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Crimen de Báez Sosa: los tres motivos por los que los imputados podrían recibir perpetua o quedar en libertad

Juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa. Los acusados escuchan los alegatos de la fiscalía y la querella el 25 de enero de 2023.

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El hecho es uno y es éste: a las 4.44 de la madrugada del 18 de enero de 2020, Fernando Báez Sosa, 18 años, fue golpeado por un grupo de jóvenes que lo atacaron por la espalda frente al boliche en el que habían coincidido todos, Le Brique, ubicado sobre la Avenida 3, en Villa Gesell. La paliza duró 45 segundos. Los agresores se fueron caminando. La víctima fue asistida por una médica que llegó en una ambulancia a las 5.07 y lo encontró sin signos vitales. Siete minutos después, a las 5.14, lo ingresaron al shockroom del hospital municipal. A las 6 firmaron el certificado de defunción. Los atacantes fueron detenidos cuatro horas después, a las 10.38, en el chalet que alquilaban. Los imputaron por el delito de homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas y, además, lesiones leves.

Tres años después, en plena feria judicial, con una cantidad de prueba contundente y la declaración de 87 personas, los ocho imputados por el crimen de Báez Sosa podrían obtener la libertad o una condena a perpetua. El hecho es el mismo, el castigo es bien diferente. En medio de esas opciones, la defensa propuso otra: homicidio simple con dolo eventual, delito que prevé una pena de 8 a 25 años de cárcel. Para la Fiscalía y la querella está comprobado que los acusados elaboraron un plan de interceptar y matar a golpes a Báez Sosa en venganza por un altercado que habían tenido dentro de la disco.

Para la defensa la agresión existe, pero también existen varios “pero”: no pudieron comprobar la intención de matar ni la planificación, también es discutible que la víctima haya estado indefensa al momento del ataque. Hugo Tomei, abogado de los imputados, apuntó que sus asistidos deberían ser absueltos por la “incongruencia” entre la imputación original y la planteada por la acusación en sus alegatos. Pidió que, en caso de ser condenados, el hecho debería ser encuadrado como un “homicidio en riña”, que contempla una pena máxima de seis años. La sentencia será el lunes 6 de febrero.

Que hubo una intención de matar

“Quiero pedir disculpas porque jamás se me hubiese ocurrido tener intenciones de matar a alguien. Escuché varias cosas sobre mí, cosas en las que no me reconocía. Jamás en la vida tendría esa esa intención. Me lastima saber que estuve en ese lugar esa noche”, dijo Máximo Thomsen cuando pidió la palabra, de manera intempestiva. Que no tuvieron intención fue una frase que, de diferentes maneras, apareció en el ofrecimiento de disculpas que hicieron ayer los ocho imputados.

Gustavo García, fiscal, lo replicó en su alegato de anteayer: “No hay duda de que hay intención de matar. Una persona de 18 o 19 años, ni hablar si es deportista, tiene un poder al patear... Si le pega una patada en la cabeza a alguien, o varias, por lo menos tiene que saber que lo van a matar. La patada produce lesiones internas que son irreversibles”.

Diego Duarte, el perito que practicó la autopsia al cuerpo, detectó una marca a la altura del maxilar izquierdo de Báez Sosa y la mandó a peritar. Haydeé Almirón, jefa del Laboratorio Científico de la Policía Federal de Mar del Plata, determinó que esa estampa de curvas y zigzag de poco más de seis centímetros de largo por dos de ancho correspondía a la suela de la zapatilla que calzaba en el pie derecho de Máximo Thomsen. De entre todas las marcas ésa es la única que los peritos pudieron aislar y adjudicar. Y aún así no implica que haya sido la patada -¿o el pisotón?- mortal. Báez Sosa murió por un shock neurogénico. Simple: la parte que conecta el cerebro con el resto de los órganos vitales dejó de funcionar. El cráneo, a pesar de los golpes, no se rompió.

Defendió Tomei: “El perito no pudo determinar cuál de los golpes causó la muerte. Se habló mucho de Máximo Thomsen como el líder, el monstruo. Esa pisada que él reconoce como propia no lastimó la boca, la encía, las piezas dentales ni los labios. Sin dolo no hay caso”.

Que hubo un plan para matar

Bajo la premisa de que “todos asesinaron, todos mataron”, las partes acusadoras sostuvieron que hubo “dolo”, es decir: un plan mentado para asesinar a Fernando. Dijeron que durante siete minutos, los imputados coincidieron con Báez Sosa y sus amigos en la vereda de enfrente a Le Brique, el boliche de donde ambos grupos habían salido. En ese tiempo, dos -Ayrton Viollaz y Lucas Pertossi- se aseguraron que no hubiera custodia policial en la cuadra. Cuando Viollaz da la orden de arrancar el ataque, Enzo Comelli y Ciro Pertossi le asestan a Fernando las dos trompadas que lo desmayan. Luego se suma el resto.

Fabián Améndola, querellante, aclaró que “el plan se acredita a partir de la forma de comisión del hecho; no eligieron cualquier forma: eligieron una forma alevosa, no hay que hablar de división de roles porque todos golpearon a Báez Sosa y todos evitaron que recibiera ayuda”. Gustavo García, fiscal, afirmó: “Hay múltiples golpes en la cabeza de Fernando. En el torso que produjeron lesiones gravísimas y todas contribuyeron a darle muerte. Nosotros complicamos las cosas buscando cuál de todas la patadas lo mató. Todos los golpes lo mataron”.

Sobre este punto, la defensa planteó la absolución para todos. Dijo que llegó al juicio con una acusación diferente: que cinco de sus asistidos eran agresores directos y que ahora lo eran los ocho. Para reforzar esa línea, remarcó que los imputados tenían dos autos con los que podían huir y no lo hicieron. Que, además, filmaron su propio crimen, es decir, que se pusieron de acuerdo para matar y grabar la muerte. Y que entregaron a la policía sus celulares, cada uno con su clave. 

“La fiscalía aprovecha los siete minutos que no registra ninguna cámara y dice que en ese tiempo se organizaron. Es falso, inverosímil o poco consistente. Nunca hubo un dolo de matar. Pero claro, cómo le vamos a creer a Thomsen, por ejemplo, si es un salvaje, si es un asesino”, ironizó Tomei. Toda su alocución giró en torno a la mediatización del caso. Dijo, incluso, que “toda la evidencia está contaminada” por haber sido expuesta en medios de comunicación y redes sociales antes del juicio.

Pero algo pasó antes del ataque. Ciro Pertossi le entregó a Juan Pedro Guarino -detenido primero, sobreseído después- un suéter color claro y Lucas le dio una billetera. Inmediatamente después arrancó la agresión. ¿Por qué los primos Pertossi darían en guarda un buzo y una billetera antes de acercarse a Fernando y sus amigos? ¿Por qué Guarino recordó con dificultad que llevaba un buzo a los hombros que no era suyo y no recordaba que le había “cuidado” la billetera a Lucas?

Que aprovecharon que la víctima estaba indefensa

Fernando Báez Sosa cruzó desde Le Brique hasta el kiosco de enfrente a las 4.32. Estaba en cueros, la camisa negra en la mano. Detrás suyo iban dos amigos. Compraron helados de uva. Los amigos que habían quedado dentro iban saliendo del boliche para reunirse con ellos. A las 4.42 el grupo de Fernando estaba en la vereda, charlando en una ronda. En ese momento sucede el ataque. Dijo Gustavo García, fiscal: “Fernando estaba 'regalado'. Sus amigos también. A Fernando le dieron un golpe que lo dejó knockout. Parecía un gatito recién nacido en el piso. Y le pegan y le siguen pegando”. Para la fiscalía, parte del plan que pergeñaron en esos siete minutos fue atacar en simultáneo por la espalda y por al menos dos flancos, aprovechando que Báez Sosa estaba distraído, relajado. Surge de los fragmentos de los videos y de las declaraciones de los testigos.

La defensa también lo puso en duda. Exhibió los croquis que pidió a tres testigos que dibujaran durante su declaración. Tatiana Cano, empleada en el bar lindero de Le Brique; Chiqui Muñoz, jefe de Seguridad de Le Brique; y Tomas Bidonde, testigo visual: ningún dibujo coincidía entre sí. “Es imposible que desde la puerta de Le Brique se vea con claridad lo que pasa detrás de un auto”, sugirió Tomei. Los que dijeron haber visto todo, vieron cosas diferentes. El abogado volvió sobre la semilla de su tesis: la evidencia está contaminada por haber circulado en medios de comunicación, por haberse viralizado en redes sociales: “Un cúmulo gigante de información en un sólo sentido: la condena”.

VDM

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