Una clase, una visita y un encierro: el día en que Milei puso bajo llave la Casa Rosada

A las doce en punto del mediodía, mientras los periodistas acreditados permanecían encerrados en la Sala de Prensa, sin posibilidad de circular por los pasillos y escoltados incluso para ir a almorzar, Javier Milei daba su clase. En el Salón Héroes de Malvinas de la planta baja de la Casa Rosada, con pizarra, marcador y una carpeta azul de Presidencia para cada asistente, el Presidente encabezó una charla con sus diputados sobre los fundamentos económicos del plan oficial y el paquete legislativo que buscará blindarlo: el proyecto de Reparación Histórica del Ahorro.
Fueron casi dos horas de exposición, en las que Milei mezcló números, convicciones y estrategia política. La escena condensó su forma de ejercer el poder: vertical, cerrado, pedagógico. La cita había sido convocada con discreción, bajo el título de “clase magistral de economía”, y solo para integrantes del bloque de La Libertad Avanza. Nada de bullrichistas. Nada de amarillos. Solo los fieles: Martín Menem, José Luis Espert, Lilia Lemoine, Gabriel Bornoroni, Carolina Píparo, Romina Diez, Santiago Santurio, Carlos Zapata, Lisandro Almirón, Rocío Bonacci y otros. Marcela Pagano, enemistada con la conducción de Diputados, no asistió.

El temario no se centró únicamente en el proyecto aún no ingresado al Congreso —que modifica la Ley Penal Cambiaria y la Ley de Procedimiento Fiscal para legalizar la tenencia de dólares sin declarar y limitar las acciones retroactivas del nuevo organismo recaudador, ARCA—, sino también en la hoja de ruta general. “La inflación va a dejar de ser un problema”, dijo Milei, según reconstruyó elDiarioAR. Y agregó: “La Argentina va a crecer fuerte”.
El blindaje, insistió, será por etapas. Primero con un DNU que entrará en vigencia el 1° de junio, luego con una ley que convertirá el “plan colchón” en doctrina de Estado. La Cámara baja, donde el oficialismo tiene más capacidad de maniobra, será la trinchera principal para sostenerlo. En paralelo, el Presidente también dejó en claro que las grandes reformas —laboral, previsional, impositiva— quedarán para 2026. Este año, la prioridad es consolidar el modelo con una única gran ley económica.

Pero el trasfondo de la charla fue también político. En el bloque libertario hay quienes sienten que la Rosada prioriza el diálogo con gobernadores o con los armadores electorales por sobre los legisladores propios. La clase funcionó, entonces, como un gesto de contención, una devolución de atención en tiempos de verticalismo extremo. Y como mecanismo de disciplinamiento a partir de la doctrina.
Visita internacional y restricciones
La jornada había comenzado con otra escena central: la visita del secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., figura clave del gobierno de Donald Trump. La reunión con Milei, de la que también participaron el ministro de Salud, Mario Lugones, y asesores de ambas delegaciones, tuvo lugar en el despacho presidencial y duró más de una hora. Hubo fotos de ocasión y otras un tanto desopilantes: la imagen del funcionario norteamericano, motosierra en mano, fue claramente un ejemplo.

El paso de Kennedy Jr. por la Argentina no fue apenas sanitario. Fue también político. Milei busca consolidarse como el principal aliado regional del trumpismo en América del Sur. La Casa Rosada interpretó la reunión como parte de una alianza estratégica mayor, que excede los temas técnicos: vacunas, salida de la OMS, revisión de aditivos, transparencia en medicamentos y simplificación del sistema estatal de salud. Tanto Lugones como su par de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, ya trabajan en esa línea, bajo el paraguas del ideario libertario compartido.
Mientras tanto, fuera del despacho presidencial, el operativo de seguridad era inédito. A diferencia de las visitas norteamericanas anteriores —como la del secretario del Tesoro, Scott Bessent, o la del jefe del Comando Sur, Alvin Holsey—, esta vez la Casa Militar no solo restringió la circulación a los periodistas, sino que los confinó físicamente a la Sala de Prensa. Se les prohibió caminar por los pasillos y solo pudieron ir al comedor si fueron escoltados por personal de seguridad. La orden fue explícita: nadie debía cruzarse con Kennedy Jr, pero tampoco con Milei.

La escena se produjo pocos días después de la publicación de la resolución 1319/2025 en el Boletín Oficial, firmada por el vocero Manuel Adorni, que impone nuevas reglas para la acreditación de periodistas en la Casa de Gobierno: cupos limitados, vestimenta formal, restricciones para grabar, y sanciones para quienes no cumplan.
Este martes, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) sostuvo que la medida instaura una suerte de “derecho de admisión” por el que se evalúan los datos de audiencia de los medios representados, “el alcance territorial de cada medio en particular y los antecedentes de especialización de su cobertura periodística, y de los profesionales autorizados a cumplir esas funciones”.
PL/MG
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