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Alimentos, agro y energía, los tres pilares de un ícono de la patria contratista

Macri junto a Luis Perez Companc en una visita a la planta de Molinos Río de la Plata, en 2019

Delfina Torres Cabreros

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Gregorio Perez Companc, el hombre que construyó una fortuna de US$2700 millones —la cuarta más grande de la Argentina según el último ranking de la revista Forbes— e instaló su apellido como sinónimo de empresariado nacional, nació bajo otro nombre. Las versiones sobre su origen son tan diversas como incomprobables —que sus padres eran empleados domésticos, que nació de una relación extramatrimonial de su padre adoptivo, que en realidad es hijo de su hermano de crianza—, pero se sabe que fue adoptado a los 11 años por Ramón Perez Acuña y Margarita Companc, una maestra de francés de Buenos Aires, y se integró como uno más a los  tres hijos del matrimonio: Alicia, Jorge y Carlos, mucho mayores que él.

Jorge y Carlos fueron quienes iniciaron la empresa familiar en 1946 con La Compañía Naviera Perez Companc, especializada en el transporte de mercancías y, más tarde, proveedora de YPF. Poco tiempo después, Perez Companc (PeCom) se convirtió en la primera empresa petrolera privada del país y comenzó a sumar contratos de explotación y participación en otras firmas del sector.

En 1976, la familia adquirió el paquete mayoritario de SADE S.A., un eslabón de General Electric, ampliando el negocio al de las obras civiles y montajes industriales. Antes, en 1968, había desembarcado en el negocio financiero con el Banco Río de la Plata, que llegó a ser el principal banco minorista del país del país y fue vendido a fines de los noventa al grupo español Santander por casi US$600 millones.

SADE le abrió las puertas al grupo para transformarse en un integrante estrella de la patria contratista durante la última dictadura militar. Como otros emporios emblemáticos —Acindar, Fortabat, Macri, Techint—, Perez Companc emergió en 1983 como un actor fundamental de la vida económica argentina.

A fines de los 70, ya muertos sus hermanos Jorge y Carlos, Gregorio —o “Goyo”, como lo conocen entre los suyos— se hizo cargo del negocio y comenzó una expansión que lo convirtió en lo que es hoy: un imperio que se concentra en tres sectores estratégicos para la economía argentina: alimentos, agro y energía. Según el último balance de la empresa, correspondiente a 2019, el grupo tuvo ingresos anuales por US$3300 millones.

El grupo se proyectó en democracia con más contratos con el Estado y fue uno de los principales ganadores del proceso de privatizaciones impulsado durante la gestión de Carlos Menem. Por aquella época obtuvo participación en Transportadora Gas del Sur, Metrogas S.A., Edesur S.A. y Refinería del Norte, lo que reforzó su posición ya dominante en el mercado energético.

Profundamente católico, Perez Companc está casado desde 1964 con María Carmen Sundblad Beccar Varela o “Munchi”, con quien tuvo ocho hijos: Margarita (que falleció a los 19 años en un accidente automovilístico), Jorge, Rosario, Pilar, Cecilia, Catalina, Luis y Pablo. Sundblad es, además, la mujer detrás de las heladerías “Munchi´s”, que hoy tienen sucursales en la zona norte del conurbano bonaerense y la costa atlántica. También tiene una sucursal en Temaikén, el bioparque más importante de Sudamérica, ubicado en Escobar, propiedad de la familia.

En 1998 Perez Companc apostó al consumo masivo y compró Molinos Río de la Plata, que pertenecía al grupo Bunge & Born. La operación se cerró en US$400 millones y representó el ingreso del holding en el rubro de los alimentos. Inmediatamente después inició un proceso de desinversión que comenzó con la venta de la unidad de obras civiles y contratista estrella del Estado SADE a Skanska, y culminó con la de PeCom a Petrobras, lo que dejó a la familia fuera del negocio energético. Desde entonces, Molinos pasó a ser su nave insignia, en un giro estratégico. 

Hoy Molinos Río de La Plata tiene una cartera de 22 marcas muy reconocidas —entre ellas Lucchetti, Granja del Sol, Gallo, Canale, Terrabusi, Favorita, La Salteña— y, según un balance presentado en mayo, en el primer trimestre del año tuvo una pérdida neta de $114 millones por “la imposibilidad de trasladar los aumentos de costos a los precios de su cartera de productos”.

La compañía tiene, además, una división de bodegas que incluye Nieto Senetiner, Ruca Malen y Viña Cobos. Jorge, el hijo mayor de “Goyo” y “Munchi” también incursionó en el negocio del vino con su propia plantación de vides en Balcarce. Hasta 2011 el primogénito gestionó las operaciones familiares en Chile, que incluían frigoríficos y restaurantes, y luego se volcó a la administración de los negocios agropecuarios de su familia, que incluyen 55.000 hectáreas en la Argentina y Uruguay.

En 2009, a través de un comunicado a la Bolsa, Gregorio Perez Companc anunció la cesión de la totalidad de sus acciones en Molinos a sus siete hijos, en lo que se interpretó como el retiro del líder de la familia de la primera línea de los negocios. Para eso transfirió los activos que integraban PCF SA, la sociedad controlante de Molinos Río de la Plata, a una nueva sociedad de responsabilidad limitada denominada Santa Margarita, establecida en el estado de Delaware en Estados Unidos, y los donó en partes iguales a sus descendientes. 

Luis Perez Companc, presidente de Molinos, se instaló como cara visible de la familia. Aunque cultiva el mismo estricto bajo perfil que su padre, en junio de 2019 compartió un acto con el expresidente Mauricio Macri en su planta de Esteban Echeverría y, en abril de este año, se reunió con el presidente Alberto Fernández para analizar una iniciativa oficial de compra directa de alimentos por parte del Estado. 

En 2015 el Grupo Perez Companc resolvió volver a su primer amor y recuperó PeCom mediante la readquisición de Skanska Argentina, especializándose en servicios petroleros. Hoy la empresa tiene presencia en la Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia y Perú, y cuenta con cerca de 5700 empleados. En 2019, facturó US$513,9 millones, según informó la compañía.

En el rubro del agro, el grupo tiene la firma Goyaike, que produce granos para exportación, ganado, lana y leche en 55.000 hectáreas repartidas a ambos lados del Río de la Plata. Por su parte, la firma agroindustrial Molinos Agro (escindida en 2017 de Molinos Río de la Plata), tiene un puerto propio sobre el río Paraná, una molienda, seis acopios y capacidad para almacenar 574.000 toneladas de productos. Sólo entre abril de 2019 y marzo de 2020 exportó 2 millones de toneladas de cereales a 50 países, y los estados financieros correspondientes al ejercicio finalizado el 31 de marzo de 2020 arrojan un resultado positivo de $ 2.948 millones.  

Los Perez Companc apoyan mediante su fundación, iniciada en 1959, a organizaciones religiosas y tuvieron un rol relevante en la creación y desarrollo de la Universidad Católica Argentina y el Hospital Austral, de la casa de estudios homónima vinculada al Opus Dei. Aunque no reconocido oficialmente, el propio Goyo sería integrante de esa prelatura conservadora. Aun con su perfil discreto, austero, piadoso, la familia no renuncia a las excentricidades de millonarios. Todos los hombres del clan son fanáticos de la velocidad y, los hijos de Gregorio, incluso pilotos profesionales. Pablo, que vive en Miami junto a la periodista uruguaya Evangelina Ortiz de León, es expiloto de IndyCar y tiene el living de su casa decorado con el chasis de un Pagani Zonda Revolution, auto con el que solía correr. Gregorio, por su parte, tiene un autódromo personal en su casa de Escobar, pista sobre la que que pasea en solitario sus autos de colección. 

DT

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