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¿El radicalismo ya dio vuelta la página del 2001?

Roy Hora / Pablo Gerchunoff

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PG: ¿Cómo estás, Roy?

RH: Hola, Pablo.

PG: ¿Cómo has andado?

RH: Bien, muy bien.

PG: Bueno. Una semana política, diría yo, agitada, como viene siendo agitada la política argentina todo este tiempo, desde hace tiempo ya, desde hace mucho tiempo. Pero aquí hay una novedad. No es sólo por Cristina y Alberto. No es Cristina. No es el poder judicial y los juicios a Florencia, las dificultades de Alberto y tampoco es Macri levantándose de la cama o presentando el libro. Hay algo más que eso. Hay elecciones internas en un partido, en el segundo partido de la coalición de oposición, de Cambiemos o de Juntos por el Cambio, como queramos llamarlo, que han concitado una atención llamativa para ser una elección interna de la UCR. No sé. Yo estuve reflexionando sobre eso, pero me gustaría saber un poco cuál es tu opinión y en qué contexto lo ponés.

RH: Sí, yo creo que esa es la gran novedad de la semana. Dos fines de semana con elecciones internas, primero en Córdoba y luego en Buenos Aires y en la Capital Federal, los tres distritos más importantes del país desde el punto de vista electoral, y con mucha participación. Yo creo que ese es un primer dato significativo. Mucha gente fue a votar. Más de 150.000 personas.

PG: En pandemia.

RH: En pandemia, en una elección interna. Y además de la movilización de los propios radicales, mucha atención por parte del sistema político, de la prensa, que se detuvo a escrutar qué es lo que allí estaba sucediendo.

PG: Lo que Durán Barba llamaría el círculo rojo. El círculo rojo estuvo interesado en esto.

RH: Un círculo rojo grande.

PG: Grande, sí.

RH: Y al mismo tiempo, bueno, ahí aparecen cosas que son propias de la historia radical, el gusto por las internas, como siempre se dice, pero también, creo, se observa una nueva generación de líderes que sale a ocupar el primer plano. Y ese es un dato que me llama la atención y que quisiera poner de relieve. No es solo Martín Lousteau, sino también figuras como Maxi Abad o incluso Rodrigo de Loredo, que están en los 40 años y que ocupan posiciones importantes...

Se observa una nueva generación de líderes que sale a ocupar el primer plano. Y ese es un dato que me llama la atención y que quisiera poner de relieve. (RH)

PG: Facundo Manes.

RH: Facundo Manes ahí todavía en una segunda línea, no queriendo mostrar todas sus cartas. Entonces un poco mi pregunta es: bueno, ¿cuál es el significado de esto? ¿En qué historia más larga hay que ponerlo y qué nos está diciendo respecto a la renovación del radicalismo y de su lugar en la coalición opositora?

PG: Sí, y ¿qué dirías de eso?

RH: Bueno, lo primero que diría es que esto lo tenemos que colocar en una historia más larga, cuyo capítulo significativo para mí, o el más significativo, es el que se abrió después del colapso de la Alianza, después del derrumbe del gobierno de De la Rúa. 2001-2002. Y ahí yo estaba haciendo memoria y me quiero referir muy rápidamente a cómo le fue al radicalismo a a lo largo de más de una década. El primer momento sobre el cual me detengo es la elección del 2003, la elección que consagró a Néstor Kirchner presidente. ¿Y ahí cómo le fue al radicalismo? Salió sexto. El candidato era Leopoldo Moreau. Retengo este nombre un minuto. Sacó 2,3 %. Entró sexto. Primero un montón de nombres peronistas, después Carrió, que sacó un 14 % y, finalmente, Moreau, es decir, un radicalismo... Y... Uno entiende. Bueno, después del 2001 muy bien no le iba a ir. Pero sacó el dos por ciento.

PG: Bueno, Ricardo López Murphy y Lilita Carrió se llevaron buena parte...

RH: Se llevaron el 30 por ciento de los votos entre ellos. Entonces estaban esos votos ahí afuera del partido. 2007: yo creo que ahí aprendieron una lección los radicales, que es mejor 'no vamos con un candidato nuestro' y entonces pusieron de mascarón de proa a Roberto Lavagna, que venía de una exitosa trayectoria como ministro estrella de Néstor Kirchner. Y, ¿cómo le fue? No le fue tan bien, diría yo.

En las elecciones de 2007 aprendieron una lección los radicales, que es 'mejor no vamos con un candidato nuestro', y entonces pusieron de mascarón de proa a Lavagna, que venía de una exitosa trayectoria como ministro estrella de Néstor Kirchner.(PG)

PG: Bueno, salió tercero.

RH: Salió tercero y sacó el 17 por ciento. Fue acompañado por Morales, por Gerardo Morales, dirigente de Jujuy. Es decir, yo ahí diría: el radicalismo se tuvo que esconder atrás de un candidato extrapartidario para volver a ocupar algún lugar relativamente importante. Y la tercera elección a la que me quiero referir es la del 2011, cuando volvieron a presentar un candidato propio y ese candidato propio era Ricardo Alfonsín, que no le fue tan bien como a Lavagna, porque sacó apenas el 11 por ciento de los sufragios, y ahí volvió a salir tercero, atrás de Binner. Entonces, síntesis de esto: en ningún momento en las elecciones entre el 2003 y 2015 el radicalismo logró sacar el 20 por ciento de los sufragios, siempre estuvo por debajo. Nunca tuvo candidaturas competitivas. Y es una fuerza en ese momento muy deshilachada, a punto tal, creo, digamos, el indicador que me muestra un poco esto es el hecho de que esos tres candidatos además de, digamos así, de la pobre performance electoral, ninguna de esas tres figuras hoy está en el radicalismo. Los tres desertaron, se fueron, abandonaron, no se sintieron parte. Entonces a la luz de esto es que yo entiendo por qué en el 2015 Ernesto Sanz empujó al radicalismo en una dirección que en ese momento fue discutida pero que se impuso en la convención de Gualeguaychú, que era sumarse a la alianza opositora, a una alianza en la cual ellos no iban a tener el lugar predominante, sino que ese lugar lo iba a tener Macri.

En ningún momento en las elecciones entre el 2003 y 2015 el radicalismo logró sacar el 20 por ciento de los sufragios, siempre estuvo por debajo. (RH)

PG: Yo quiero hacer un punto sobre esto que acabás de mencionar. Vos has trazado la hoja de ruta que lleva a Gualeguaychú. Y una cosa que a mí me llama la atención, entre otras, del resultado de la interna de esta semana que pasó y de los discursos que aparecieron en consecuencia es que terminan por convalidar como algo más permanente la decisión de Gualeguaychú. Gualeguaychú existió y después de eso la amenaza de ruptura existió todo el tiempo. Aquí la oposición, la oposición al oficialismo partidario, aquel que heredó a Sanz, digamos, que tomó la herencia de Sanz, el oficialismo partidario y la oposición, ambos, no ponen en cuestión Gualeguaychú. Quiero decir con esto que no ponen en cuestión la coalición que se armó en Gualeguaychú. Y, más todavía, unos y otros se preguntan qué fisonomía pueden adquirir para tener un poco más de autonomía dentro de la coalición, pero sin discutir la coalición. Eso me parece que es algo que debe haber dejado muy satisfecho a Ernesto Sanz en San Rafael, Mendoza, ¿no es verdad?

Y una cosa que a mí me llama la atención, entre otras, del resultado de la interna de esta semana que pasó y de los discursos que aparecieron en consecuencia es que terminan por convalidar como algo más permanente la decisión de Gualeguaychú. (PG)

RH: Sí. Yo quería hacer ese punto también. Cuando los radicales fueron a Gualeguaychú, en el 2015 fue, si mal no recuerdo, hubo mucha resistencia...

PG: Vos sabés que es marzo del 2015. Marzo es un mes intenso, ¿no? En un partido que tiene 130 años, eso nos está llamando la atención. Partido de revoluciones, abstenciones, gobiernos, dos caudillos populares... Bueno, ahora estamos discutiendo una interna y una interna relevante.

RH: Y decía que cuando fueron a Gualeguaychú se pelearon bastante y finalmente Sanz se impuso. Y estoy de acuerdo con vos en cuanto a que, a la distancia, todos finalmente entraron al redil. Y yo creo que además esa es una novedad: la convicción de que el radicalismo, si quiere ser una fuerza importante en la vida pública argentina, tiene que aliarse con el PRO, con una que está un poco más a la derecha, pero yo creo que esta es parte de la cosa. La otra es que ha cambiado, que estaba un poco en lo que vos decías. Ha cambiado la gravitación relativa de los dos socios mayoritarios de la coalición. No son los únicos. Ahí está Carrió también dando vueltas. Y para eso vale la pena mirar los resultados de la PASO que tuvo lugar en el 2015. Y ahí la fórmula Michetti-Macri o Macri-Michetti, más precisamente, le pasó por arriba.

PG: 24 a 3, algo así.

RH: Una paliza. Una paliza tan grande que ni siquiera en Mendoza, la provincia de Sanz, Sanz pudo imponerse. En Mendoza Macri ganó por el 71% de los votos contra el 25, si solamente miramos...

PG: Bueno, esa fue en su momento la gran objeción a Sanz: por qué no aceptó la vicepresidencia. No estuvo en cuestión la coalición, sino el hecho de que Sanz no aceptará la vicepresidencia. Pero me parece que el hecho central, el hecho permanente, no es una decisión probablemente equivocada en términos tácticos, como aceptar o no eso, sino ir por la coalición y mantenerla como política estable del radicalismo.

(...)

Transcripción parcial de la conversación

RH/PG

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