China paga el upgrade: voyeurismo HD desde La Habana
Pekín ya no acepta más el statu quo. Desde cualquier punto de vista que se la vea, la República Popular se comporta como una superpotencia 'revisionista'. En el gobierno del presidente Xi Jinping China ha dado pruebas de que quiere revisar e incluso de que busca transformar de modo sustancial el orden internacional. Esta transformación de la doctrina, del los equilibrios de poder, de la geopolítica, y de aquellas que en la Guerra Fría se llamaban 'áreas de influencia' de los grandes bloques, incluye obrar en consecuencia a la premisa de que existe un derecho chino de construir con el acuerdo de Cuba una piataforma de espionaje electrónico permanente apuntando a EEUU. Con capacidad tecnológica y destrezas para recaudar información muy superior a la de los globos voladores de trayectoria efímera (y fáciles de destruir). Y convenientemente situada en la costa cubana, a 90 millas de las costas del estado de Florida.
Con su planeada plataforma caribeña de espionaje electrónico permanente, Pekín desafía a Washington. Pero también a Moscú. Sin la guerra en Ucrania, el gobierno chino nunca habría avanzado así por sobre la histórica alianza de la URSS y de Rusia con Cuba.
Fue una primicia del Wall Street Journal , que la atribuyó a fuentes de inteligencia. Con una plataforma electrónica permanente en la costa cubana, Pekín desafía a Washington. Más aún, en términos de capacidad de espionaje es el desafío más audaz y visible lanzado por China contra EEUU.
Cuba enfrenta graves problemas económicos. En su largo y lento camino hasta soluciones viable representan un acercamiento a cumplir los cometidos de mejora y crecimiento los varios acuerdos logrados por La Habana por varios miles de millones de dólares de Pekín. Según el diario neoyorquino, fueron suficientes para que las autoridades máximas del Partido Comunista cubano consensuaran con las máximas autoridades del Partido Comunista chino que la República Popular pueda dotarse en las Antillas de una base de superespionaje tectnológica a la medida de la hiperpotencia de Asia y del mundo.
Entra China en el Caribe, y Rusia se corre (pero no se va)
Desde la perspectiva rusa, la penetración china en Cuba y en las decisiones del gobierno cubano puede interpretarse como uno de los precios que el presidente ruso Vladimir Putin se ve forzado a pagar a Xi Jinping por el apoyo diplomático y económico de China al Kremlin en los ya casi quinientos días de la guerra de Ucrania, sin fin próximo a la vista.
Desde los primeros tiempos de la Revolución castrista, Cuba fue una aliada del gobierno soviético, como después de la disolución de la URSS siguió siéndolo del ruso. La isla servía al Kremlin como base militar y como centro de operaciones de inteligencia encubiertas.
El sostén de Pekín le ha sido a Moscú esencial desde el comienzo del conflicto ucraniano. Pero los costos son altos, y caros. No falta, aun en el frente interno oficialista de Putin, quien diga que la guerra de Ucrania ha restringido la acción del gobierno de Rusia, que en los hechos se va obligada a comportarse a actuar como una colonia china. La dependencia de la economía rusa la llevaría a una consiguiente sumisión a Pekín.
No sólo en la economía aumentan los costos para Rusia. El monto de la cuenta que el deudor ruso debe pagar al acreedor chino también sigue subiendo por el costado geopolítico del asunto. China multiplica las emboscadas para neutralizar o limitar o reducir o compartir la influencia rusa en diversas zonas pero en todas las geografías del mundo. O para asociarse como el socio con más acciones y con el poder final de administración y disposición en esa sociedd. Pekín no se detuvo siquiera frente las repúblicas del Asia Central que antes de 1991 eran Repúblicas Socialistas Soviéticas e integraban por tanto la URSS comunista.
Gobierna, China, gobierna las olas
Esta semana, la novedad radical, para Washington y para Moscú, para las dos capitales de los dueños del poder en el universo bipolar de la Guerra Fria, ha sido que esta vez Pekín llegó al Caribe. China se va instalar en la costa cubana, para espiar mejor a los EEUU de Joe Biden. Y se va a quedar.
La construcción de la plataforma electrónica china habría sido imposible en los tiempos de otro presidentde católico y demócrata, John Fitzgerald Kennedy. En 1962, cuando la crisis de los misiles, el gobierno comunista ruso instaló, pero se vio forzado a desinstalar, y luego retiró, las armas que había colocado en la isla apuntando a EEUU con acuerdo del presidente Fidel Castro.
Para China, las imposibilidades se extienden hasta mucho más cerca de nuestros días. Porque si la República Popular hubiera pretendido construir su base espía en Cuba antes de 2022, le habría sido imposible. Rusia, que entonces no sufría las debilidad de las sanciones occidentales ni la hemorragaia de la guerra de Ucrania, la primera potencia en reaccionar en contra, acaso aun antes que EEUU. Y a pesar de que la tecnología de inteligencia sirve para espiar, mientras que las armas, si se usan, sólo sirven para destruir y matar.
El acercamiento a Cuba del demócrata Barack Obama fue anulado por su sucesor el republicano Donald Trump. Como para todas las economías nacionales que obtengan del flujo del turismo internacional su mejor caudal de divisas, las pérdidas y heridas que padeció Cuba a causa de la pandemia son difíciles de compensar y restañar. EEUU, bajo la actual administración, ha hecho poco por ayudar a La Habana, y bastante por azuzar las protestas opositoras.
Parece sólo natural que haya resultado bienvenida en La Habana una propuesta china tan generosa. Si es cierta la información del Wall Street Journal, la generosidad de Pekín es rica en miles de millones de dólares. Un rescate que a la vez contribuirá para aliviar estrecheces y carencias vitales de la población cubana y para afianzar, fortalecer, acrecer y legitimar el monopolio del poder por las autoridades de una Antilla mayor tan convenientemente bien situada en el mar Caribe y frente a Florida.
AGB
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