Una crisis de gobernabilidad acecha al Presidente en medio del “Juego de Tronos” de los gobernadores

“Ningún presidente puede arriesgarse a que un Congreso te junte dos tercios, y nosotros acabamos de sumar 180 votos. ¿Quién te defiende de un juicio político ahora?”, murmura, todavía excitado por la victoria, un diputado de la oposición. La Cámara de Diputados acaba de voltearle los dos vetos a Javier Milei, y está charlando, en un pasillo alejado del Congreso, con otro legislador no peronista que fantasea con tejer un “centro” que se lance como alternativa de Javier Milei. Le responde: “Vos lo que no podes hacer es empujarlo. Tenés que dejarlo que se tambalee frente al abismo”.
Nunca antes la debilidad de Milei quedó tan expuesta como esta semana. El miércoles, 181 diputados votaron en contra del veto a la emergencia pediátrica. El 75% de los diputados presentes en el recinto. Al día siguiente, 59 senadores rechazaron el veto a la ley de reparto automático de ATN. Es decir, el 83% de los senadores presentes optaron por rechazar la propuesta de Milei. Y muchos lo hicieron incluso después de haber cobrado los $12,5 mil millones que el Gobierno les había girado, vía ATN, para intentar convencerlos de hacer lo contrario.

Un pésimo debut para Lisandro Catalán, que estrenaba cargo en el Ministerio del Interior, y que dejó reducido al Gobierno a su mínima expresión. El Senado –tierra de José Mayans y la nueva mayoría automática multipartidaria que ayudó a crear– no fue una sorpresa. Pero sí la Cámara de Diputados, donde ya no quedan ni rastros de los “87 héroes” que habían ayudado a blindar, el año pasado, el primer veto al financiamiento universitario.
Casualidades dolorosas: el aniversario de la cena con la que Milei agasajó a esos héroes en Olivos coincidió, con precisión meridiana, con la sesión en Diputados que le volteó el segundo veto a las universidades.
El fantasma del juicio político
Solo 61 diputados salieron en defensa de Milei en su peor momento. Con el dólar agujereando el techo de la banda y el riesgo país escalando minuto a minuto, los soldados del régimen tocaron su piso mínimo. Un rejunte de fieles reducidos a: los libertarios que aún no le declararon la guerra al clan Menem –como el bloque de Oscar Zago o el de Marcela Pagano–, los radicales con peluca que no necesitan competir con LLA en sus distritos este año, y un PRO diezmado que se rebela ante la conducción de Cristian Ritondo.
Se rompió una de las reglas más básicas de la gobernabilidad: nunca permitas que la oposición junte más de dos tercios en el recinto para rechazar tu plan de gobierno. No una ni dos veces: tres veces. Porque el fantasma del juicio político, por más fantasioso que parezca, siempre puede estar a la vuelta de la esquina.

Los primeros en instalar la versión de una Asamblea Legislativa como Plan B del sistema económico fueron los embajadores del nuevo espacio de centro llamado “Provincias Unidas”. Seducidos por el canto de sirena de un establishment económico que observa alarmado la sostenibilidad del plan económico del Presidente, comenzaron a trajear al cordobés Juan Schiaretti, quien ni siquiera fue electo diputado.
Detrás están los gobernadores Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba) y el escurridizo Ignacio Torres (Chubut), de la mano del consultor Guillermo Seita, inventor de la nueva marca. Tiene varios operadores en el Congreso, como Miguel Ángel Pichetto y Emilio Monzó, que fantasean con consolidar una fuerza de centro “federal” que accione como fiel de la balanza frente a la polarización Milei-kirchnerismo.
Si el Gobierno supera el 30% de los votos y se posiciona como primera fuerza nacional –una “victoria” de LLA ante los ojos del sistema–, buscarán posicionarse como un polo de poder alternativo. Atento a negociar tanto con el Gobierno como con otras fuerzas de la oposición. Si, en cambio, el Gobierno pierde en las elecciones, se abre todo un arco de posibilidades que se discuten, con ligereza, en largas charlas de café en despachos porteños.

El juego especulativo termina, sin embargo, en un callejón sin salida: el rechazo tajante de la principal fuerza opositora a avanzar con un juicio político. Cristina Fernández de Kirchner sostiene que Milei tiene que finalizar su mandato y en La Cámpora son muy tajantes en lo que se refiere a “respetar los tiempos institucionales”. También Axel Kicillof ha reafirmado, en público y privado, que no hay lugar para ninguna operación desestabilizadora. Ambos líderes del peronismo se imaginan gobernador a partir de 2027 y, para lograrlo, resulta imprescindible que Milei finalice su mandato.
“Los que dicen que Milei se tiene que ir antes están laburando para Milei”. Las palabras son de Leandro Santoro en Radio Con Vos, pero podrían provenir de muchos dirigentes del pankirchnerismo que observan, con irritación, el Juego de Tronos de los embajadores de Provincias Unidas. Un juego en el que participan, con entusiasmo, varios gobernadores y referentes del peronismo.
Resistiendo con aguante
“Menem está nocaut”, aseveró, triunfante, un peso pesado del peronismo apenas finalizó la sesión del miércoles. La derrota en la Cámara de Diputados fue el broche de oro de una larga lista de malas noticias para el clan Menem: los audios de Diego Spagnuolo, la pésima performance del armado electoral en Provincia de Buenos Aires, la reactivación de la comisión investigadora $LIBRA y, ahora, la consolidación de un impermeable frente opositor que logra sumar dos tercios del recinto como si fuera un trámite.
Ratificado en su cargo por la misma Karina Milei –quien se negó a echar a Lule Menem y, por lo tanto, al propio Martín, que amenazó con renunciar a la presidencia si excomulgaban al primo–, Martín resiste en su oficina con la esperanza de que todo mejorará a partir de diciembre. Es cuestión de aguantar hasta las elecciones de octubre: está convencido de que LLA ganará a nivel nacional y que esa victoria, aunque modesta, le permitirá recuperar el control de la Cámara de Diputados.
Menem está convencido de que, con un repunte en la Provincia, una victoria en la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza y una buena elección en Córdoba, LLA podrá hacerse de un bloque de 84 diputados. Un bloque que, si se le suma a algunos satélites sueltos o, incluso, al PRO, podría llegar a disputar la primera minoría de la Cámara de Diputados. Esto le permitirá asegurarse un tercio vetador y, a su vez, ampliar la base sobre la cual tejer las alianzas del futuro.

“Va a haber un espacio de centro que va a querer reelegir en sus provincias y se va a volcar a la derecha”, aspiran sus aliados, quienes ven que la mayoría opositora tiene fecha de vencimiento. Apelan a la teoría de la ventana rota. “Ahora todos te ven golpeado y aprovechan para pegarte, pero después de diciembre van a tener otros incentivos para acompañarnos”, profetizan.
Menem, sin embargo, tiene un gran desafío de cara a diciembre, que no es sólo resistir a las nuevas embestidas opositoras. Tendrá que asegurarse el número para reelegir como presidente de la Cámara de Diputados luego de un profundo desgaste producto por el escándalo $LIBRA, los audios de Spagnuolo y la táctica de vaciar las sesiones opositoras para dejarlas sin quórum. Hasta ahora, el peronismo no le ha soltado la mano, pero son cada vez más las voces en el bloque que preside Germán Martínez que piden voltearlo. Y hay varios, como Ritondo, que están olfateando el cargo.
Dependerá del resultado de octubre. Hasta entonces, por si acaso, no permite que ningún interlocutor ingrese a su despacho con el celular. Les pide que lo dejen afuera. Después de las grabaciones de Spagnuolo, confía en muy pocos.
MC/MG
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