar sus bancas en 2021. Pero están muy desgastados y no tienen estructura”, se queja Ricardo Bussi, el hijo del militar condenado por crímenes de lesa humanidad. “Durante el Proceso yo tenía 14 años. Y mi papá fue gobernador de la provincia elegido por el pueblo. No encuentro motivo para la discriminación. Cuando gobernó Tucumán, entre el 95 y el 99, casi todo su gabinete era radical”, agrega el legislador.
Desde la restauración de la democracia, en 1983, el peronismo ganó todas las elecciones ejecutivas de Tucumán. Con una excepción: el triunfo de Antonio Domingo Bussi en 1995. El militar había fue interventor de facto de la provincia entre 1976 y 1978. Y antes, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, había comandado el Operativo Independencia que combatió a sangre y fuego a las organizaciones armadas.
En 2003 Antonio Bussi fue elegido intendente de San Miguel de Tucumán. Pero no pudo asumir. A los tres meses fue detenido por la desaparición de Guillermo Vargas Aignasse. En 2007 se multiplicaron las causas en su contra. Y en 2008 fue condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad. En 2011, murió.
Tras su etapa como gobernador electo, Fuerza Republicana se volvió una marca estable en el sistema político tucumano. En las elecciones legislativas suele mejorar su performance respecto a las instancias en las que se eligen cargos ejecutivos. El partido bussista capta el descontento anti-sistema que, más o menos, según el momento, se respira en Tucumán. Pero a la vez se encuentra completamente integrado a la dinámica local. De hecho, la mayoría de sus legisladores votó a favor del presupuesto 2021 de Manzur. “Es una Pyme de la política tucumana, funcional al gobierno de turno”, resume crudamente un consultor provincial. Si bien se instaló como un partido fijo pero minoritario, el radicalismo necesita de su caudal de votos para desbancar al peronismo. O al menos eso creen los dirigentes de la UCR en Tucumán.
AF
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