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Perpetua para un prefecto por asesinar a un joven que evitó un control de tránsito en Parque Patricios

Cristopher Rego era repartidor de carne y tenía 26 años. Acababa de ser padre.

Alejandro Marinelli

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Fue en la madrugada de un domingo de agosto de 2018. Un grupo de prefectos hacía control vehicular en Parque Patricios, a seis cuadras de la cancha de Huracán. Cuando se les acercó una camioneta le hicieron señas pero el conductor no se detuvo. Uno de los agentes lo siguió cien metros y le disparó a quien manejaba. Uno de los tiros le entró por la espalda y a las dos cuadras la camioneta chocó con otro vehículo. El grupo de efectivos llegó al lugar y en vez de llamar a una ambulancia, recogió las vainas tiradas y dejó morir a Cristopher Rego, un joven repartidor de carne de 26 años. Por este caso, un tribunal porteño condenó a perpetua al asesino y a cuatro agentes les dio 4 años de cárcel por el encubrimiento.  

Los siete efectivos de la Prefectura que fueron juzgados por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 3 porteño. Pablo Brítez fue condenado por homicidio doblemente agravado por sus funciones en una fuerza de seguridad y por el uso de su arma. A los agentes Cristian López, Lucila Carrizo, Javier Fernández y Rubén Viana le dieron 4 años por el delito de encubrimiento. En cambio Axel Díaz Guevara y Mariano Paredes fueron absueltos. Brítez, López y Carrizo llegaron al proceso oral detenidos. Por esta razón estos dos últimos podrían pedir ya la libertad condicional.  

“Quiero pedirle perdón a la familia, lamento todo lo ocurrido. Estoy arrepentido por las decisiones que tomé. Soy un ser humano y me equivoqué. Y ahora estoy enfrentando las consecuencias de mis actos. Quiero pedirle perdón al padre, a la madre, a la esposa y al hijo”, dijo López al hacer uso de sus últimas palabras. 

Aquel 12 de agosto a la madrugada, Cristopher Rego jugaba con un amigo a los videojuegos frente a la tele del living. Su novia le mandó un mensaje para que lo fuera a buscar a Pompeya. Ella estaba en un cumpleaños con su hijo de un mes y medio. Respondió, se puso la campera y salió para allá en la Partner que se había comprado diez días atrás. A Cristopher le decían Bocha desde chiquito. Así lo había bautizado un técnico de baby fútbol. Bocha era muy querido en Parque Patricios. Repartía junto a su papá carne para restoranes y desde que había sido padre de Bastián pensaba tener su propio negocio y para eso se había comprado esa camioneta. Se la había pagado a un amigo pero aún no le había hecho ni la transferencia ni la VTV.

Cerca de las 2.20, sobre la avenida Amancio Alcorta, la que pasa por el estadio de Huracán, Bocha se cruzó con el control que hacían Brítez  y sus compañeros. Quizás porque no tenía los papeles en regla, primero frenó la marcha pero después siguió de largo. Tampoco se saben los motivos, pero hizo una maniobra como para  regresar. No se había  dado cuenta de que Brítez lo había seguido y que tenía el arma desenfundada.

En el juicio se comprobó que Brítez apareció por un costado apuntándole con su arma sin darle la voz de alto. Cristopher pasó a su lado y un disparo dio al costado de la camioneta, el vehículo continuó la marcha y otro tiro impactó en el portón trasero, de acuerdo a lo que declaró un testigo. El joven repartidor recibió un balazo en la espalda y la mandíbula dio contra el volante. La camioneta siguió dos cuadras más hasta que chocó contra otra camioneta que estaba estacionada. El dueño de ese vehículo escuchó el impacto, salió de su casa y fue quien llamó al 911.

“Después de los disparos, dos prefectos Carrizo y López fueron hasta el lugar del hecho donde levantaron las vainas servidas, las hicieron desaparecer y no informaron a sus superiores”, afirmó un vocero de  la fiscalía. Alertados por la llamada del vecino, también patrulleros de la Policía de la Ciudad y los Bomberos llegaron a la zona. En ese momento, varios de los prefectos se acercaron sosteniendo que no sabían lo que había pasado y que pensaron que era un accidente de tránsito.  

En 2018, las denuncias de intervenciones violentas de la Prefectura en los barrios del sur de la Ciudad, como Barracas, Parque Patricios y Pompeya, fueron muy repetidas. Entre ellos el caso por el que seis prefectos fueron condenados por las torturas a Iván Navarro y Ezequiel Villanueva Moya, dos adolescentes de la villa 21-24. Unos meses antes de este juicio y de la muerte de Cristopher, el ex presidente Macri había recibido en la Casa Rosada al policía Luis Chocobar, el policía luego condenado por matar por la espalda a un joven ladrón en La Boca. Las reacciones del Ministerio de Seguridad con estos casos siempre se produjeron cuando era evidente que los efectivos serían procesados. Pero no se hicieron investigaciones internas para conocer las responsabilidades de rangos más altos ni se diseñaron mecanismos para controlar a la Prefectura en estos barrios. Incluso una resolución de ese mismo año, limitó las funciones de las áreas encargadas del control de casos de violencia institucional.

AM

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