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SEMINARIO NACIONAL DE PRESUPUESTO PÚBLICO
Álvarez Agis y Dal Poggetto advierten sobre la urgencia y a la vez las dificultades de aplicar un plan antiinflacionario

Dal Poggetto habla por videoconferencia, mientras en el panel la oyen Camila Ureta (Chile), Agis y Sebastián Martínez (Chaco).

Alejandro Rebossio

Resistencia —

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Resistencia no es sólo el nombre de la capital de Chaco, donde se celebra el Seminario Nacional de Presupuesto Público donde esta mañana hablaron los economistas Emmanuel Álvarez Agis y Marina Dal Poggetto sobre la urgencia y a la vez las dificultades de implementar un plan de estabilización inflacionaria. Resistencia es la también la que tienen los máximos funcionarios del Frente de Todos a adoptarlo, pese a que las subas actuales de precios, del orden del 6% o 7% mensual, licúan las esperanzas de victoria de cualquier candidato peronista en 2023. Es que un plan de shock también tiene sus costos y puede terminar mal si se aplica de manera equivocada. Es una cirugía a corazón abierto que requiere de pericia técnica y decisión política. Y así quedó expuesto por Álvarez Agis y Dal Poggetto en este encuentro organizado por la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), Chaco y el Consejo Federal de Inversiones.

Álvarez Agis, de la consultora PxQ, contó que voló porque se lo pidió el gobernador chaqueño, Jorge Capitanich. Su colega de Eco Go habló por videoconferencia. El ex viceministro de Economía del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que prefirió mantenerse al margen del de Alberto Fernández, arrancó diciendo que Dal Poggetto iba a deprimir a la audiencia del Centro de Convenciones Gala sobre el presente y él, sobre el futuro. Álvarez Agis destacó que “por suerte” está generándose “bastante consenso” entre los economistas y, en menor medida, entre los políticos sobre “la necesidad de un plan de estabilización contra la inflación”. “Con inflación tan alta como la actual las políticas mas clásicas no alcanzan”, advierte el economista. El plan de reducción gradual del ministro de Economía, Sergio Massa, hubiese funcionado si lo hubiera aplicado en 2021, cuando la inflación era moderada.

“Cuando hay inflación moderada, de menos de 50%, vemos qué hacer con la política fiscal, monetaria y cambiaria”, cita las tres herramientas que usaron países que derrotaron esos niveles de alzas de precios, tal como había estudiado el viceministro de Economía de Martín Guzmán, Fernando Morra. “Es cuestión de dónde poner el gasto, la tasa y el tipo de cambio. Con una inflación de más del 50, con eso solo no alcanza. Los programas de estabilización tienen tres ejes adicionales. Uno es el marketing. Dos es la desindexación. El Plan Austral (de Raúl Alfonsín en 1985) implicó un cambio de moneda (del peso al austral) y un desagio (descuento en los valores pactados en los contratos). La convertibilidad (de Carlos Menem y su ministro Domingo Cavallo en 1991) tenía la fijación por ley del tipo de cambio (uno a uno entre peso y dólar) y la prohibición de la indexación de los contratos. La salida de la convertibilidad (de Eduardo Duhalde en 2002) implicó un congelamiento de tarifas y pesificación asimétrica (de créditos y depósitos en dólares). Y tres, precios relativos de equilibrio”, explicó Agis.

“Si un determinado precio genera un problema evidente, vamos a decir que genera un desequilibrio”, simplificó a propósito el economista. Puso como ejemplo las tarifas al señalar que los subsidios que las mantenían bajas hasta ahora generaban el equivalente al déficit fiscal, aunque recordó que aún peor era en los 80, cuando llevaban a la desinversión en telefonía y electricidad. Citó otro caso: el tipo de cambio de la convertibilidad generaba tal desequilibrio externo (déficit comercial, pues alentaba importaciones y desincentivaba exportaciones) que nos obligaba a privatizar empresas para ingresar dólares“, aludió implícitamente a la venta de YPF a la española Repsol. ”Hoy hay desequilibrio de precios relativos“, apuntó Agis y puso como ejemplo el hecho de que el alquiler de un monoambiente en Buenos Aires cuesta dos pares de zapatillas y en Nueva York, diez pares. ”Las zapatillas están caras, el alquiler está barato y el salario, baratísimo. Esta es la peor de las combinaciones.“

“Si uno hace un programa de estabilización con la situación actual, cuando ocurren la desinflación, suelen agravarse los desequilibrios. Hay que arreglar los precios relativos antes del plan de estabilización. Los planes de estabilización, si están bien cuadrados, bajan rápido la inflación. Salvo que te pase como con el Plan Primavera (de Alfonsín en 1988), que la inflación se disparó a los ocho meses. Hoy, el salario formal privado promedio son 1.200 dólares. Si uno configurara un plan como el de la convertibilidad llegarías a la elección con un salario de 1.800 dólares”, expuso Agis, aunque aclaró que no está proponiendo un plan como el de Cavallo. “Llegarías a la elección con tendencia positiva. El riesgo es que te ocurra como con el Plan Primavera. Hay tres tipos de planes de estabilización: los que salen bien de arranque, los que arrancan mal pero mejoran y los que arrancan bien pero explotan.

Agis recordó que Cavallo en su tesis doctoral advirtió en 1968 que una suba sideral de las tasas de interés puede agravar la inflación porque el mayor costo financiero se traslada a precios. También señaló que ex el ministro preparó el plan de convertibilidad a lo largo de dos años, según le comentó alguna vez el periodista y economista Marcelo Zlotogwiazda. “El Plan Primavera, en dos meses. ¿El de ahora? ¿El del año que viene? Es un problema no menor”, alertó. “Si el plan no apalanca mucho el ingresos de dólares, vuela por los aires. Para muchos colegas, primero hay que devaluar. Quiero mostrar la complejidad de esta situación”, señaló antes de advertir que una depreciación que equivalga la mitad de la brecha implicaría un salto del dólar oficial del 50% y apuntó que con una inflación previa del 7% mensual quizá la ventaja cambiaria se carcoma en pocos meses.

“El Austral y la convertibilidad tenían consensos políticos y de los organismos internacionales”; rememoró Agis. Advirtió que con el plan de Alfonsín se produjo una caída inicial de salarios que si se repitiera, podría “transformar la avenida 9 de Julio en peatonal”, bromeó sobre el potencial de protestas sociales y sindicales. “Probablemente, tengas tres años de crecimiento consecutivo (de 2021 a 2023) por primera vez desde 2006 a 2008, pero el punto de partida es la pandemia. Podés decir: 'Vótame que crecimos tres años'. Pero la única manera de tener chances electorales es con una baja drástica de la inflación. Pero no se puede usar las herramientas que te gustan y no las que no te gustan.”

Agis lamentó que “hoy se discute en clave grieta, el Gobierno actual no toca el tipo de cambio, aplica la política fiscal y monetaria pactada con el FMI (Fondo Monetario Internacional) y quiere congelamiento, pero eso no funciona, las herramientas tienen que ser compatibles entre sí”. “O hacemos todo de shock o todo gradual. Gradual en lo fiscal, nada de devaluación y shock de congelamiento sale mal. Juntos por el Cambio quiere devaluación sin congelamiento, ¿pero con qué se come? No soy optimista tampoco para adelante. Hay ciertas herramientas de política económica a las que les hemos puesto contenidos ideológicos, pero son herramientas. Acá se escucha: 'No subas tarifas porque sos macrista' o 'no subas retenciones porque sos kuka'”, se desconsoló.

Límites insostenibles

Dal Poggetto arrancó apuntando una inflación del 4% mensual, implica una anual del 60%, “una del 6% mensual te da 100% anual, una del 7% mensual te da 125% anual y una una del 10% mensual te da 200% anual”. “Si se mantiene alta la inflación, te lleva a niveles insostenibles con el crecimiento”, alertó. La ex funcionaria técnica del gobierno de Fernando de la Rúa y actual asesora de Facundo Manes recordó que el acuerdo con el FMI implicaba que los “precios relativos no se atrasen”. Es el caso del dólar oficial. “Con las tasas y el dólar subiendo como la inflación, con las tarifas subiendo más que la inflación, no hay margen para la desinflación. Ni con paritarias 100%, con aumento en el próximo trimestre del 27%.”

La economista apuntó que “la inflación crónica arranca con el peronismo y la inconsistencia fiscal”, pero también reconoció que “el Plan Primavera no fue un plan de estabilización sino electoral y el Austral tuvo de los dos” componentes. “La convertivilidad funcionó pero no tuvo consistencia fiscal ni dinámica distributiva. La estabilidad vino en 1991 asociada también a una mejora de la competitividad de la economía, se rompió el déficit cuasi fiscal (el del Banco Central), hubo apertura de la economía, normalizaste el crédito externo, pero tuviste un problema que fue la inercia de la inflación ese año mientras congelabas el tipo de cambio. Esa inflación acumulada te trajo el problema de competitividad. Frente a la inercia inflacionaria, está el riesgo de equivocarse y llevar la nominalidad mucho más perversa que lo que tenemos hoy. Cuidado hacia dónde vamos”, comentó la consultora de Eco Go. “Emmanuel se olvida que el plan de la convertibilidad también incluyó apertura económica”, agregó.

Dal Poggetto enumeró los componentes de un plan de estabilización:

  1. “Tiene que tener reacomodamiento de precios relativos previos, es decir, más devaluación, más aumento de tarifas.
  2. Resolver el déficit fiscal para cortar el déficit monet. Las retenciones no podés cobrarlas con el tipo de cambio atrasado y brecha del 100%, pero debes apropiarte del subsidio (al campo) que implicaría una devaluación. 
  3. Cierre del déficit cuasifiscal. No está la situación para romper los contratos, el gobierno actual pretende patear problema al siguiente, la devaluación necesaria para licuarlo es bastante más que el 50%, pero así sería licuable la deuda del Central, que es con tasa fija, pero no la del Tesoro, que tiene tasa variable (por inflación) o con seguro de cambio.
  4. Overshoorting (sobresalto) de la tasa: en 2002 subió la tasa al 134%, el mes después bajó a 60, después 30 y al final de año menos de 10.
  5. Algunos mecanismos de desagio, que son difíciles, o de indexación, como el Plan Real (de Brasil en 1994).
  6. Normalizar el mercado de deuda en dólares.
  7. Definir un ancla, mejor un programa monetario como hizo Perú (en 1991) y no el tipo de cambio.
  8. Un acuerdo de precios y salarios, para el que hoy tenés colchón porque muchos ya se cubrieron.}
  9. Enmarcarlo en un acuerdo con el FMI, que estaría muy dispuesto.
  10. Agenda de competitividad, apertura y desregulación, porque con el cierre de la economía no es viable. Pero hoy mundo va al revés, se cierra, está a la defensiva“.

La economista señaló que “detrás de la inflación no todos los precios suben igual” Y alertó que “os precios de bienes están ridículamente caros y los de servicios, muy baratos. Los salarios reales están muy deteriorados”.

“No hay chance de bajar la inflación sin consolidación fiscal”, advirtió Dal Poggeto, pero predijo que si bajara el índice de precios al consumidor (IPC) al 60% en 2023, como indica el presupuesto, bajaría la recaudación, pero subiría el gasto indexado en jubilaciones, pensiones y asignaciones. Llamó a una reforma tributaria que combata la alta evasión de algunos para aliviar la elevada presión sobre otros. Alertó que el actual déficit cuasi fiscal constituye un problema mayor que el fiscal. “El próximo gobierno o licúa los pasivos remunerados del Central (incluidas las Letras de Liquidez, Leliq) con un salto cambiario, o se reestructuran, con implicancias para los balances de los bancos, o mantenemos los controles de capitales actuales. La demanda de instrumentos del Tesoro a plazos cortos y tasas más alta, te recrea un overhang (exceso) de pesos. La semana pasada el Central compró 80.000 millones de pesos en deuda del Tesoro.”

En medio de todo lo negativo, Dal Poggetto rescató que “lo positivo es la inversión”. “Hoy la actividad está volviendo al nivel de 2017, con despacho récord de cemento, aunque la industria crece porque la economía está cerrada. Pero lo que más creció fue la inversión, por el incentivo de la brecha”, se refirió a que muchos que no pueden ir al dólar terminan invirtiendo sus pesos en maquinarias que importan al tipo de cambio oficial. “La inversión está en el 22% del PBI. Hay mayor incorporación de maquinaria y equipo, robots, eficiencia energética. Vaca Muerta está creciendo con los pesos acorralados. Esta tasa de inversión puede ser el puntapié, más la posición de argentinos en dólares. Pero se requiere de un grado de acuerdo político, que dé más horizonte y gobernabilidad. Lamentablemente en la Argentina se suelen tomar decisiones tras las hecatombes. Por ejemplo, tras la hiperinflación (de 1989-1990) o la salida de la convertibilidad. La pregunta es cómo se genera el acuerdo político”, se interrogó la economista. Sin remate.

AR

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