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¿Cuál Tevez, el “jugador del pueblo” o el “de las corporaciones”?

Carlitos Tévez

Andrés Burgo

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En un fútbol en el que los jugadores dejan ver cada vez menos sus afinidades políticas y sus opiniones por fuera del deporte, Carlos Tevez es una excepción. En los últimos años, el capitán de Boca habló largamente de su amistad personal con Mauricio Macri, a quien llegó a calificar como “un padre” y no dejó de realizar declaraciones aunque fueran en perjuicio de sus colegas. Si al inicio de la pandemia había dicho que los jugadores podían permanecer seis meses sin cobrar el sueldo -y varios futbolistas del ascenso, que suelen vivir al día, le salieron al cruce-, la semana pasada se posicionó por encima del Día del Trabajador. Tras preguntarles a los periodistas “¿qué trabajador no va a trabajar cuándo le toca?”, pidió que el partido de su equipo contra Lanús, programado para hoy domingo, se adelantara a ayer, sábado 1º de mayo, fecha en la que históricamente no hay fútbol, para que Boca ganara 24 horas de descanso antes de su próxima presentación, este martes por la Copa Libertadores.

Su participación en el millonario negocio de los parques eólicos en el que la Justicia investiga si hubo irregularidades que favorecieron al Grupo Macri y, desde ya, su reciente pedido ante la Justicia para no pagar el impuesto a las grandes fortunas terminaron de actualizar un interrogante que Diego Maradona ya había puesto sobre la superficie hace tres años, cuando se preguntó si el ídolo criado en Fuerte Apache -y de gran actualidad futbolística a sus 37 años- continúa siendo “el jugador del pueblo”.

“Lo veo muy macrista, muy boludo a Carlitos -dijo Maradona en agosto de 2018-. Si es macrista, ya no es más el jugador del pueblo. Si me dicen que es el de siempre, el que yo conozco, lo voy a seguir bancando, como hice hasta ahora”. Pero Maradona, en todo caso, no fue el único en preguntarse por la vigencia de uno de los apodos más famosos del fútbol argentino, en sintonía con la trayectoria de un ídolo que ganó 29 títulos y quiere más. “¿Sigue siendo el ‘jugador del pueblo’ o, por el contrario, es el player ‘de las corporaciones’ capaz de defender a Macri y la privatización de los clubes?”, se preguntó la escritora y periodista Sonia Budassi en el muy interesante “Apache, en busca de Carlos Tevez”, libro reeditado en 2019.

“El sueño de miles de pibes de los barrios es pegarla jugando al fútbol y es normal que sintamos cariño y admiración por aquellos que efectivamente lo lograron -dice Mayra Arena, militante por la justicia social en Fuerte Apache y estudiante de Ciencias Políticas-. Por eso, cuando vemos a alguien que vivió eso y la pega, cometemos la torpeza de creer que actuaría como pensamos que actuaríamos nosotros. Dicho eso, Tevez ya no está en el barrio hace mil años. Y más allá de que yo he dicho hasta el cansancio que a los pobres se nos critica por pensar en nuestros intereses económicos, tengo que ser coherente y decir: cualquiera, de cualquier clase social, tiene derecho a pensar en sus intereses económicos. Yo como peronista no comparto su actitud y pienso que, como dijo el Diego, los que más tienen son los que deberían sostener el entramado social en este contexto de crisis, pero también entiendo dos cosas: que no hay nada más común que una persona queriendo evadir impuestos y que a ningún jugador tenemos por qué compararlo con la inmensidad del Diego”.

El origen del apodo de Tevez no suele ser muy conocido pero, según reconstruyó el periodista Cristian Grosso, de La Nación, nació a partir de una observación de Marcelo Bielsa en la Copa América de Perú 2004. “¿Vio cómo lo quieren? Como reconociéndole su condición de pueblo”, le dijo el entonces técnico de la selección al preparador físico del plantel, Luis Bonini, en Piura, al norte del país, después de que Bielsa detectara que decenas de hinchas locales seguían mayoritariamente al todavía delantero de Boca, ya convertido en un embajador de los más perjudicados por la desigualdad y la pobreza, no sólo en Argentina.

El periodismo tomó ese detalle y lo convirtió en un apodo, elogioso pero también de gran peso simbólico, que Tevez nunca rechazó. Su talento, carisma y triunfos deportivos, sumados a su historia de superación personal y familiar tras una infancia difícil en un barrio vulnerable -su padre fue asesinado antes de su nacimiento y su madre lo dio en adopción a su hermana, la tía biológica de Tevez-, lo convirtieron en la mayor referencia popular del fútbol desde Maradona.

Aquel Boca de 2004 estaba presidido por Macri, decidido a lanzarse a la política a pesar de que el año anterior había perdido las elecciones a Jefe de Gobierno porteño contra Aníbal Ibarra. Tevez, que ya había sido campeón de América y del mundo con Boca, se preparaba también para iniciar su formidable recorrido fuera del país, no exento de transferencias turbulentas. En diciembre de ese año pasaría al Corinthians de Brasil en una operación intermediada por el posterior jefe de la AFI en la presidencia de Macri, Gustavo Arribas, y sospechada por lavado de dinero: fue pagada desde un paraíso fiscal a una cuenta no declarada en Nueva York. No sería la única transferencia rodeada de offshores y de cifras ocultas: el fútbol es el reino del número dibujado, en el Ascenso o en Asia. En diciembre de 2016 pasaría a China en una operación inflada en millones de dólares tras la que el propio Macri, ya presidente del país, lo calificaría de representante diplomático, tanto un anzuelo para inversionistas como un deportista.

Millonarios, empresarios, poderosos, tipos vinculados a los servicios: la nueva geografía a la que se fue acercando. ¿Podía -quería- Tevez escaparse de sus nuevos compañeros de ruta, tan alejados de su árbol original, mientras multiplicaba dólares en sus cuentas bancarias?

¿El contraste con su apodo -si es que, además de Maradona, es posible ser el jugador del pueblo- es una decepción para una clase media politizada que no pone el mismo énfasis, por ejemplo, en la participación de otro ídolo de Boca, Guillermo Barros Schelotto, en el negocio de los parques eólicos? ¿Por qué Tevez -un rico que actúa como rico- debería comportarse de manera diferente a los cientos de millonarios que se negaron a pagar el impuesto a la riqueza, como Héctor Magnetto, la familia Saguier y otros accionistas de Clarín y La Nación? Como dijo un protagonista del fútbol para este artículo, off the record: “A Tevez lo usaron como siempre intentan usar a los jugadores, lo llevaron para su arena política, y él aceptó y de paso sacó su tajada. Es muy difícil sostenerse allá arriba, se te mueve el mundo. Si hasta el Diego, antes de llegar a tener una teoría sólida sobre una demanda nacional, apoyó a Menem y Cavallo”. O como dijo el sociólogo Pablo Alabarces al periodista Agustín Palmisciano, de Globalonet, al referirse a Tevez como “el modelo Maradona se domesticó, se disciplinó”.

Pocos recuerdan que, en verdad, Daniel Scioli fue el primer político con el que Tevez tejió una relación muy cercana, de amistad. Cada vez que volvía al país, y mientras en Europa mostraba camisetas de “Fuerte Apache”, “Lugano 1 y 2” y “Villa 31” después de convertir goles para Juventus o Manchester City, el ídolo se juntaba con el entonces gobernador de Buenos Aires. Scioli fue a Fuerte Apache para inaugurar la fundación de Tevez y el ídolo visitó Villa La Ñata para jugar en el equipo naranja. Parecía funcionarles a los dos: así como desde la política se colgaron sobre sus hombros desde que empezó a ser una estrella, él también supo usar esas influencias, incluso desde lo deportivo, para intentar meterse en la selección.

Poco antes de la Copa América 2011, el técnico de Argentina, Sergio Batista, terminó convocándolo pese a que no lo quería. “Hubo presiones externas para que Tevez estuviera. Traté de manejarlo hasta lo último, pero era difícil. La presión llegó de arriba, presión de AFA y presión política”, reconoció Batista algunos años más tarde, en alusión al pedido de Julio Grondona, cuyos tejidos políticos de la época, en años del Fútbol para Todos, incluían a Scioli. El gobernador intentó repetir el operativo para Brasil 2014 -“Quiero que lo convoquen al Mundial, lo conozco muy bien y es un gran tipo, un motivador”, dijo- pero no torció la decisión del siguiente entrenador, Alejandro Sabella. Especialmente en el seleccionado, hubo un tiempo en que Carlitos pareció buscar su salvación individual, lejos del espíritu colectivo del fútbol, también señalando culpas ajenas.

Tevez volvió a un Boca presidido por Daniel Angelici en julio de 2015, en plena vigencia deportiva y, también, en la recta final de la campaña para las elecciones presidenciales de fin de año. Lo tentaron los dos principales candidatos de Cambiemos y el Frente para la Victoria, viejos conocidos suyos, pero Tevez eligió a Macri por sobre Scioli. Eran épocas en que el analista político de La Nación, Carlos Pagni, se preguntaba “¿Cuánto pedirá Tevez por sumarse a PRO?” y “¿Quién pagaría esa parte electoral del contrato? ¿Los hinchas de Boca o los contribuyentes porteños?”. A las pocas semanas, todavía en agosto, jugó uno de sus primeros partidos en Formosa y no tardó en visitar a su interlocutor favorito en los medios, Alejandro Fantino, para criticar a la provincia de Gildo Insfrán y, por decantación, al gobierno kirchnerista: “No entiendo la desigualdad -dijo en Animales Sueltos, dos meses antes de la primera vuelta de las presidenciales, en octubre-. La pobreza que hay en Formosa es muy grande. El hotel donde paramos es de 5 estrellas. Imaginate que yo ponga un hotel de 5 estrellas en Fuerte Apache. Adentro del hotel era como Las Vegas y afuera la gente se estaba cagando de hambre”. Acaso incómodo por su amistad con Scioli, de la que nunca renegaría en el futuro, Tevez tampoco se fotografió con Macri hasta después del ballotage.

Ya con su candidato sentado en Balcarce 50, Tevez fue a Casa Rosada y Macri acudió al casamiento del ídolo. Quienes conocen el mundo del fútbol cuentan cómo suelen ocurrir esos acercamientos a las figuras del deporte: “Hoy te llaman para tu cumpleaños, mañana te invitan a una cena, después te hacen un regalo a tus hijos”. Cerca de Tevez puntualizan que su relación con Macri derivó en amistad. Que incluso el trato se tornó tan cotidiano que, cuando el jugador de Boca habla de política, suele repetir lo que escucha del entonces presidente.  

Después de su singularísimo paso por China, una venta en la que el delantero apenas pareció ser una pieza de un engranaje más amplio -y que le permitió convertirse en el jugador mejor pagado del mundo-, Tevez regresó al país y en 2018 renovó su apoyo a Macri. En China habían jugado juntos al golf. “Confío plenamente en él. Tengo plena fe de que es el hombre que puede cambiar a la Argentina”, dijo en otra visita a Fantino, mientras los estadios de fútbol comenzaban a gritar en contra del presidente. En esa entrevista, tras la que Maradona apuntó sus dudas sobre su condición de “jugador del pueblo”, Tevez también contaría cómo Macri lo asesoraba económicamente: “A mí siempre me aconsejó para bien, fue como un padre -dijo, con toda la fuerza de esa palabra-. Siempre me ayudó con el tema de la plata, no inviertas con tus amigos, guarda la plata que vos seguís facturando”.

En el verano de 2019, la periodista Emilia Delfino precisó en los parques eólicos aquellas recomendaciones que Tevez había deslizado: se supo que el capitán de Boca tenía el 10 por ciento de Sideli, una firma creada por Sideco en un negocio investigado por presunta defraudación y negociaciones incompatibles. Pero otra vez, hasta los más críticos de Tevez en el ambiente del fútbol -que no son pocos- intentan contextualizar: “Los jugadores hacen negocios todo el tiempo. Compran campos y departamentos, incluso edificios enteros. Es una lógica en la que tenés mucha plata y querés mucha más”. O como escribió Budassi en 2019, “dentro de la ‘carrera abierta al talento’ que falsamente propone el capitalismo, el Apache no hizo más que aprovechar el suyo para hacer que él, su esposa, sus hijos, sus hermanos y sus amigos pudieran vivir mejor. Lo que haríamos, si pudiéramos, la mayoría de nosotros.

Tevez entonces es, al mismo tiempo, el “jugador del pueblo” y el “desalmado que se fue a China atrás de los dólares”.

Pero ya en los últimos meses, aquella convivencia entre los “dos Tevez” que durante años no parecía contradictoria, como mínimo quedó bajo discusión, por más que el propio deportista se sume a actos benéficos para merenderos (como, de hecho, realizó la semana pasada) y anuncie diversos proyectos de su fundación. Los jugadores del ascenso se sintieron ninguneados cuando dijo, al comienzo de la pandemia, que sus colegas eran privilegiados que podían estar largos meses sin cobrar. Y el principal ruido, que tardará tiempo en silenciarse, fue su amparo judicial para no pagar el aporte solidario, una decisión que especialmente queda en off side tras aquella declaración después de su paso por Formosa, sorprendido por “la desigualdad”.

“No espero que Tevez, siendo hoy rico, actúe de una determinada manera porque nació en un barrio igual al mío -concluye Arena, que vive a cuatro kilómetros de Fuerte Apache-. En ese caso estaría diciendo que nacer en un barrio te tiene que determinar la conducta sin importar cuanto cambie tu vida. O que siempre deberías ser el mismo. Y para mí, nacer en el barrio no es un determinante. Es un condicionante, sí, y para muchas cosas. Tevez las superó, se hizo rico y ahora vota y se maneja por la vida y por el mundo financiero con el interés de los ricos. Lo que hace es coherente con lo que hacen muchos ricos que no quieren pagar este impuesto extraordinario. Quizás hay un ideal progresista que piensa que haber nacido en ‘el barrio’ es algo intrínsecamente bueno, o que implica un conjunto de valores y rasgos positivos. Yo disiento bastante con esta fantasía: se puede ser muy de barrio y ser un garca”.

Consultados por este medio, los asesores de Tevez respondieron que no aportarían su punto de vista. Boca juega hoy a las 10 de la mañana con Lanús y viaja por la tarde a Ecuador.

WC

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