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ANALISIS

De la teatralidad del general AnCap a la dramatización del Pacto de Mayo

Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, también firmó el Pacto de Mayo
9 de julio de 2024 18:16 h

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Todo esto que parece un suceso ya ha sucedido. 

A principios de 2019 y en un evento de animé, el economista Javier Milei se presentó como el General (Anarco Capitalista) AnCap. Antifaz, catsuit negro, capa amarilla y un cetro dorado: un superhéroe llegado de Liberland, un páramo de siete kilómetros cuadrados ubicado “entre Serbia y Croacia” exento de impuestos, “donde se cree en el individuo y no hay lugar para colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”: así se presentó. Hay una filmación casera dando vueltas por Internet.

Cinco años después de aquella performance, anoche, el presidente Javier Milei entró en el Salón de la Jura de la Independencia, el único ambiente que se conserva de la Casa Histórica de Tucumán, para firmar su Pacto de Mayo. El traje de siempre, el chaleco antibalas marcándole los hombros, el brushing y las patillas: “Cuanto más libre es un pueblo, más rico se vuelve. Por eso, en consonancia con este mandato, desde el gobierno perseguiremos una agresiva agenda de desregulación en todos los órdenes de la actividad económica”, avisó en su discurso.  

Salvo la elegancia de la cadena nacional, no hay diferencias entre uno y otro. El general AnCap habitaba su ilusión revolucionaria, un justiciero que venía a liberarnos de los zurdos empobrecedores para terminar con cien años de decadencia socialista, etcétera. Pero Milei tuvo que colgar el traje de superhéroe y ajustarse otro disfraz: el de Presidente. El cosplay incluye la banda y el bastón de mando, otro rasgo en la teatralidad mileísta dado que no hay registro de un jefe de Estado que necesite llevar esos accesorios para recordarnos quién manda.

La puesta en escena del Pacto de Mayo estuvo a cargo de Karina Milei, una mujer sobresaliente en el arte de los simbolismos y de la imitación. Sí, Karina es “licenciada”: licenciada en Relaciones Públicas, título obtenido en el año 2001 en la UADE. En esa institución hizo, también, un curso de Gestión Integral de Eventos y un posgrado en Ceremonial y Protocolo. Los títulos de Karina son más fáciles de probar que el dudoso doctorado del Presidente. Milei nunca cursó un doctorado en Economía. Apenas le dieron un Honoris Causa en la academia de Alberto “El Prócer” Benegas Lynch. 

Es Karina quien imagina, organiza y dispone la escenografía de cada acto de su hermano. Se “inspira”. Para el evento de Tucumán, por ejemplo, tomó como referencia una obra de Francisco Fortuny (España, 1865 - Buenos Aires, 1942) llamada Congreso de Tucumán y fechada en 1910, que recrea la firma de los congresales que decidieron en asamblea nuestra Independencia. Exactos 208 años después, el montaje del acuerdo entre Milei y un buen grupo de gobernadores proyecta lo que esta gestión de Gobierno carece: orden, civilización, higiene, forma y posición social. La dramatización incluye a un hombre, uno solo, al final de ese pasillo humano. Otro “como si”: como si Milei fuera la única y última solución. El elegido.

Hubo puntos ciegos en la transmisión oficial, cosas que no se vieron. Y las que sí: sillas vacías, la marcha de San Lorenzo balbuceada. Además de tramos de silencio, no se ha transmitido de manera completa qué sucedía dentro de la Casa Histórica. ¿Una decisión o falta de planeamiento? Quien lo siguió por radio no pudo armar el cuadro. El cineasta Santiago Oría, documentalista personal del Presidente nombrado en mayo como director de Realización Audiovisual de la Presidencia de la Nación, tiene acceso privilegiado a todos los actos de Gobierno. Oría está generando material audiovisual reservado, por lo pronto, a unos pocos. ¿Qué destino tendrán esas horas y horas de video?

Milei llegó a Tucumán cuatro meses después de anunciar el tan sufrido Pacto de Mayo. El apoyo a su gestión es alto a pesar de la recesión. Logró la foto con 18 de 24 representantes de las jurisdicciones del país. Tiene un decreto en vigencia -el 70/2023- y una Ley Bases -magra pero negociada hasta el final- promulgada. El Pacto de Mayo fue el cierre de la Fase 1 de Gobierno. Y como en todo evento, hubo un dress code: total black. La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, obediente, fue una Morticia en la noche tucumana. De la diputada Lilia Lemoine solo pudimos ver el cuello de una polera (negra) y las solapas de una campera de cuero (negra): sucede que la ubicaron en la fila de atrás y para el primer plano quedó lejos. Karina Milei lució un set rojo, como los Infernales de Güemes. 

Una noche de tres grados en San Miguel de Tucumán. Mauricio Macri chupó frío afuera de la casita mientras adentro los gobernadores cumplían con la obediencia de la firma. Macri, que voló de Londres a Madrid, tocó Buenos Aires y llegó a Tucumán para volver a despegar a Europa, se frotaba las manos. Le dieron la última silla de la primera fila, al lado de la valla asignada a los periodistas. Ni un cameo para el expresidente. Karina puede ser despiadada. Igual él ya tuvo su pacto con los gobernadores. Fue en mayo de 2016, cuando su Gobierno y las provincias firmaron un acuerdo por la devolución del 15% de la coparticipación. Un déjà vu helado.

La Libertad Avanza puede ser sutil para los desplantes. Victoria Villarruel también: la vicepresidenta acusó una gripe que igual no le impidió participar esta mañana del desfile militar. A todo esto, lo del desfile militar tampoco es nuevo. El último fue en 2019, bajo la presidencia de Macri. De pie en el palco oficial, entre Milei y Karina, Villarruel no desplegó ni una carilina que, más o menos, justifique el faltazo en el Pacto de Mayo.

Como en el tedeum del 25 de Mayo, Villarruel tomó del brazo al Presidente y caminaron juntos hacia la Catedral. Esta vez, de rojo fue ella y Karina usó un tapado blanco. Victoria Villarruel pertenece a una familia militar. Su padre, Eduardo Villarruel, fue jefe compañía de Comando 602, el segundo de Aldo Rico durante la Guerra de Malvinas. El abuelo de Villarruel era contraalmirante, un hombre que dirigió una enciclopedia de diez tomos de Historia Naval Argentina. Ernesto Guillermo Villarruel, el tío de la vicepresidenta, fue Capitán en el Regimiento de Infantería 3 de La Tablada. En 1977 ordenó un operativo ilegal en una casa de Ezpeleta. Estuvo prófugo de la Justicia. Lo detuvieron en 2015 cuando fue a votar. Le diagnosticaron Alzheimer y evitó ir a juicio. 

Villarruel quería un homenaje para los veteranos de Malvinas frente al edificio del Congreso. Lo había planeado para el 2 de abril pero Milei lo suspendió porque “era muy caro”. La vicepresidenta tuvo que esperar, pero le dieron la avenida del Libertador. Hacia el final del desfile, un tanque súper blindado se detuvo y le tocó bocina a ella y a Milei. Bajaron del palco para treparse a la máquina emisora de balas. Saludaron a la familias como el rey y la reina de una comparsa. “Se suman al fervor popular”, relató el locutor oficial. Una metros nada más, un paseíto. Milei y Villarruel volvieron al palco rodeados de custodia. Él estaba feliz como si lo hubieran llevado a un pelotero. Ella parecía recién bajada de una carroza de ensueño. El sol del mediodía caía como caen las cuchillas, filosas. Karina Milei vigiló desde el palco. Todo esto que parece un suceso, en realidad, ya ha sucedido. 

VDM/DTC

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