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Pablo Riggio

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Los carteles anuncian un “gran festival medieval del oeste”, donde los fanáticos y los curiosos podrán recorrer el paseo de artesanos y comprar armaduras, vestimentas, lanzas, cuernos y pipas, entre otros elementos típicos de la Edad Media. Habrá actividades para los más chicos, informan los letreros, y no faltarán hidromiel ni cerveza artesanal para hacer la jornada un tanto más jovial. El plato fuerte será el torneo nacional de 3 vs. 3, que cautivará la atención del ferviente público con peleas cuerpo a cuerpo de hombres y mujeres armados con espadas, escudos y yelmos.

No se trata de un viaje en el tiempo ni una nueva temporada de “Game of Thrones”. Esta competencia es real y se realizará a cinco cuadras de la estación Ramos Mejía el próximo 12 de marzo, cuando seis de los más de 20 clubes de combate medieval que hay en la Argentina se midan en una serie de peleas que recrean las legendarias luchas de los siglos XIV y XV, con réplicas exactas de las armaduras e indumentarias que se utilizaban en aquella época. Una disciplina que cada vez encuentra más adeptos y tiene a la Argentina como uno de sus representantes más prestigiosos en Latinoamérica.

Un poco de historia

El combate medieval surgió en Europa en el siglo XI y evolucionó con el correr de los años hasta alcanzar su auge entre los siglos XIII y XIV. Sucede que en la Baja Edad Media los conflictos bélicos entre las civilizaciones de Eurasia eran moneda corriente, entonces los nobles debían mantenerse entrenados durante los breves períodos de paz -y despuntar el vicio de revolear hachazos y espadazos, claro-. Era un deporte de contacto en el que se utilizaban armas sin filo ni punta, en una época de sofisticación del combate e innovaciones bélicas.

Juan Fortunato, diseñador gráfico, presidente de CAF Medieval (uno de los torneos de esta disciplina en la Argentina) y del club Ignis Bellum, brinda algunos detalles más a elDiarioAR: “En un principio no había reglamento ni jueces, entonces se apostaban armas y armaduras y se batían en duelo frente al público. Era común que alguno, por no rendirse, terminara muriendo. El combate medieval no tardó en convertirse en un deporte de masas, lo que llevó a los reyes y nobles de diferentes regiones a organizarlo un poco, con reglas más claras”.

Por diferentes motivos, como la introducción de nuevas armas de pólvora para la guerra y la intervención eclesiástica, a fines del siglo XIV la Iglesia prohibió este tipo de torneos en algunas regiones y el combate medieval poco a poco comenzó a extinguirse… Hasta fines de la década de 1970. 

“En Rusia había un grupo de recreacionistas (personas que reconstruyen la historia en vivo para estudiarla), que confeccionaban ropa, hacían artesanías y comida y reproducían actividades típicas de la Edad Media -explica Fortunato-. Entre esas actividades se encontraba la parte bélica. Empezaron a confeccionar las armaduras y a entrar en el mundo de los combates medievales. Así fue que en Rusia se popularizó y se elaboró un reglamento que fue evolucionando hasta el día de hoy. Se expandió en todo el mundo y en Ucrania, por ejemplo, es considerado deporte nacional”.

Hay dos federaciones que regulan el deporte a nivel internacional, la HMB y la IMCF, que cada dos años realizan un mundial en el que compiten más de 40 países, entre ellos, la Argentina. El país tiene su propia selección, que es de las más prestigiosas del continente, junto con la de Brasil y la de los Estados Unidos. A nivel local, hay 21 clubes de combate medieval. Algunos de ellos son invitados a participar de torneos internacionales, donde se miden con las mejores instituciones de la disciplina, que provienen de Rusia, Ucrania y Polonia, países tan mencionados por estos días.  

Las reglas del combate medieval son bastante claras. Se juega al mejor de tres rounds, y el equipo que logre mantener de pie a la mayor cantidad de participantes gana el round. Para derribar a un rival son válidos todos los golpes, excepto algunos específicos, como estocadas o aquellos aplicados en la nuca o las articulaciones. La cantidad de integrantes de cada equipo puede variar (por lo general son de 3 vs. 3, 5 vs. 5 o 10 vs. 10, aunque en una ocasión se incorporó una categoría masiva de 150 vs. 150), y también se realizan duelos individuales.

Profesión: herrero medieval

La armadura cumple un rol fundamental en el combate y debe estar en excelentes condiciones, ya que brinda protección para amortiguar los duros golpes propinados por los rivales. Pero la seguridad no es su única función: también tiene una finalidad estética.

“Deben ser históricas -cuenta Fortunato-. Todo el equipamiento que llevamos se llama ‘práctica de museo’, es decir, existieron en algún momento de la historia. Tienen que ser idénticas a la vestimenta que utilizaba una civilización específica entre el siglo XIV y el XVI. Cada país tiene un ente de historicidad que regula las armaduras y evalúa si cada equipo cumple con los requisitos técnicos. Hay alrededor de 15 herreros en la Argentina que se dedican a hacer yelmos, guantes, armaduras y armas”.

La armadura evoluciona a la par del luchador. Se trata de un deporte caro, en el que se requiere como mínimo una inversión de $150.000 para hacerse con la vestimenta completa, arma incluida. Por ese motivo, los deportistas suelen comenzar de a poco: primero van por las piernas, luego los brazos, y alrededor de un año después de empezar a entrenar, cuando ya están listos para competir y convertirse en unos verdaderos caballeros del medioevo, terminan de completar la armadura.

Quien conoce del tema como pocos es Marcelo Cammarata, uno de los herreros medievales más respetados por los luchadores, que realiza trabajos para clubes de todo el país. 

¿Cómo llegaste a esta profesión tan particular?

Soy maestro de obra, trabajé en una metalúrgica y siempre hice trabajos de herrería. A través de un amigo conocí el combate medieval y, de a poco, empecé a hacerme mis propias herramientas. Después algunos compañeros me empezaron a pedir que les hiciera las suyas, así que comencé a venderlas y ahora me dedico exclusivamente a esto.

¿Cuánto demora el proceso de fabricación de una armadura completa?

Lleva un mes y medio, aunque todo depende de la armadura que se quiera y de la época y región a la que debe corresponder. Por ejemplo, no podés hacer un guante de Rusia para un traje típico de Francia, son modelos distintos.

¿De qué materiales son las armaduras?

Hay varias opciones. Pueden ser de hierro o chapa común, pero ahora se está laburando mucho con acero inoxidable. Este material tiene varias ventajas: necesita la misma mano de obra que el hierro común, pero es más duro, entonces no se abolla tan fácil ante los golpes. Además, al no oxidarse requiere de menos mantenimiento, y en cuanto a lo estético es más brillante. Por otro lado, en Europa se usa mucho el titanio, que pesa un 60% menos que el hierro, pero acá es difícil de conseguir y muy caro.

¿Y las armas?

Los materiales de las armas, que no pueden tener filo ni punta, los trabajo por desgaste. El arma que más piden es la espada y yo tengo una planchuela del tamaño de la misma, que suele ser de 71 centímetros; ahí le doy la forma y luego la mando a templar.

¿Qué significa para vos ser un herrero medieval?

Nunca hice deporte, solo iba a gimnasia en el colegio, y lo hacía de mal humor. Pero cuando encontré este deporte me pregunté por qué no lo había hecho antes. Es un cable a tierra y me pone feliz ser un herrero medieval.

Grito de guerrera

El combate medieval supo ser un deporte casi exclusivo para hombres hasta que Andy Di Francesco, una luchadora argentina, logró llegar a un comité mundial de capitanes. Allí expuso la lucha que muchas otras chicas, al igual que ella, estaban dispuestas a dar fuera del campo de batalla: la lucha por la inclusión. Al año siguiente, en 2014, las federaciones internacionales comenzaron a regular el combate femenino.

Sofía Giampietro lleva seis de sus 26 años peleando en combates medievales. Forma parte del club Dragones Atlánticos de Mar del Plata e integra el seleccionado nacional femenino (en junio iba a disputar el mundial en Rumania, pero se suspendió por la guerra en Ucrania). Al igual que muchas otras mujeres en todo el país, agradece la lucha de Di Francesco: “Hubo un gran crecimiento de la disciplina en los últimos años y sin dudas somos el país de Latinoamérica con más equipos femeninos”

¿Qué fue lo que te atrajo de este deporte?

Un conocido lo practicaba y arranqué a entrenar con él. Nunca había hecho deporte en mi vida, pero desde aquella vez no paré. Me re enganché y me llevó a hacer deporte paralelamente al combate medieval: entreno la parte técnica en el club tres veces por semana y hago crossfit de lunes a sábado, que me sirve para las luchas porque me da aire, resistencia y trabaja todos los grupos musculares.

¿No te parecía peligroso?

Todos los deportes tienen un peligro, pero acá contás con una armadura. A excepción de que se corra alguna protección, estamos seguros y tenemos un equipo que nos respalda. De todas formas, no puedo decir que nunca me entró algún golpe, es medio inevitable. Una vez se me corrió el casco, me pegaron en la cabeza y me desmayé.

¿Qué le falta al combate medieval femenino para estar a la altura de las grandes potencias?

Por un tema económico a veces se nos complica mucho viajar, no podemos comprar todo el equipamiento que quisiéramos y quedamos detrás de los demás equipos. Por eso necesitamos que nos ayuden a que se acerquen sponsors. Lo pueden hacer entrando al perfil en Facebook de Los Cóndores, que es la Selección Argentina de combate medieval.

Cuando se enciendan las luces del campo de batalla, Sofía y sus compañeras realizarán un viaje en el tiempo sin escalas. Los celulares, las computadoras y el Wi-Fi se quedarán en este plano, junto a todos los problemas. Serán, aunque sea por un rato, las guerreras de Dragones del Atlántico: “Siento orgullo de ser una luchadora y quiero que trascienda este deporte”.

PR

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