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Nueve provincias tienen más trabajadores informales que asalariados privados

Se estima que 8 millones de personas se desempeñan en la economía popular

Delfina Torres Cabreros

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En nueve provincias del país hay más trabajadores y trabajadoras que pertenecen al universo de la economía popular –son aquellos que “inventan su trabajo” y están por fuera del mercado formal– que en el sector asalariado privado registrado. Se anticipa que esta situación se confirmará también en otras jurisdicciones a medida que se engrose la base de datos del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep), que empezó a construirse a mediados de 2020. 

Los números le dan fuerza a una postura que impulsan desde distintas organizaciones sociales y que el propio presidente Alberto Fernández comenzó a internalizar en su discurso: la economía popular no es una economía de subsistencia que contiene excepcionalmente a los argentinos y argentinas en momentos de crisis, sino un modo de producción distinto que debe ser reconocido en su particularidad y que incluye a alrededor de 8 millones de personas en el país. 

Catamarca, Chaco, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta, Santiago del Estero y Tucumán son las provincias que tienen un mayor volumen de inscriptos en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep) que asalariados en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Otras provincias como Corrientes y San Juan están muy cerca de romper el equilibrio. 

En el informe previo, correspondiente a agosto de 2021, las provincias en esta situación eran siete. En el registro anterior a ese –el primero del Renatep– eran cinco. Mientras que la economía popular crece, el trabajo asalariado formal está virtualmente estancado hace una década en torno a los 6,6 millones de personas, por lo que se espera que a medida que mejore el registro la situación se vaya replicando en otras provincias. 

Los datos publicados recientemente por el Renatep, que llegan hasta febrero de 2022, muestran un universo de 3,2 millones de personas que “han creado su propio trabajo por fuera de relaciones asalariadas formales”, lo que representa un incremento del 14% respecto del informe anterior. Pablo Chena, director nacional de Economía Social y Desarrollo Local, explica a elDiarioAR que la magnitud de este incremento no responde necesariamente a un aumento de personas dentro de este segmento, sino una mejora del registro, que cada persona puede hacer voluntariamente. 

“Es un universo que tiene condiciones que ya son estructurales. Cuando la economía se recupera, cuando crece el PBI, esos mismos trabajadores de la economía popular mejoran sus ingresos, pero no diría que se suman personas a hacer ‘changas’ o, al revés, que dejan sus oficios en la economía popular para insertarse en el mercado formal. No se ve un gran movimiento en la frontera mercado laboral registrado/informal”.

En la economía popular la mayoría son mujeres (57,8%) y hay una incidencia mucho más alta de jóvenes que en el mercado formal

Chena apunta que en algunos casos puntuales se observan incluso mejores ingresos en el sector informal que en el mercado registrado. “Se combina que los salarios del sector formal están muy bajos y que con una actividad económica repuntando muy rápido, mejoran los ingresos de quienes hacen changas”, dice Chena, que de todos modos propone revisar el concepto de “changas”. “Es trabajo”, dice. 

El Renatep permite conocer mejor esa economía sumergida y muestra diferencias cruciales con el mercado laboral formal. Por ejemplo, en la economía popular la mayoría son mujeres (57,8%) y hay una incidencia mucho más alta de jóvenes de hasta 24 años (27,1% versus 6,7% en SIPA). La experiencia del primer empleo, en la Argentina, se da sobre todo en la informalidad. 

Solo el 22,3% de los inscriptos percibe la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el 22,5%, el programa Potenciar Trabajo. A su vez, casi el 60% trabaja de manera individual, sin vinculación con organizaciones sociales, cooperativas o ningún tipo de núcleo productivo. Esto quiere decir que, a contramano de ciertas ideas instaladas, el grueso de la economía popular no tiene una asistencia a través de la transferencia de ingresos del Estado ni tampoco vinculación con movimientos que puedan tener pertenencia partidaria. 

Para las cerca de 725.700 personas que efectivamente reciben el Potenciar Trabajo,el programa actúa como un “salario complementario” de sus ingresos. Excepto para los trabajadores de servicios comunitarios (que son fundamentalmente mujeres que desempeñan sus tareas en comedores y merenderos), para quienes es su único ingreso. 

Con respecto al nivel educativo alcanzado por los trabajadores y trabajadoras del Renatep, se observa que más de la mitad no completó los estudios obligatorios (61,1%) y en los casos que sí lo hicieron, el 28,7% completó el nivel secundario. Solo el 10,2% declaró estudios superiores. 

En relación a la rama de actividad, el 62,4% de los inscriptos pertenece a la categoría “servicios personales y otros oficios” (33,6%), que engloba actividades como limpieza, peluquería, cocina, jardinería, reparación de autos, pintura, zapatería. El rubro que sigue es “servicios sociocomunitarios” (28,8%), donde fundamentalmente se encuentran trabajadores de comedores. El otro 37,6% se distribuye entre el resto de las ramas, que va de comercio a pesca artesanal y reciclaje. 

En sus últimas intervenciones públicas, el Presidente se refirió a la economía popular, un sector que “existe” y que, por tanto debe ser “atendida”. En el Gobierno se evalúa incluso crear un ministerio específicamente dedicado a esta temática, como una manera de jerarquizar la discusión. El planteo se vincula con otro que por estas horas agita un debate al interior de la coalición del Frente de Todos: cuál es el modelo de de desarrollo económico impuesto y qué lugar tiene la distribución. 

“Mi punto de vista es que no alcanza con dejar intacta la forma de crecer y luego redistribuir. Es decir, permitir que crezcamos de manera concentrada y luego repartir el excedente”, dice Chena, que pertenece al Movimiento Evita. “Nosotros decimos que hay que crecer de manera distinta; distribuir mejor, no redistribuir. Si desarrollamos la economía popular un pescador artesanal puede acceder al crédito, capitalizarse, comprar insumos, mejorar sus ingresos. Va a ganar mejor no por un proceso que redistribuye vía impositiva la ganancia de empresas concentradas; eso es crecer desde abajo”, apunta. 

DT

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