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Entrevista

Eduardo Levy Yeyati: “No podés sustituir las indemnizaciones con un contrato donde no exista el concepto de indemnización”

El economista Eduardo Levy Yeyati, a bordo de un Di Tella, en la universidad que lleva ese nombre.

Alejandro Rebossio

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Eduardo Levy Yeyati fue economista jefe del Banco Central en la salida de la crisis de 2002, sonaba como eventual incorporación nunca concretada en el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y coordinó ad honorem el programa Argentina 2030 en la gestión de Mauricio Macri. Decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella, escribió en 2018 el libro Después del trabajo: El empleo argentino en la cuarta revolución industrial y desde entonces se ha convertido en uno de los economistas consultados cuando aparecen proyectos de reforma laboral como el que ahora promueve Juntos por el Cambio, con Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau a la cabeza.  

¿Qué opina del proyecto de eliminar la indemnización por despido? Si uno mira Latinoamérica, no necesariamente una mayor flexibilización laboral trae mayor empleo en blanco…

Primero hay que definir flexibilización. O sea, hay dos tipos de flexibilización cuando uno habla de las relaciones laborales. Una se denomina flexibilización interna, que es básicamente flexibilizar las condiciones de convenio, cuántas horas trabajadas, el fondo de horas, la movilidad geográfica, en fin, todas las condiciones de trabajo se pueden flexibilizar más o menos. Después está la flexibilización externa, que tiene que ver con los costos de entrada y salida. Si vos mirás el caso de Dinamarca, no hay costos de salida, no hay indemnización, pero como contraprestación vos tenés un seguro de desempleo que ahora constitucionalmente no puede ser menor a dos años y tenés una tasa de reemplazo del seguro de desempleo mucho más alta y mucha formación profesional. De modo que la gente que está bajo el seguro de desempleo rápidamente se reinserta. La idea es no dar estabilidad laboral sino estabilidad del ingreso de los trabajadores. En Dinamarca funciona. No digo que funcione en un país como la Argentina, pero sí en algunos lugares de Europa. Es el régimen que la Unión Europea proclama como el modelo a seguir en toda la zona del euro. Ahora, miremos lo que pasa en la Argentina. Ha habido algunos proyectos que apelan a esta flexibilización externa, pero pasan algunas cosas por alto. La idea de flexibilización externa en Argentina tiene que ver, a mi juicio, con reducir, no el costo laboral, sino el riesgo legal y político que tiene el empleador en relación al costo de salida de sus trabajadores. El riesgo legal es básicamente el riesgo de litigio, que el trabajador y el abogado laboralista terminen cobrando mucho más que lo que fija la ley de contrato de trabajo. Y el riesgo político es que, en el caso de una recesión en donde aumenta la presión para despedir, las empresas tienen menos dinero, pero te impongan la prohibición de despidos o te suban la indemnización. Entonces vos decís que la ley de contratos de trabajo paga un mes por año trabajado, pero seguramente, cuando quiera reducir la planta, me van a imponer un costo adicional para reducir los despidos. Desde el punto de vista macro, está bien. Desde el punto de vista del empleador, implica que el costo es el doble o el triple. El régimen que he estado proponiendo tanto para los independientes como para ciertos contratos laborales en la emergencia laboral tiene que ver con reducir esos riesgos. Vos no podés sustituir las indemnizaciones con un nuevo contrato donde no exista el concepto de indemnización. Por varias razones: una de ellas es que perderían los trabajadores derechos adquiridos, pero aparte porque políticamente es inviable, no sería aceptado ni por el movimiento sindical ni por la Corte Suprema. Lo que podés es proponer un régimen paralelo de emergencia. Estamos en una emergencia laboral. Veníamos sin crear empleo y la pandemia destruyó muchos empleos a pesar de la prohibición de despidos. Estaremos en algún momento sacando la prohibición de despidos, con lo cual posiblemente se destruyan más. Entonces tiene sentido proponer un régimen opcional, en el sentido que tiene que estar avalado por cada uno de los convenios. La idea es que no reemplace al actual, sino que sirva para los nuevos trabajadores jóvenes que hoy no consiguen empleo, los trabajadores adultos desplazados por la pandemia. Puede ser que algunos gremios digan “no necesitamos eso”, pero hay varias ramas en donde los mismos dirigentes sindicales saben que están perdiendo miembros porque no se crean trabajos.

¿En qué medida la flexibilización de las normas laborales generan más trabajo o más trabajo en blanco?

Cuando vos tenés un problema con varias causas, si vos atacás una de las causas, algún efecto positivo va a tener, pero no necesariamente vas a eliminar las otras causas. En Argentina, Latinoamérica y el mundo en desarrollo cuesta crear empleos formales. De hecho, nosotros tenemos un nivel de precarización inferior a la media latinoamericana. Hay un caso excepcional, Uruguay, que es muy formal, pero en la mayoría de los casos hay poco empleo formal y la Argentina se está acercando a eso. La cantidad de empleo formal privado está estancada hace más o menos diez años y representa una proporción menor del trabajo. Entonces no vamos a resolver eso con flexibilizar la salida. Sí puede ayudar en el margen. Si vos comparás entre países el índice de flexibilización, ese índice incluye las diferentes definiciones de flexibilización, no sólo las del costo de salida. Pero aparte estás comparando entre países que sufren el mismo problema y las causas de esos problemas no necesariamente son la flexibilización. Nosotros tenemos un alto grado de informalidad. La mayor parte de los empleos informales está en microempresas de hasta cinco empleados. ¿Por qué son informales? ¿Porque son caros? No. ¿Por que el microempresario es negrero por naturaleza? No, es porque el sistema tributario argentino en muchos casos hace que, por la baja productividad de esas empresas, no puedan estar en blanco. Entonces no hay mucho que puedas hacer desde el lado de la oferta de trabajo para blanquear a esta gente. Uno tiene que tener muy en claro cuáles son las causas del problema laboral, porque si no, vas a estar tocando botones sin ninguna respuesta. Entonces vos querés facilitarles la entrada, pero después tenés que formarlos para que esos trabajadores tengan las competencias que demanda la empresa. Flexibilizás, incluso bajando el costo laboral, como muchas veces se ha hecho con reducción de cargas, pero eso no te va a generar un impacto visible en la demanda laboral si no resolvés las otras causas. Al final del día tampoco vas a generar empleo para toda la gente que está excluida. Ya es hora de reconocerlo. No me canso de decirlo. Vos tenés que pensar en aumentar la demanda de empleo formal, pero, por otro lado, tenés que pensar cómo resolver la situación de gente que nunca va a tener en su vida útil un empleo formal. Pensar que con una ley vas a resolver un problema que tiene cinco, seis, siete causas estructurales, me parece que es demasiado ingenuo y que empantana la discusión, porque vos tenés que estar discutiendo todas esas causas y sus remedios simultáneamente.

¿Cómo se crea empleo en blanco? ¿Fomentando sectores de avanzada, como Toyota o exportadores de economía del conocimiento, que no alcanzan a cubrir las vacantes? ¿Y qué hacer con los trabajadores de la economía popular?

Tenemos que tener en cuenta que hay una heterogeneidad en el mercado laboral. Tenés casos como la industria basada en el conocimiento, software, las empresas tecnológicas y también el caso de Toyota, que son muy rentables, cuya falta de creación de empleo no tiene tanto que ver con el costo. De hecho, hay un exceso de demanda. Entonces te tenés que preguntar por qué a Toyota o a la fintech o a la empresa de software le cuesta conseguir gente y es un problema muchas veces de formación. En el caso de Toyota fue muy claro, tampoco era trabajo calificado, lo cual hace más valioso lo de Toyota. Porque tenemos mucha oferta de trabajadores de calificación media y baja. Toyota quería secundario completo y no encontraba graduados que tuvieran las competencias mínimas que necesitaba para un trabajo de calificación media. Tenías el título, pero no sabías interpretar las instrucciones. Entonces hay un problema de formación. Podés facilitar la entrada en algunos casos con el tema de la pseudo flexibilización externa, pero después tenés que tener un instituto de formación profesional que profesionalice la formación laboral, tendrías que tener mejor secundario. A esos chicos que ya salieron del secundario no lo pueden mandar de vuelta al secundario. Estos empleadores no te van a pedir menos salario, ni siquiera te van a pedir más flexibilización, te van a pedir que tengan las competencias. Para las microempresas, sí tenés que generar un régimen para formalizar. No podés pedirle a la empresa de cinco trabajadores que trabaja con un nivel de productividad muy modesto que tenga el mismo régimen, con una altísima cantidad de impuestos, con un montón de costos de transacción, de producción, de información tiene hoy el régimen tributario argentino. No sólo no les dan los números, ni siquiera saben cómo hacerlo. Tenés que armar un régimen para esa empresa que se hace esa empresa. Cada uno de estos problemas no tiene una solución sino varias, no hay una bala para todos. En el caso de la economía popular, hay típicamente dos visiones. Una, que trata de insertar a los actores en la economía general. Es la visión del empalme. Es muy difícil hacer empalmes, pero hay muchos programas, de hecho hay uno vigente ahora, donde el Estado le paga parte del sueldo y lo empuja a entrar en un empleo formal por un tiempo. Después retira la ayuda. El éxito de estos programas ha sido muy modesto. De 500 mil trabajadores, empalman 5.000 o 6.000. Cuando retiras el auxilio, no funciona. Puede ser que sea la formación: muchos trabajadores no la tienen. Entonces la gente que mira eso dice “bueno, olvidate, nunca van a tener suficientes empleos en la economía moderna, tenemos que resolverlo por afuera”. El problema de resolverlo por afuera es el siguiente. Primero, desde el punto de vista moral, es desigual. Es asumir que vas a tener ciudadanos o trabajadores de primera y de segunda, porque los que están por fuera van a trabajar con menos recursos, menos productividad, menos ingresos y van a estar permanentemente subsidiados por el Estado. Lo segundo es que no tenés el dinero para ese equilibrio, porque ese subsidio permanente de un millón, dos millones de trabajadores, te cuesta más y aparte retroalimenta la precarización y la exclusión, porque los hijos de esos trabajadores también van a estar en eso y van a ir creciendo proporcionalmente más que el resto. Es un punto insostenible. Aparte, no te olvides de que ninguno de ellos aporta al fisco. La respuesta no es simple, pero hay algunos ensayos que me parece que son más razonables. Por ejemplo, muchas de estas gentes tienen trabajos informales, de cuentapropismo. Entonces vos querrías no darles el cheque y que ellos se arreglen. Entonces le das un préstamo para que compren mejores máquinas, les facilitás un lugar de exposición de sus productos, le das conocimientos sobre cómo hacer para que las condiciones sanitarias los hagan disponibles. Estas ayudas son tanto para los productores de los barrios vulnerables de la capital como para los microproductores turísticos del NOA. El tema es qué sabe hacer el Estado argentino. Básicamente dos cosas: perdonar impuestos o dar subsidios y transferencias. Pero cuando los bajás a la territorialidad, ¿por qué no vas a formar al tipo que hace la comida típica en La Rioja o al tipo que cocina en el Barrio 31? ¿Por qué no le preguntas qué cosas necesita y lo complementás? Hacés un microempresario, aunque sea por arriba de la línea de subsistencia, para liberarlo del cheque. Al Estado le cuesta muchísimo hacer eso. No tiene gente, no le interesa. No es cuestión de tirarles un cheque por la cabeza y decirles “bueno, ya está, arréglense ustedes, autoorganícense”. Porque la autoorganización de la economía popular es una ilusión. La gente no está autoorganizada y hay organizaciones de base que reclaman una transferencia a través del cheque. Pero esas organizaciones de base hacen bastante poco para generar empleo sustentable. Tienen algunas cooperativas, hacen algunas actividades, pero acá estamos hablando de millones de personas y te puedo asegurar que esas millones de personas se las arreglan por las suyas y eso es por falta de Estado. Entonces vos querés una política que haga viable esas actividades. El Estado tiene que bajar, acompañarlos, formarlos y hacer esas actividades más viables.

Algunos dicen que para crear más empleo se necesita crecimiento económico como el que hubo después de 2001. ¿Cómo se recrea el crecimiento?

Hay dos temas. Uno es que el crecimiento que vos viste a partir de mediados de 2002, en gran medida, fue una recuperación de una crisis. La caída del desempleo se debió a que venías de un 25% y bajaste a niveles de 10%, incluso a un dígito. Eso no se debió a ninguna política en particular, sino a un rebote muy acelerado. La gente que había quedado despedida fue reinsertada. Nosotros no estamos ahí ahora. Eso no va a pasar. Nosotros tuvimos crecimiento tres o cuatro trimestres seguidos, del segundo de 2017 al primero de 2018, antes de la crisis, a una tasa de 3,7% y no creamos empleo privado. No se da naturalmente, no en un país con todas las trabas al empleo privado que tiene la Argentina. No es sólo crecimiento lo que necesitas, necesitás promover la creación de empresas, necesitas que las empresas pequeñas crezcan y generen más empleo. Tenemos un problema de enanismo empresario. Necesitás que las microempresas se formalicen. Necesitás un nuevo régimen tributario adaptado a la realidad nuestra. Y necesitás también condiciones laborales que faciliten la inserción y que sean creíbles en el tiempo. Si el empleador piensa que esto va a durar dos años, tampoco va a servir para nada.

Va a ser difícil que alguien crea que va a durar más de dos años porque cada cuatro años cambia todo en este país.

Sí, no te estoy diciendo que sea fácil. Estamos en problemas estructurales en el sentido de que hay falta de credibilidad.

En redes sociales, se lo ve a usted muy crítico del Gobierno, cuando en 2011 se hablaba de que se iba a incorporar al segundo gobierno de Cristina.

Nunca eso llegó a mis oídos.

¿Pero cómo ve en términos económicos al gobierno actual?

Lo veo empantanado. Hay dos cosas que critico en términos generales. Una es que cada cuatro años giren la política, hagan cambios radicales en la dirección, en el esquema de incentivos de la política económica y la política en general, porque eso erosiona el poder de cualquier gobierno de hacer política. Si vos querés que la gente invierta, das incentivos y mensajes y esperás que el privado responda. El privado no responde, el Estado no tiene dinero, no pasa nada. Si no revertimos la temporalidad de las políticas, es muy poco lo que se puede hacer. Lo primero que hizo este gobierno fue revertir casi todas las políticas implementadas por el anterior, muchas de ellas buenas, para llevarlas a donde estaban en 2015. De hecho, he leído que se congratulan por haber hecho eso. Por ejemplo, la reforma fiscal de Cambiemos, que no fue mala, nunca llegó a implementarse del todo y se revirtió inmediatamente. La otra crítica es por su incapacidad de gestión. El país adolece de una baja capacidad estatal, lo mismo que pasa en muchos otros países latinoamericanos, pero acá está cada vez peor. Por ejemplo, el tema de educación. Si vos vas a cerrar las escuelas, tendrías que capacitar docentes, asegurarte la conectividad de los barrios vulnerables, generar contenidos digitales, acompañar ese proceso para que el daño fuera menor. Nada de eso sucedió. Vos preguntás a las escuelas y cada una estaba por la suya. La paradoja es que el docente se mató trabajando e igual tuviste una merma muy importante en la calidad de la educación, si es que hubo alguna educación. En cada una de las políticas, el Gobierno debería estar liderando esa discusión. No hablan del tema laboral. ¿Qué hace el Ministerio de Trabajo? Tenemos una ley de emergencia laboral que básicamente lo que hizo fue prohibir despidos. No me digas en la ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) porque sigue siendo mandar un subsidio con dinero que cada vez tengo menos. Tengo que seguir financiando con inflación. En cada una de las áreas que vayas mirando tenés esa falta de gestión. En vivienda han cambiado ministros. ¿Qué hicieron, aparte de anuncios? Incluso en el Ministerio de Género, que ha hecho una política, ha tenido un avance, después retrocesos varios, pero no veo a la ministra que esté comentando sobre el tema. El enfoque económico de algunos economistas del Gobierno me parece arcaico. Vos hiciste una campaña diciendo, con razón, que tenías que expandir tus exportaciones para reducir el problema cambiario, que tiene varias raíces, pero una de ellas es su incapacidad de exportar más. Y lo primero que hiciste con el Gobierno fue generar un sistema productivo donde hay algunos productores concentrados que se benefician de alta protección, a expensas del consumidor y a expensas de las exportaciones argentinas. Cada uno de estos puntos de gestión y convicción me parecen excesivamente dañinos y están llevando a una implosión. La Argentina se ha quedado sin motores de crecimiento. Me cuesta ver por dónde vamos a crecer, salvo que nos llueva algún descubrimiento de recursos naturales. Después están los problemas macroeconómicos, el déficit, el financiamiento inflacionario del déficit, tu exclusión de los mercados, estar en el limbo en términos de qué va a pasar con la deuda externa, pateaste la deuda privada, no sabés cómo vas a resolver el tema con el Fondo. Esa incertidumbre generalizada hace también que la inversión no remonte, es síntoma de todos los errores anteriores. Porque si vos no podés resolver el problema de ingresos fiscales, de actividad y de gasto, es muy difícil que vayas a fondear ese déficit en el mercado. Entonces tenés que recurrir al Banco Central, lo cual está mal. Pero lo primero que tenés que hacer es resolver tu inconsistencia fiscal y el Gobierno ha hecho poco para resolverlo. El ministro ha intentado y el Gobierno ha hecho poco, pero no nos olvidemos que las decisiones económicas siempre son políticas.

Por estos días se oye mucho hablar a ex integrantes económicos del gobierno de Macri con poca autocrítica, que niegan el endeudamiento y que dicen que su error en todo caso fue ajustar en forma gradual. ¿Usted qué crítica le hace al gobierno de Cambiemos? 

El problema fue no haber podido contener el déficit más rápidamente. Tampoco creo que haya sido tan fácil porque había algunas herencias de las que tenías que hacerte cargo el tema. Por ejemplo, los juicios previsionales. Pero una vez que tenés el déficit, ¿en qué moneda lo financiamos? Si lo financiás en pesos, si va a ser con inflación o emisión de bonos, si lo financiás en dólares, que básicamente tiene que ser deuda externa. Yo habría preferido que se dolarizara menos ese financiamiento porque el dólar parecía barato en 2016 y resultó ser muy caro en 2018. Esa es una discusión que tuvimos dentro del gobierno. Y todavía tenemos con colegas. El argumento de mis colegas es que no había mercado en pesos suficiente como para bancar esa demanda de fondos que teníamos. Yo habría pagado el costo de no dolarizar tanto la deuda. Esa es mi principal crítica a la política del 16. Pero lo que vos viste de aumento de deuda es básicamente el correlato de un déficit fiscal que el Gobierno no quiso financiar con emisión monetaria.

Podrías haber emitido más, total inflación tuviste igual. Y podrías no haber bajado retenciones ni haber mejorado las jubilaciones a los que más tenían.

Para mí, la lección de 2016 es que no generás una respuesta del sector privado pura y exclusivamente con palabras. Mi impresión es que el Gobierno sobreestimó su capacidad de catalizar inversiones privadas, cambiando el discurso y prometiendo algunos cambios a futuro. algunos de los cuales implementó. Pensó que reduciendo los impuestos, el efecto de catalizador de nuevas inversiones iba a ser suficiente como para llevar el producto de un nivel de estancamiento a un crecimiento hacia fines de 2016, de manera de llegar cómodo a las elecciones de medio término. En la práctica, mucha gente felicitó al gobierno y le dio una palmada y le dijo “te vamos a acompañar”, pero las inversiones reales no llegaron. No nos olvidemos de que las inversiones financieras no generan crecimiento, fondean el crecimiento eventualmente si van a alguna actividad real. Entonces a mediados de 2016 te encontraste un poco inesperadamente con una economía en recesión y con el temor de perder las elecciones de medio término. Y bueno, hay una cuestión política de ser el primer gobierno no peronista que culmina su mandato, de no tener un gobierno cojo durante dos años. Entonces hubo un cambio en el segundo semestre hacia una política menos basada en la inversión y más basada en distribuir dinero y consumo. Eso creo que explica la ley de reparación histórica, que fue innecesariamente generosa. Debería haber incorporado una reforma previsional, pero no se hizo por temor a perder votos. Surgió la ley de emergencia social y algunos otros mecanismos de expansión del gasto que tendían a dos cosas: levantar la creatividad, pero sobre todo a garantizar una victoria. El 2017 fue exitoso políticamente porque se ganó, pero demoraste demasiado el ajuste y lo tuviste que financiar con deuda, que termina siendo muy peligrosa.

AR

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