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Gabriel Sued

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Había pasado menos de una semana de la asunción de Alberto Fernández cuando Cristina Kirchner convocó a Oscar Parrilli, presidente del Instituto Patria, al despacho que ella todavía tiene en el primer piso de la sede de la fundación, centro de su poder durante los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri. La flamante vicepresidenta había dado unos días antes, en un acto en Avellaneda, una pista del papel que tenía en mente para su colaborador más cercano y para el instituto, después del regreso del peronismo al poder. “Fue y sigue siendo un lugar de pensamiento y de discusión”, había dicho en público, con Parrilli aplaudiendo en primera fila. La instrucción en privado fue más directa: “No se desmovilicen”.

Transcurrido un año y medio del gobierno de Alberto Fernández y con Cristina ya instalada en el Senado, el Patria dejó de ser la base de operaciones del kirchnerismo y cerró sus puertas por la pandemia. La vicepresidenta no visita su oficina del palacete de Rodríguez Peña y Bartolomé Mitre desde el verano de 2020, cuando, en un movimiento calculado, eligió ese lugar para firmar el acta con la que asumió su interinato en el Poder Ejecutivo, ante la primera gira internacional de Alberto Fernández. Pero Parrilli y el resto de la mesa chica del instituto, una vieja guardia que mutó en ala dura, se las arreglaron para cumplir la orden que les dio Cristina. El Patria transita una nueva reconversión política. Concebido como una fortaleza para combatir el desmembramiento político y resistir las ofensivas judiciales durante el gobierno de Cambiemos, transformado después en epicentro de la reunificación por capítulos del peronismo, hoy opera como usina de propuestas y planteos subterráneos que alimentan las principales pulseadas dentro del oficialismo.

En simultáneo, se consolidó como el instituto partidario de formación política más activo de la Argentina, con 3.340 diplomados en 2020 y 10.471 desde su fundación, en 2016. En los últimos meses, completó la apertura de sucursales locales, “casas patria”, en ocho provincias, siete de ellas encabezadas por mujeres; forjó una alianza de cooperación con el Instituto Lula, de Brasil, del que Cristina tomó la idea en 2015; se apresta a renovar por primera vez su comisión directiva, con ascensos y destierros incluidos; tiene funcionarios de sus filas en trece ministerios y organismos descentralizados del Estado nacional, y cuenta con 346 socios permanentes -que pagan entre $850 y $3.000 por mes- y 1.500 adherentes cuya identidad logró mantener en secreto en una disputa iniciada por la Inspección General de Justicia (IGJ), durante el gobierno de Macri (que debe resolver la Corte Suprema). Conserva además la actividad vía Zoom de una parte de sus 28 comisiones de trabajo.

En los últimos meses, completó la apertura de sucursales locales, “casas patria”, en ocho provincias y forjó una alianza de cooperación con el Instituto Lula, de Brasil, del que Cristina tomó la idea en 2015.

Por esos ámbitos pasaron hace tiempo discusiones que en los últimos meses estallaron en el corazón del Gobierno. Las más notorias: la disputa por la reforma del Ministerio Público, encarada por Parrilli en el Senado, y la pelea por el aumento de tarifas, protagonizada por el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y por Federico Bernal, interventor del Enargas, integrante de la comisión directiva del Patria y titular de la comisión de Soberanía y Derechos Energéticos del instituto, donde trabajó con Basualdo, dirigente de La Cámpora. En la exposición con la que abrió la audiencia pública del Enargas, el 16 de marzo, Bernal no hizo más que reiterar los ejes de los seminarios que dictó en el Patria durante los últimos años. “En todos los análisis del sector energético y de sus servicios públicos, de lo único que se pretende discutir es sobre su relación o impacto en la balanza comercial, con el déficit o superávit fiscal, con los muchos, pocos o nulos subsidios”, dijo, anticipando la batalla que, un mes y medio después, enfrentaría a Basualdo y al ministro de Economía, Martín Guzmán. Cerca de Parrilli rechazan que las tarifas deban acompañar a la inflación y, desafiantes, repiten una frase que le oyeron hace poco a Amado Boudou: “Es verdad que hay que revisar las tarifas, pero tiene que ser una revisión a la baja”.   

La agenda de la discordia incluye la disputa por el tenor de la negociación con el FMI, encabezada también por Parrilli, presidente de la Comisión de Justicia del Senado; la propuesta para avanzar con una reforma integral del sistema de salud, elaborada por Daniel Gollán, ministro de Salud bonaerense y referente de la comisión de Salud del Patria, y la puja por la posición argentina frente al gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, en la que intervino el embajador ante la OEA, Carlos Raimundi, profesor en seminarios de política exterior del instituto.

“A partir de diciembre de 2019, nuestro papel es de fuerte apoyo al Gobierno, de elaboración de propuestas y también de críticas, pero las mantenemos en privado”, responde Parrilli a elDiarioAR, en su despacho del Senado. El presidente del Patria es el único que sigue yendo de vez en cuando a la sede del instituto. Él se encargó de alquilar el edificio, que hasta 1993 albergó al Círculo de la Prensa y que en 1942 ofició de sala velatoria de los restos de Roberto Arlt. Antes de cerrar el contrato, Parrilli le advirtió a Cristina sobre un dato que lo inquietaba: en 2015 había funcionado como búnker de la campaña presidencial de Sergio Massa. “¿Y cuál es el problema? Alquilalo igual”, respondió ella. 

El senador usa un despacho de la planta baja, donde también tiene su oficina Teresa Parodi, exministra de Cultura y secretaria general del Patria. Sin cargo en el instituto, Carlos Zannini también solía usar una de las oficinas de la planta baja. En el segundo piso, justo encima del despacho de Cristina, tiene su oficina Máximo Kirchner. La última vez que el edificio tuvo actividad fue el 12 de marzo pasado, con la presentación de Las 50 sombras del Agro, un libro elaborado por el Centro de Estudios Agrarios, de técnicos cercanos al kirchnerismo, y prologado por Juan Grabois. “Debatimos todos los temas. No nos asusta tener diferencias con los funcionarios. Pero nunca vamos a poner en peligro la unidad”, agrega Parrilli.

Un funcionario que tiene despacho en la Casa Rosada y a Alberto Fernández como jefe político ofrece una mirada más crítica del papel que hoy interpreta el instituto: “Si vas a bordo de un barco que corre peligro de hundirse y te movés mucho, sos un irresponsable. La agenda del Instituto Patria es absolutamente ajena a la realidad, nadie en la calle habla de los temas que hablan ellos. Existen solo porque Cristina les da un espacio. Son altoparlantes de lo que creen que diría Cristina”.

'La agenda del Instituto Patria es absolutamente ajena a la realidad, nadie en la calle habla de los temas que hablan ellos. Existen solo porque Cristina les da un espacio', dicen en la Casa Rosada.

Los kirchneristas que no integran el instituto reivindican a coro el papel de Parrilli. “Trabaja mucho, no es un cuentapropista y nunca se movió un centímetro, ni en los peores momentos”, dice un funcionario nacional, que gobernó en el conurbano, y blanquea que las tensiones internas del oficialismo van a continuar: “La unidad en la diversidad es unidad y disputa, pasa en todas las coaliciones”. Pero aclaran que el Patria no es la representación de Cristina Kirchner, sino una porción en el amplio universo kirchnerista: “Hay una confusión cuando se habla del Patria como sinónimo de Cristina o del cristinismo. El dispositivo político principal de Cristina hoy es Máximo, que conduce el kirchnerismo en el día a día. El Patria es más rupturista que Máximo y que La Cámpora. Parrilli o Moreau [Leopoldo] se pueden sobregirar. Pero Máximo es la voz oficial de Cristina”. Medio en serio, medio en broma, Parrilli suele correrlos por izquierda: “Al lado nuestro parecen conservadores”.  

La relación del Patria con La Cámpora pasó por diferentes etapas. Al principio, sus referentes más importantes mantuvieron distancia y no se involucraron en las comisiones del instituto, para facilitar el acercamiento de dirigentes que eran críticos de la agrupación. El comando se unificó en 2017, con la formación de Unidad Ciudadana. Desde entonces, el equipo de comunicación de La Cámpora centralizó, en una oficina del primer piso del instituto, la estrategia de militancia en redes de todo el kirchnerismo. Ahí se diseñó la campaña que llevó a Cristina al Senado, cuando la agrupación se propuso recuperar el terreno que les había sacado el Pro en la batalla político-digital. En esa oficina se editó, en absoluto secreto, el video con el que Cristina anunció la candidatura presidencial de Alberto Fernández, el 18 de mayo de 2019. Los compañeros de fórmula se habían reencontrado en ese mismo edificio, un año y medio antes. En la campaña de 2019, Alberto Fernández visitaba el Patria todas las semanas para encuentros con la cúpula de La Cámpora, en el salón Eva Perón, la sala de reuniones pegada al despacho de Cristina.

“En la historia simbólica del kirchnerismo, el Patria es el lugar de la resurrección”, cuenta un referente nacional de La Cámpora. Ahí se organizó la primera entrevista que dio Cristina después de dejar la Casa Rosada, en mayo de 2017, con Víctor Hugo [Morales], Navarro [Roberto] y Sylvestre [Gustavo]. Se hizo en el auditorio de la planta baja, un patio de techo vidriado, el más grande del instituto. “Un pequeño Patio de las Palmeras”, describe con picardía un integrante de la comisión directiva. “Como se llenó de gente en la puerta tuvimos que poner una pantalla en la calle -recuerda el referente de La Cámpora-. Ahí nos juntó Cristina en 2018, después de que le allanaron el departamento, para decirnos que buscáramos un candidato a presidente, porque a ella no la iban a dejar”. En esos años, era común ver a dirigentes hacer tiempo durante horas al pie de la escalera palaciega que conecta el hall de entrada con el primer piso, al que solo se podía acceder con el permiso de Parrilli. “Querían toparse con Cristina, o, al menos, que los vieran los secretarios de Cristina desde arriba para que ella supiera que estaban ahí”, cuenta un integrante de la comisión directiva.

El Patria tiene dos directivos ministros: Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial y Hábitat), vicepresidente y una suerte de “embajador político” del instituto, y Tristán Bauer (Cultura), vocal y figura de peso en el día a día del instituto.

Ausente en la mesa chica del Frente de Todos, el Patria tiene dos directivos ministros: Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial y Hábitat), vicepresidente y una suerte de “embajador político” del instituto, y Tristán Bauer (Cultura), vocal y figura de peso en el día a día del Patria. Los referentes de las comisiones de trabajo pueblan las segundas y terceras líneas de ministerios y organismos importantes: María Laura Garrigós, referente de la comisión de Administración de Justicia, es la interventora del Servicio Penitenciario Federal; Santiago Fraschina, de la comisión de Economía, es secretario general de la Anses; Ofelia “Pipa” Cédola, amiga y compañera de militancia de Cristina y referente de la comisión de Trabajo, preside la Fundación YPF, la exministra de Seguridad Cecilia Rodríguez, titular de la comisión de seguridad del Patria, encabeza el gabinete de asesores de la ministra Sabina Frederic. La lista se engorda con embajadores como María Fernanda Silva (Vaticano), Eduardo Zuain (Rusia) y Ariel Basteiro (Bolivia), entre otros.   

Las obligaciones de la gestión y la virtualidad disminuyeron el caudal trabajo de las comisiones, reconocen en el Patria. Antes de la pandemia, la preocupación era evitar la infiltración de espías, por lo que se dispuso que solo se puede participar con invitación de un integrante de la comisión. En cambio, las restricciones de la cuarentena favorecieron el desarrollo de los seminarios. “Como ahora todos los talleres de formación son virtuales tuvimos un boom de participantes del interior y de otros países”, cuenta la diputada nacional Claudia Bernazza, coordinadora de los seminarios, referente de la comisión de Estado y Administración Pública del instituto y pieza clave en el funcionamiento del Patria.

La diputada asumirá un lugar en la comisión directiva, en la asamblea prevista para el 6 de junio. Parrilli, Ferraresi y Parodi mantendrán los tres cargos principales y se sumarán Judith Said, cercana a Parrilli y funcionaria de la AFIP; la diputada Mónica Macha, referente de Nuevo Encuentro y encargada de las “casas patria”, y la santafecina María del Carmen Alarcón, cónsul general en Shangai, China. Perderán su lugar dos dirigentes que “se borraron” del Patria en el peor momento de Cristina: Patricio Mussi, exintendente de Berazategui, y Hernán Y Zurieta, intendente de Punta Indio.  

Según los cálculos de Bernazza, la mitad de los asistentes a los cursos son militantes de organizaciones kirchneristas y la otra, simpatizantes sueltos que buscan herramientas para desarrollar la “micromilitancia” en reuniones familiares, entre amigos o con compañeros de trabajo. Al finalizar los seminarios, todos se llevan un diploma, que muchos suelen encuadrar, con la firma de la presidenta honoraria del Patria, Cristina Kirchner. En 2020 el curso con más inscriptos fue por lejos “Peronismo y Feminismo en tiempos de emergencia”, con casi 1100 participantes. En 2021, el seminario que figura primero en la oferta académica aborda otro tema urticante dentro del Gobierno: el combate de la inflación. Incluye una “conferencia especial” del ministro de la Producción bonaerense, Augusto Costa, un nombre que circuló como eventual reemplazante de Guzmán, en la crisis por las tarifas. El taller se titula como su último libro: Todo precio es político.

GS

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