Análisis

Soledad Acuña y el narcotráfico estudiantil: estigma sin pruebas

“Perdidos en el pasillo de una villa” o “en actividades del narcotráfico”. Fueron dos de los posibles destinos que la ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acuña, otorgó para los chicos y las chicas que perdieron su vínculo con la escuela después de que el Estado -en sus distintas jurisdicciones y niveles- determinara el reemplazo de las clases presenciales por virtuales ante la pandemia de CoVid-19.

Acuña, cuyas declaraciones fueron a través de Radio Rivadavia este miércoles, acompañó esos dichos de otros vinculados a su gestión porteña. Según sostuvo, en la Ciudad la pandemia y las decisiones políticas tomadas a su alrededor desencadenaron la desvinculación de 6.500 estudiantes. A principios de 2021, siempre según la ministra, quedaban 440 en esa situación, y de cara al ciclo lectivo de este año “son menos de 100”.

“Hoy, 2022, después de dos años, es muy tarde para salir a buscar a los chicos”, dijo Acuña. Además del pasillo de la villa y el narcotráfico, la ministra atribuyó otros dos posibles destinos a los estudiantes desvinculados de la escuela: “ya tuvieron que ponerse a trabajar” y “perdieron su propia fe respecto de las oportunidades de estudiar”.

En la Argentina, en total, hay 500.000 chicos y chicas que todavía siguen desvinculados o con un vínculo inestable con la escuela. Es una cifra establecida en diciembre de 2021 por el Ministerio de Educación de la Nación ante la consulta de elDiarioAR. Un mes después, en entrevista con este diario, el titular de esa cartera, Jaime Perczyk, sostuvo que ese dato aún no había sido actualizado. Ayer, tras los dichos de Acuña, Perczyk tuiteó: “Nunca es tarde para que todas las chicas y todos los chicos de la Argentina estén en la escuela porque es el lugar en el que tienen que estar”. La idea “nunca es tarde” fue replicada por otros funcionarios del oficialismo y por gremialistas docentes.

A fines de agosto de 2020, con las clases presenciales suspendidas desde marzo de ese año, el Ministerio de Educación de la Nación informó que 1,1 millón de estudiantes habían perdido el contacto regular con la escuela. En junio del año siguiente, diez meses después, esa misma cartera informó -tras la consulta de este diario- que sólo 376.532 chicos y chicas se habían reconectado. Esa recuperación ocurrió sólo en el primer trimestre, a razón de 4.184 chicos por día, y representó a un tercio de ese 1,1 millón de chicos y chicas desvinculados.

Con el correr del 2021, el ritmo de reconexión se ralentizó. Entre abril y diciembre, siempre según lo informado por Educación de la Nación, se llevó a 600.000 el total de estudiantes nuevamente vinculados a la escuela de forma estable. Fueron, en promedio, 813 estudiantes recuperados por día. El 55% del universo que había perdido esa conexión -apenas más de la mitad- ya logró revincularse. En la Ciudad, sostuvo Acuña en su perfil de Twitter tras sus declaraciones radiales, esa reconexión alcanzó al 98% de los desconectados durante la pandemia.

María Eugenia Mamani es maestra de sexto grado en Palpalá, Jujuy. En diálogo con este diario contó patrones que detectó en el vínculo inestable de algunos de sus alumnos con la escuela: “Acá la conectividad era muy muy mala, y lo sigue siendo. Me daba cuenta de que a principio del mes, cuando había más disponibilidad de datos móviles en el abono de un teléfono, se conectaban más. Pero a medida que pasaba el mes, aparecían menos chicos. Tal vez 5 de un curso de 28 (...) Fue muy difícil vincularse así”.

Agustina Gonda es docente en Beccar y se incorporó al programa bonaerense pensado para revincular chicos y chicas. En la escuela secundaria en la que trabaja, contó a elDiarioAR en octubre, había que reconectar a 250 de un total de 500 estudiantes: el 50%.

“Hubo tres motivos principales por los que los chicos se desconectaron de la escuela: salieron a trabajar para apoyar a sus familias, no tenían los recursos necesarios para la virtualidad o los atravesó emocionalmente”, dijo a este diario. “Los chicos que no vuelven es porque están súper desanimados o porque tuvieron que salir a trabajar y ahora tienen que priorizar eso. Pero lo que más veo es que están muy desmotivados. Les cuesta creer que pueden, que van a poder con las materias y con asistir a la escuela”, sumó Gonda.

Desde el terreno, las docentes dan cuenta de la necesidad de salir a trabajar para sumar un ingreso a la economía familiar, del desánimo de los estudiantes tras la suspensión de la presencialidad, y también de lo inviable de la conectividad en algunas regiones de la Argentina.

Pero ninguna parece estar dispuesta a que sus chicos queden perdidos en ningún pasillo, ni los vincula al narcotráfico, tal como afirmó Acuña, sin pruebas que confirmaran sus palabras.

JR