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Economías

La Argentina y su pobreza eterna, la deuda más difícil de resolver

La pobreza no afecta solo a desempleados, sino también a ocupados y empleadores

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La pobreza en la Argentina no es causa de un gobierno o de otro, es causa de todos. Se puede discutir si 40% de pobres es peor que 30% o si 30 % es peor que 25%. Puntos más, puntos menos, en cualquiera de los casos son niveles muy altos, y con la característica que cuando se espera que baje, sube, y cuando se espera que suba, también sube. 

Con crecimiento y sin crecimiento, la pobreza nunca pudo resolverse. Aun en los mejores años de las ultimas cuatro décadas, como por ejemplo, en el gobierno de Néstor Kirchner que se crecía a tasas chinas, la pobreza estuvo presente, opacando el bienestar y mostrando que para revertirla se necesita convicción y pensar con honestidad en un país inclusivo. 

Contrariamente, en la actualidad podemos ver cómo desde hace tiempo la pobreza se internalizó en la sociedad como parte de nuestra economía. El pobre acepta su condición y el no pobre mira para otro lado. Nos sorprende y espanta que millones de personas vivan sin los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades básicas. Nos espanta la cantidad de niños indigentes. Pero, a la vez, ni la población ni el Gobierno esta dispuesto a ceder algo para que esa situación mejore. 

Si la marginalidad y vulnerabilidad social ya era uno de los principales déficits del país, la pandemia terminó por profundizarlo a escalas que sólo pueden compararse con el año 2002, el peor hasta ahora de nuestra historia. Según los datos del Indec al primer semestre de este año, 40,9% de la población vivía por debajo de la línea de pobreza y 10,5% en la indigencia. Son 18,5 millones de pobres en el país y 4,7 millones de indigentes. Peor cuando se miran regiones como Concordia, donde la pobreza afectaba en el mismo periodo al 52,2% de su población y la indigencia al 12,2% o los partidos del gran Buenos Aires, uno de los mas afectados en las primeras fases de la cuarentena, con 47,5% de pobreza y 13,6% de indigencia.

¿Qué futuro les espera a los niños de ese conjunto de hogares que no pueden alimentarse con los nutrientes mínimos ni con la frecuencia necesaria? Lo sabemos todos: su capacidad de aprendizaje se reduce, su exposición a enfermedades aumenta y la posibilidad de salir de ese circulo lleno de falencias, se vuelve mas difícil. 

Por eso es indiscutible el rol del Estado para asistirlos hoy y mañana, porque la vulnerabilidad no termina en esta etapa de sus vidas. Deja marcas para siempre. Se pude discutir si hay que subsidiar, por qué monto, o por cuánto tiempo, pero sin perder de vista que la pobreza es la consecuencia de un sistema que excluye y que da pocas posibilidades de ascenso social a los hogares más desfavorecidos, a pesar de tener escuelas públicas con escolaridad obligatoria y acceso universal y gratuito al sistema de salud.

Terminar con la pobreza es un camino largo, y con las consecuencias que está dejando en la población local, mucho más. Porque se repite por generaciones en los mismos hogares, que no encuentran la salida del laberinto.

La pobreza no afecta solo a desempleados, sino también a ocupados y empleadores. Se estima que el 25% de los ocupados son pobres y el 12% de los empleadores. Eso viene agravándose en los últimos años con la caída en el ingreso real. Por ejemplo, en el tercer trimestre del año, el ingreso per cápita familiar a precios constantes cayó 13% comparado con el mismo trimestre de 2019.  Esto refleja la precariedad del mercado laboral, la marginalidad en la que trabaja la mitad de la población y las notorias falencias en las políticas económicas y sociales que se aplicaron en la Argentina en 40 años. 

¿Se puede cambiar esta realidad? Si, pero estamos muy atrás del problema. Combatir la pobreza requiere lograr que la Argentina deje de ser el país de la especulación, del descontrol, de la corrupción, de la división, de los favoritismos, y comience a ser el país de la inversión, de la producción, de la estabilidad, y de la innovación para cerrar la brecha de ingresos. Porque sólo de esa forma se puede crear empleo, de calidad, aumentar los ingresos del hogar y construir una economía con mayor bienestar económico. 

VG

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