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Vaca Narvaja, el embajador que quiere traer 30 millones de vacunas

Vaca Narvaja con el Presidente. Tienen vinculo directo y permanente.

Diego Genoud

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“Hablo con el que me resuelve los problemas”, dice Alberto Fernández, cuando le preguntan por Sabino Vaca Narvaja. El elegido del Presidente para reemplazar a Luis María Kreckler como embajador en China le sacó ventaja de entrada a su superior y acaba de ratificar por qué. A días de asumir la conducción en Beijing, acordó con el presidente de Sinopharm, Liu Jingzhen, el envío de un millón de dosis de la vacuna “BBIBP-CorV” en la segunda quincena de enero y ahora espera que el ANMAT autorice el uso de emergencia, como hizo con Sputnik V y AstraZeneca.

Vaca Narvaja llegó en la capital china el 31 de mayo pasado, junto a su esposa y su hijo, en uno de los vuelos sanitarios de Aerolíneas Argentinas que viajó en busca de insumos para enfrentar la pandemia. Cinco días después, urgido por la inestabilidad y con la deuda todavía sin reestructurar, Fernández quiso hablar con el embajador Kreckler para pedirle que apure la renovación del swap con China. Pero el diplomático de carrera, que exhibía vínculos aceitados con el establishment y se había ganado la confianza de Cristina Fernández durante su presidencia, seguía en Ginebra, demorado por el coronavirus. Fue entonces cuando el Presidente llamó a Vaca Narvaja y obtuvo una respuesta favorable que tardó menos de una semana en madurar: el 10 de junio, Xi Jinping difundió una carta en la que anunció la extensión del intercambio de monedas con Argentina.

Lo mismo volvió a suceder hace 10 días, seis meses más tarde, según cuentan en la residencia de Olivos, cuando Alberto le pidió explicaciones a Ginés González García sobre el acuerdo con los laboratorios chinos y el ministro le respondió con una frase que le colmó la paciencia: “Kreckler no me responde, está de licencia”. Fernández volvió a comunicarse con Vaca Narvaja y enseguida tuvo a disposición tres modelos de cartas, una para que el Presidente le escriba a Xi Jinping, otra para que Felipe Solá le envíe al canciller chino y otra para que Ginés haga lo mismo con su par en el gigante asiático. El mecanismo era el indicado. El líder oriental respondió en pocas horas, el gobierno chino acaba de difundir los términos del intercambio y ahora se habla de una comunicación telefónica entre ellos para intentar saldar las diferencias de precios de las que informó el DiarioAR

Por sus estudios previos, su dedicación o sus contactos, Vaca Narvaja le abrió a Fernández las puertas del funcionariato que responde al Partido Comunista Chino. Parece haber descifrado la clave de bóveda de una lógica específica que le permite a la Argentina llegar a un entendimiento que, para Occidente, resulta muchas veces inaccesible. Eso dicen al menos los colaboradores del Presidente. Fue él quien le sugirió a a Fernández que se pusiera a disposición de Xi Jinping en marzo pasado, cuando el coronavirus se propagaba en China y otros países tomaban distancia.

Todavía Representante Especial para la Promoción Comercial e Inversiones en el gigante asiático, Vaca Narvaja pertenece a una familia identificada con el peronismo, tiene 45 años y rango de ministro plenipotenciario de primera clase. Es hijo de Fernando Vaca Narvaja, uno de los miembros históricos de la cúpula de Montoneros. La cancillería mandará esta semana su plácet a China y después será la comisión de Acuerdos del Senado la que deberá tratar su pliego.

Transformado en un funcionario fundamental tanto para la vicepresidenta como para el Presidente, está online con los colaboradores más estrechos de Fernández y ratificó la buena relación con Solá cuando defendió el acuerdo por las granjas porcinas que recibió fuertes cuestionamientos del activismo ambientalista, una causa que no abandona. Hace apenas tres semanas, el 16 de diciembre, Vaca Narvaja mantuvo un encuentro en Beijing con directivos de la estatal China Animal Husbandry Group. Según la información oficial, lo hizo “por instrucciones del Presidente” y el objetivo fue analizar “proyectos de inversión en producción porcina, que contemplan el cuidado del medio ambiente y se enmarcan dentro de una estrategia integral, que requiere de la superación de falsas dicotomías”. 

Desde que llegó a China, Vaca Narvaja se dedicó a afianzar las relaciones con el gobierno de Xi Jinping pero mantuvo siempre una tensa convivencia con el embajador Kreckler. Con orígenes políticos, trayectorias y edades distintas, los dos funcionarios exhibían modos contrapuestos de vincularse con el país que tenían como destino. El experimentado Kreckler viajó directo -y varios meses más tarde- desde Ginebra, donde era embajador, y tuvo dificultades para acoplarse a su nueva misión. En más de una oportunidad, Solá se encargó de vetarle los pedidos que hacía para pasar a gusto sus días en Beijing. 

Vaca Narvaja era todo lo contrario. En poco tiempo, el futuro embajador se dedicó a recorrer el país. Comenzó a viajar en el metro de Beijing, el subte más largo del mundo, que tiene una longitud de 608 kilómetros y el gobierno chino pretende duplicar en los próximos años. Por lo menos tres veces, recorrió en apenas cuatro horas los 1500 kilómetros que separan la capital china de Shangai, en uno de los trenes de alta velocidad. Su objetivo es lograr una alianza con los gobernadores del PJ para que las provincias argentinas sellen acuerdos subnacionales con provincias como Shandong, Henan o Sichuan que tienen, cada una, entre 80 y cien millones de habitantes.

Sorprendido por las inversiones en infraestructura, los avances tecnológicos y las técnicas de videovigilancia, Vaca Narvaja reafirmó la convicción que lo había llevado a estudiar sobre China casi una década atrás: la disputa global tiende a beneficiar a la potencia emergente que jamás se deja ganar por la urgencia. Hoy repite las palabras que le transmitió hace no tanto un académico chino con el que habló: “El mundo occidental está comentando la definición de una pelea que ya terminó hace muchos años, como si todavía no hubiera acontecido”. Sus planteos aparecen en los libros que editó (“¿Por qué China? Miradas sobre la Asociación Estratégica Integral” y “China, América Latina y la Geopolítica de la Ruta de la Seda”) y en el texto que escribió, “China y su relación con EE.UU.: ¿declive de un imperio y nacimiento de otro?”.

Sinólogo y optimista de la integración, remarca que China le viene ganando la carrera en infraestructura a Estados Unidos, ve grandes perspectivas en el ingreso de Argentina al Banco Asiático de Inversiones que aprobó el Congreso en noviembre pasado y sostiene que Xi Jinping está en un proceso de internacionalización de su moneda que arrancó con Rusia y Nigeria y puede servir de auxilio para los Fernández. Fuerte defensor de la asociación estratégica con China, el flamante reemplazante de Kreckler remarca que la expansión del gigante asiático es de tal dimensión como para provocar un debate entre sectores de la intelectualidad norteamericana. Una discusión que trasciende los partidos políticos. Tiene entre sus iniciadores a Henry Kissinger, que publicó su visión en “On China” en 2012 y entre sus continuadores a Jimmy Carter que viene criticando los 300 billones de dólares que Estados Unidos destinó a gasto militares en lugar de tomar el ejemplo chino que utiliza sus recursos para desarrollar proyectos en infraestructura, trenes de alta velocidad intercontinentales y transoceánicos, tecnología 6G, inteligencia robótica y puertos. 

Vaca Narvaja es hermano de Camilo, la ex pareja de Florencia Kirchner y el padre de su hija Helena. Pero no mucho más. Sabino volvió a la Argentina de su exilio en Cuba en 1989. Llegó doce meses antes de que sus padres retornaran al país para rendir libre el primer año del secundario. El largo período de tiempo en la clandestinidad le había hecho perder un año.

Su vínculo con el cristinismo fue tardío. En 2012, comenzó a trabajar con Amado Boudou como Director General de Relaciones Internacionales y trabó una relación estrecha con Julián Domínguez, el ex ministro de Agricultura y presidente de la Cámara de Diputados que promovió siempre el comercio sojero a China. Fue en esos años cuando el cristinismo intensificó las relaciones con China, se firmó un convenio de las dos Cámaras con la Asamblea Popular China y se llegó, en 2014, a la Asociación Estratégica Integral entre los dos países. Nadie imaginaba entonces que pudiera convertirse en embajador en tan poco tiempo en un país de 1400 millones de personas. Hoy apunta a fortalecer una relación que los Fernández cultivaron de entrada, en un contexto en el que el Brasil de Jair Bolsonaro se enfrenta en el terreno político con su mayor socio comercial y abre una puerta para aumentar todavía más el intercambio entre China y Argentina. Vaca Narvaja apuesta ahora a concretar la visita de Fernández a Beijing que el COVID-19 aplazó sin fecha cierta. El gobierno de Xi Jinping prepara los actos para la conmemoración de los 100 años de la creación del Partido Comunista Chino. Antes de esa celebración Vaca Narvaja espera haber cerrado el acuerdo para importar a la Argentina 30 millones de vacunas contra el COVID-19.

 

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