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Peronismos

Ganancias y retenciones, postales de un peronismo en blanco y negro

Alberto Fernández saluda desde una ventana de Casa Rosada
9 de febrero de 2021 08:06 h

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Luis Basterra consumió su lunes en un safari telefónico con dirigentes del campo y la industria del agro. Con buenos modos, el formoseño ofició de traductor de Alberto Fernández. Repitió, como mantra, un mensaje dual: que en la receta de la Casa Rosada hay un ítem que contempla subir las retenciones hasta el tope máximo previsto por la ley, pero que la parrafada presidencial no debe leerse como un hachazo al diálogo, trabajoso e infructuoso, con el campo.

“Siempre apostamos al diálogo pero el diálogo sirve si hay resultados”, dijo Basterra en su spam telefónico, casi un salieri de Cecilia Todesca Bocco, la vicejefa de Gabinete, que el viernes fue la primera voz oficial que se zambulló en el tabú de las retenciones. Lo de Todesca, que en ciertos botones de la economía es más escuchada en Olivos que Martín Guzmán, pareció un traspié pero no: habló Fernández y fue, todavía, más intenso en la hipótesis del aumento.

La ronda de Basterra se cristalizó al atardecer cuando Fernández acordó una cumbre con la Mesa de Enlace, convocatoria con la que quiere trasmitir que no cortará el diálogo ni quiere entrar en una tirria inclemente con el campo. El obvio deja vu de 2008.

En Casa Rosada, muy tarde el lunes, se apresuraban a celebrar esa jugada como un acierto que empardan con los tironeos con la Mesa del Maíz, instancia que naufragó tres meses sin definiciones hasta que el gobierno cerró las exportaciones y logró, entre lamentos y un paro, apurar la negociación y cerrar un acuerdo. El teorema Todesca: el diálogo sirve si hay resultados; si no, no.

El peronismo de cada región, es defensor de lo que produce: en San Juan, de la minería,, en Tucumán del azúcar, en la Patagonia del petróleo. En la pampa húmeda no: estamos en contra

La cumbre del miércoles se da en una atmósfera turbia. Fernández se sentará a hablar y escuchar con la bala del aumento de retenciones en busca de un acuerdo y con su poesía de cuidar la mesa de los argentinos. El trámite, más allá de lo gestual, puede dinamitar la que fue una de sus jugadas más sabias: la de elegir como interlocutor al Consejo Agroindustrial y sacar del ring a la Mesa de Enlace.

“El problema de la Mesa de Enlace no son los dirigentes: son los representados”, describió un funcionario que acumula muchas sentadas con los jefes chacareros que en las rondas se mostraban “razonables”, posturas que no permeaban cuando bajaban a los territorios. “El peronismo tiene que tener un plan para tratar de amigarse con el campo”, aportó un ministro y trazó una relación: “El peronismo de cada región del país es defensor de lo que produce: en San Juan de la minería, en Tucumán del azúcar, en la Patagonia del petróleo. En la pampa húmeda no ocurre, el peronismo está en contra de lo que produce.”

Fernández no tiene, como plan, actuar una remake de la 125 pero debe, como en otro océano de asuntos, transitar entre la demandas de los propios y la metralla opositora pero, sobre todo, dar una señal a los sectores medios y medio bajos, votantes volátiles, que en 2020 protagonizaron el goteo incesante de pérdida de respaldo del gobierno. Fernández ostenta, así y todo, un pequeño lujo: es la única figura del oficialismo cuya positiva supera la negativa, algo que no ocurre con Axel Kiciilof ni con Cristina Kirchner, ni mucho menos con Máximo Kirchner o Sergio Massa.

Fernández se mueve por una pulsión íntima pero regida por una táctica fría: ser y hacer distinto a como fue e hizo Cristina. En criollo: no sabe, no le sale bien hacer cristinismo

Al tigrense, Fernández le hizo una concesión insólita en la selva política: le regaló el anuncio de la suba del mínimo no imponible de Ganancias, un beneficio para 1,2 millones de personas, oro en polvo en un tiempo de escasez de buenas noticias. Al margen de la coreografía sobre la cumbre del 17 de enero en Chapadmalal de Fernández, Massa y Guzmán, el capítulo Ganancias no supone novedad legislativa ni invectiva porque sus bordes están definidos por el corset fiscal.

A 24 horas de incendiar la agenda con su planteo sobre las retenciones, cede a Massa la postal amable y la cosecha, posterior, de respaldos. Se adivina una voluntad: la de Fernández dispuesto a darle juego y visibilidad al jefe de los Diputados, un socio menor pero esencial en la familia del FdT, que salió raspado de varios pulseos internos: las PASO, la Hidrovía, el plan minero de Chubut.

La particularidad del episodio justificó todos los interrogantes, por lo cual Fernández y Guzmán mandaron a relatar que no es una aventura silvestre de Massa, que el texto se consensuó y se acordó que se presentaría el viernes 6, que Mercedes Marcó del Pont de la AFIP aportó criterios y registros y que el proyecto es de Todos, como el frente.

Al final, cuando la medida se ejecute quizá sea una anécdota quien lo presentó pero en el corto plazo es bencina para el motor Massa, lo reactiva y lo deja facturar en su mercado electoral. Seguridad y Ganancias han sido dos hashtags en el campañismo habitual del jefe de Diputados. Este año, Malena Galmarini, pareja del tigrense, parece predestinada a figurar entre los tres principales candidatos del FdT en la provincia de Buenos Aires.

Consolida una tendencia. Como en otros rubros, Fernández se mueve por una pulsión íntima pero regida por una táctica fría: ser y hacer distinto a lo que fue e hizo Cristina. En criollo: no sabe ni le sale bien hacer cristinismo. Ahí está como prueba, todavía brumoso, el expediente Vicentin.

En Olivos anticipan que la ronda con la Mesa de Enlace será el principio de un acuerdo, algo que también espera Guzmán que ajustó en varias charlas con Santiago Cafiero la teoría de que los extra que no se retendrán por Ganancias en más de 1,2 millones de salarios y jubilaciones -un estimado de 40 mil millones de pesos- irán al consumo y no migrarán al dólar. No, al menos, al apenas accesible oficial.

Como postales antagónicas pero complementarias, la medida para los sectores medios y la tensión con el campo anticipan el tono del año electoral entre la apuesta al consumo y el pánico a la inflación. En blanco y negro.

Esta nota se republicó el miércoles a las 12:12 con correcciones de redacciones

PI

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