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El Congreso bajó las espadas

Tregua por Francisco y negociaciones de pasillo: el detrás de escena de la sesión homenaje al papa argentino

El diputado peronista Eduardo Valdés, cercano a Jorge Bergoglio y exembajador ante el Vaticano de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue el encargado de izar la bandera, a media asta, en la sesión de homenaje al fallecido papa argentino.

María Cafferata

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Fue una jornada de homenaje marcada por la pena compartida y la rosca política. Por un día, el Congreso envainó las espadas y se reunió para rendir tributo al papa Francisco. Los diputados libertarios y peronistas, macristas y radicales, dedicaron el día a despedir y homenajear a Jorge Bergoglio en una sesión especial. El recinto, enlutado por la muerte del jefe de la Iglesia católica, fue protagonista de discursos, historias y recuerdos compartidos, pero también funcionó de telón de fondo para un gran despliegue de reunionismo furioso por dos temas: el escándalo $LIBRA y las alianzas electorales.

No hubo gritos ni insultos ni amenazas. Por primera vez desde la asunción de Javier Milei, en la Cámara de Diputados predominó la paz. Al menos en la superficie

“Una de las causas [que Francisco] tenía para venir a la Argentina era ser prenda de unidad. Hoy lo lograste, Francisco. Acá está la Cámara de Diputados con todos los presidentes de bloque que decidieron parar la contienda política y rendirte un respetuoso homenaje”, celebró, casi al comienzo, el peronista Eduardo Valdés, exembajador en el Vaticano de Cristina Fernández de Kirchner. 

El pacto de no agresión se había cerrado la noche anterior en el despacho de Martín Menem: sería una sesión dedicada exclusivamente en honor a Bergoglio y toda la agenda política —como la interpelación por el criptoescándalo o el dictamen por la baja de imputabilidad— se patearía para la semana siguiente. Una decisión similar se tomaría, al día siguiente, en el Senado: Victoria Villarruel acordó posponer la sesión por Ficha Limpia para dentro de dos semanas y convocar, en cambio, una sesión homenaje para el jueves.

En el recinto, todos los diputados tenían algo para decir. Desde el conservador libertario, antiguo miembro de la juventud católica, Santiago Santurio, que recordó que el papa Francisco había sido “polémico”, pero que “siempre bregó por la unión de los hermanos”; hasta la peronista de Patria Grande, militante cartonera, Natalia Zaracho: “Francisco nos dejó tareas concretas. No solo hablemos de pobreza, sino de redistribución de la riqueza y de cómo hacer una sociedad más humana, más justa. Nosotros vamos a recoger ese guante y vamos a organizar la esperanza”.

También tomó la palabra Marcela Pagano, enemistada con Menem y gran parte de La Libertad Avanza porque le quitaron la presidencia de la comisión de Juicio Político. La libertaria optó por reivindicar a Francisco parafraseando un discurso que el dirigente radical Ricardo Balbín le dedicó a Juan Domingo Perón, eterno contrincante, el día de su muerte: “Hoy todo el pueblo argentino despide a su padre, que descanse en paz el Santo Padre”, leyó.

El jefe del bloque PRO, Cristian Ritondo, venía de encabezar una cumbre en la sede partidaria sobre la calle Balcarce con la tropa bonaerense para sumar respaldo en las negociaciones que viene manteniendo con Karina Milei y Santiago Caputo para cerrar un acuerdo electoral. Llegó poco después de que comenzara la sesión y fue uno de los últimos oradores. “En un mundo atravesado por las guerras y la fragmentación el papa Francisco siempre trabajó por el encuentro y reconciliación”, señaló el armador bonaerense.

Hubo un solo momento de leve tensión durante la sesión, que fue cuando la radical Danya Tavela se manifestó en contra de que Menem enviara una comisión de diputados a Roma a participar del funeral de Francisco. “No es necesario enviar ningún tipo de comisión, sobre todo viniendo de a aquellos que lloraron todo el tiempo que el papa nunca vino a visitarnos, aquellos que lo consideraron al papa comunista, peronista, kirchnerista”, deslizó, apuntando los cañones contra la bancada libertaria. 

El resto de la jornada, sin embargo, transcurrió en paz. Al punto que el jefe de Unión por la Patria, Germán Martínez, le agradeció a Menem la gestión de la sesión, por más que venían peleados hace semanas debido a las maniobras del riojano para boicotear la comisión investigadora del caso $LIBRA. Menem, a su vez, le agradeció a Martínez. 

Era todo un espectáculo de buenos modales y armonía.

Las charlas subterráneas

La misma escena se repitió a lo largo de toda la sesión. Mientras, en una esquina del recinto, un diputado hablaba: en la otra, un grupo de diputados formaban un pequeño conciliábulo. En el centro del hemiciclo, Victoria Tolosa Paz (Unión por la Patria) junto a Emilio Monzó (Encuentro Federal, el bloque que preside Miguel Pichetto) y Tavela. A unos metros, a la derecha, Germán Martínez con el armador del pichettismo, Oscar Agost Carreño. Más tarde, en un plano aparte, los radicales Rodrigo de Loredo y Soledad Carrizo conversaban con el jefe de la bancada libertaria, Gabriel Bornoroni.

Las conversaciones se repetían, adentro y fuera del recinto. En oficinas y cafés cercanos. Uno de los principales temas era la organización de la interpelación a los funcionarios por el caso $LIBRA y la creación de la comisión investigadora. Con la sesión homenaje, la oposición había ganado una semana para seguir organizando las dos fechas claves por el criptogate. Mientras un grupo organizaba el interrogatorio a los funcionarios, otros debatían el reglamento de la comisión y discutían cómo sortear el empantanamiento al que los había sometido Menem con la nueva composición de la comisión investigadora. 

El pichettismo negociaba con el radicalismo y las fuerzas provinciales una salida al empate de la comisión, que había quedado con 28 integrantes: 14 por la oposición y 14 por el oficialismo y sus aliados. El objetivo era destrabar un acuerdo que permitiera ubicar a una oposición de “centro” —un eufemismo para decir “no kirchnerista”— en la presidencia que habilitara, en los casos de empate, destrabar las votaciones para aprobar los pedidos de prueba o citar testigos. Las conversaciones se vienen dando hace días, y la sesión funcionó como escenario ideal para rosquear alianzas.

En paralelo, un sector del radicalismo aliado del oficialismo le reprochaba al Gobierno que los hubieran dejado fuera de algunos acuerdos electorales. Era el caso del misionero Martín Arjol, pero también del cordobesismo de De Loredo, que no termina de arribar a un acuerdo con Karina Milei y Lule Menem. 

Mientras tanto, el peronismo sostenía sus propias discusiones internas. Horas antes, UxP había sostenido una reunión de bloque en la que se había puesto en común la estrategia por el caso $LIBRA, luego de que un sector interno acusara a la conducción de cerrar un acuerdo con LLA para evitar la sanción de Ficha Limpia. “Aclararon la situación y estamos bien”, sentenció un dirigente peronista que, como todos los involucrados en la guerra CFK-Axel Kicillof, no para de mirarse por encima del hombro. En otras oficinas, mientras tanto, dirigentes bonaerenses se reunían con referentes de La Cámpora para organizar las elecciones bonaerenses.

El Congreso era un hormiguero. En el recinto, predominaba la concordia y los recuerdos emotivos con el papa argentino. Por lo bajo, en simultáneo, se escuchaba, sin embargo, el runrún de las negociaciones. El escenario ideal para dialogar.

MC/JJD

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