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Llevaba tres kilos de cocaína pegada al cuerpo, la atraparon pero la absolvieron por su “vulnerabilidad”

La mujer fue detenida en el paso Cardenal Samoré. Iba hacia Osorno. La detectaron los perros de la Gendarmería.

Alejandro Marinelli

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Viajaba en un micro por la Patagonia, muy lejos de su casa en Salta. A medida que se acercaba al paso fronterizo con Chile se ponía más nerviosa. Los perros subieron por las escaleritas y fueron directamente hacia ella. Debajo de la camiseta tenía casi tres kilos de cocaína pegadas al cuerpo. La acusaron por tráfico de drogas, con penas de cumplimiento efectivo. Iba a correr el mismo destino de las cientos de mulas que están en la cárceles federales de su provincia. Pero en un juicio abreviado decidieron absolverla por el estado desesperante que padecía. Ella era sostén de su familia, con un hijo postrado que precisaba una operación urgente. La Justicia entendió que su decisión de ponerse en riesgo estuvo condicionada por todo lo que le estaba ocurriendo y resolvió que la mujer volviera a su casa. 

El 1° de febrero de 2019, N.C. de 63 años, estaba en el asiento que da a la ventanilla. Había sacado un pasaje de Vía Bariloche, que terminaba en Osorno, 120 kilómetros hacia adentro del lado chileno. Había pasado por Villa La Angostura y tenía que atravesar el Paso Internacional “Cardenal Antonio Samoré”. Ella tenía 2,722 kilos de cocaína repartida en cuatro pedazos y pegada con cintas al cuerpo. Cuando los perros la delataron, N.C se quedó dura en el asiento. Había escuchado decenas de historias de otras mujeres desesperadas como ellas que cumplían condenas en la cárcel federal de Güemes, en Salta, luego de ser atrapadas atravesando la frontera con Bolivia. Ahora le tocaba a ella.

Ella vendió todo lo que tenía. Ya no le quedaba nada más. Había vendido hasta el televisor para tratar a su hijo. Fue entonces que le ofrecieron llevar esta droga y lo hizo. No se podía impartir justicia sin tener en cuenta lo que le sucedía a la imputada.

“Ella vendió todo lo que tenía. Ya no le quedaba nada más. Había vendido hasta el televisor para tratar a su hijo. Fue entonces que le ofrecieron llevar esta droga y lo hizo. No se podía impartir justicia sin tener en cuenta lo que le sucedía a la imputada. Las operaciones que le proponían para que su hijo mejorara su calidad de vida eran todas en hospitales privados. En una escucha, ella, antes de que la detengan, dice por teléfono: ‘Decile que se quede tranquilo que voy a hacer el trabajo sí o sí, pero que lo atienda a mi hijo’”. En todos sus relatos se puede percibir una situación económica muy dramática, en la que a veces comía poco para tener dinero para las demandas médicas de su hijo. Era una mujer grande, con un hijo mayor del cual tuvo que volver a hacerse cargo de repente“, le explica a elDiarioAr el fiscal General de Neuquén, Miguel Palazzani. 

Unos 20 días antes de que la detuvieran, la mujer cruzó vía Salvador Maza, hacia la ciudad boliviana de Yacuiba. Se presume que allí le dieron la cocaína para llevar a Chile. Del análisis de su teléfono se comprobó que estaba haciendo esa entrega a pedido de un hombre de nacionalidad boliviana, que le había prometido pagarle ni bien volviera. Pero no regresó y, en lugar de la cárcel de Güemes, la mandaron a las celdas del subsuelo del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Los delitos que le imputaban contemplan penas entre 4 años y medio y 16. 

Hace un par de años, cuando N.C estaba esperando una jubilación, su hijo tuvo un accidente jugando al fútbol. Un compañero se le cayó encima y terminó desgarrándole el hígado. El deterioro de su hijo fue rápido. En pocos meses perdió movilidad, el hígado comenzó a colapsar y otros órganos también. Fue operado varias veces, pero nunca pudieron solucionar el daño. Desde entonces tiene un drenaje permanente y una historia clínica de 500 páginas. La operación que le proponían no se podía hacer en un hospital público y, según N.C., para eso es que necesitaba el dinero que le iban a pagar los narcos.

Además, en sus argumentos, el fiscal Palazzani, explicó que cualquier decisión judicial que carezca de perspectiva de género es inadmisible a la luz de las obligaciones asumidas por el Estado con relación a la protección de las mujeres. “Esos compromisos impactan en la solución que se dará buscando no reproducir, mediante la criminalización de una mujer en graves condiciones de vulnerabilidad, la opresión a la que ya viene sometida previamente”, señaló. Para Palazzani en este tipo de casos la mujer también es objeto de discriminación de parte del hombre, sobre todo cuando trabaja por su cuenta. “La mujer no va a ocupar lugares gerenciales ni siquiera intermedios, sino que su participación estará limitada a papeles secundarios, como transportista de pequeñas cantidades de drogas, en muchas ocasiones dentro de su propio cuerpo, a cambio de una insignificante cantidad de dinero, si se toma en consideración la magnitud de las ganancias de este negocio. De este modo, el hombre está involucrado, pero permanece frecuentemente impune, beneficiándose del trabajo ilegal de la mujer”.

En el marco de un juicio abreviado, el abogado defensor y el fiscal acordaron la producción de la prueba y que la mujer declarara contando el caso desde el comienzo. Luego de escucharla, el juez federal Orlando Coscia, hizo lugar al pedido de Palazzani y dispuso la liberación y que destruyeran la cocaína incautada.

AM

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