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Vínculos

Otras maneras de concebir la intimidad: asexualidad, grisexualidad, demisexualidad

Según cifras oficiales, se estima que el 1% de la población es asexual

Laura Marajofsky

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“Mi camino hacia la asexualidad empezó hace 4 años cuando estaba en pareja. Rara vez tenía ganas de tener relaciones y me sentía presionada, no por él sino porque en ese momento no sabía que ser alosexual era una posibilidad y no una obligación. En aquel entonces, me preocupaba mucho porque no tenía donde encajar, no tenía nadie con quien sentirme identificada y no lo hablaba porque sentía que era un problema que tenía que resolver, no era normal”. La que habla es Paloma, de 23 años, quien se define como bisexual, poliamorosa y grisexual, y cuenta su experiencia al descubrir que mucho de lo que le pasaba no solo no era anormal, sino que existe todo un universo sexoafectivo por fuera de la alosexualidad o alonormatividad.

La alosexualidad es un término que se utiliza para referirse a la gente que experimenta deseo y atracción sexual por otros, así como también se utiliza alonormatividad para describir la idea o mandato de que todos somos alosexuales. Sin embargo, como diversos axiomas en el terreno de lo social y afectivo que se vienen desarmando en las últimas décadas, la noción de que todos experimentamos la atracción por otras personas de la misma manera pareciera ser uno de los últimos bastiones sexuales en pie.

Según cifras oficiales, se estima que el 1% de la población es asexual, que no es una enfermedad, un complejo o trastorno, una fase pasajera, o siquiera una elección, y que para muchas personas no sólo se manifiesta como un estilo de vida sino una orientación sexual más. De la mano de la asexualidad también, recientemente, se ha comenzado a hablar de otros “gradientes” sexoafectivos entre la asexualidad y la alosexualidad -entendidos como los polos opuestos-, como por ejemplo la grisexualidad (solo siente atracción sexual hacia otra persona que cumpla una determinada característica, circunstancia o situación) o demi-sexualidad (solo experimentan deseo sexual hacia la persona hacia la que sienten atracción romántica o intelectual). Si bien hay quienes consideran que la gri- o demisexualidad están en el espectro de la asexualidad, son orientaciones diferenciadas, y de hecho esta última es considerada la quinta orientación sexual (junto a la heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, sexualidad, pansexualidad) y la proporción de gente que la experimenta es aún menor que la asexualidad.

“Siempre tuve relaciones sexo-afectivas (que en muchos casos eran más afectivas que sexuales) largas y a distancia, en diferentes ciudades o provincia. Cuando ya empecé a salir y a relacionarme con más personas no me sentía cómoda con la idea de chonguear o estar con una persona diferente todo el tiempo, como que necesito tiempo para sentir atracción sexual. Con el tiempo empecé a leer varias cosas sobre sexualidad y encontré el término demisexual y me llamó la atención porque no lo había escuchado antes y me pareció que iba conmigo. El año pasado, en plena cuarentena estricta, había cortado dos vínculos y estuve mucho tiempo casi asexual. Aún no encuentro las palabras correctas para expresarlo pero me sentía así. Nada me motivaba ni me daba placer. Era algo como bueno, estoy bien así, lo único que quiero son mimos, mirar pelis y comer helado. Al tiempo, casi llegando a noviembre, conocí a una persona de otro país y me revivió el deseo sexual pero, de nuevo, no con cualquiera”, explica Mavi, de 28 años.

Este tipo de relatos puede ser resultar confuso para aquellos que todavía piensan de forma binaria la sexualidad, pero sobre todo que no entienden a la misma como algo fluido, en tanto, según especialistas, lo que le ocurre a muchas personas es que a lo largo de su vida pueden transitar de una orientación a otra, o simplemente no se posicionan de modo tan claro en ningún punto del espectro.

Ni blanco ni negro

Sin embargo, abundan los prejuicios y malas concepciones en torno a qué significa ser asexual o aromántico. Conforme nuestras ideas sobre género y relaciones (tipos de parejas y otros modelos socioafectivos) han ido mutando y flexibilizándose, la asexualidad todavía permanece como un territorio del que poco se escribe o habla, y erróneamente asociado con disfunciones o el celibato. Si de desarmar preconcepciones se trata, pareciera que dar un debate sobre la posibilidad de tener relaciones románticas o intimidad sin sexo, la asexualidad es una nueva frontera a atravesar. En particular en una cultura donde la sexualización -algunos dirían híper- de los individuos es constante, y el relato del deseo sexual como algo continuo, inagotable y “rendidor” se presenta como la norma, y hasta un parámetro que concede estatus social. Pero quizás, y más todavía hoy cuando el contacto físico y sexual se ve limitado, es que vale la pena preguntarnos por otras maneras de sentir y experimentar la intimidad sexual.

En el universo cis y heterosexual en el que vivía no se hablaba de esto, se daba por sentado que todes sentían atracción y deseo constante, lo sentía casi obligatorio para poder llevar adelante un vínculo y, además, sentía que estaba en una edad donde la sociedad esperaba que yo viviera teniendo relaciones, que experimentara y conociera. Estaba tan presente esa presión social que lo cumplía de igual forma, pero siempre terminaba insatisfecha, asqueada, con una aversión enorme durante días. Y entraba en contradicción porque yo sí sentía deseo cada tanto pero creo que al estar esa palabra culturalmente tan ligada al sexo pensaba que era por ahí donde se explotaba. Después de asistir a algunas reuniones de AgruPAs logré amigarme con lo que sentía y dejé de exigirme en ese constante intento de darle a la sociedad lo que espera de mi”, cuenta Daniela, de 26 años, trans no binarie y asexual.

Otra aclaración importante: ser asexual (ACE) no implica no tener deseo o actividad sexual (sólo no sentir atracción sexual), tampoco no poder tener relaciones románticas (hay heterománticos, homorománticos, birománticos); si bien hay arrománticos o ARRO (sin atracción romántica pero que podrían sentir atracción sexual), abriendo la necesidad de revisar nociones en torno a conceptos aparentemente cerrados.

“Para mí, sentir amor por mi pareja y tener deseo sexual muy de vez en cuando es normal. Ambos creemos que lo más importante es el amor y el deseo de estar juntos y la sexualidad puede estar en algún momento y en otros no. No sentimos que falte intimidad por no tener relaciones, porque nuestra definición de intimidad está muy ligada a pasar tiempo juntos, ya sea personal o virtualmente, charlar sobre cómo nos sentimos y por suerte tenemos muy linda comunicación, que es fundamental cuando hay una diferencia tan grande entre ambos como lo es el deseo sexual que experimentamos (o no). En cuanto a otras personas, mi interés es solo birromántico, cuando me interesa alguien estoy abierta a que eso resulte algo romántico pero en lo último que pienso es en lo sexual y a veces incluso me resulta incómodo. Prefiero otras formas de tener intimidad”, sigue Paloma.

De acuerdo a la organización internacional AVEN (The Asexuality Visibility and Education Network) si bien ser asexual implica no experimentar atracción sexual hacia otras personas, esto no necesariamente indica que las personas asexuales no puedan sentir otras formas de atracción, sentir deseo y excitación sexual (en tanto función biológica), tener fantasías sexuales, masturbarse, o inclusive, tener sexo con otros bajo circunstancias específicas. De hecho, la posición respecto del sexo puede variar de persona en persona dentro del espectro de la asexualidad: algunos pueden ser “sex-favourable”, otros estar abiertos a tener experiencias sexuales o dar placer en vez de recibir sea con una pareja o alguien a quien se sientan atraídos emocionalmente, mientras que otros sentirán poco o nada de interés, neutralidad y algunos sentirán rechazo.

“Conocer si alguien es asexual es entender la forma que toma su atracción sexual, pero no implica saber si experimentan deseo sexual o inclusive si tienen sexo. Lo mismo puede decirse de la orientación sexual de cualquier otra persona, en sí misma dice poco”, esclarece una completa y extensa nota sobre el tema en la revista AEON, donde se intenta delinear algo que suele embarrar la cancha: la diferencia entre deseo, excitación y actividad sexual. Deseo implica querer obtener placer sexual pero no necesariamente con alguien en particular, y se diferencia de la atracción sexual que podemos o no sentir con y por alguien. Y lo que es más importante, todas estas cosas no siempre van juntas, por lo que asociar la asexualidad con disfunciones sexuales o falta de deseo sexual general es un error.

Amor sin sexo

Si estamos acostumbrados a pensar que lo que distingue al amor romántico de otras formas de afecto, como puede ser una amistad, es precisamente lo sexual, ¿cómo es sentir amor y experimentar intimidad pero sin atracción sexual? Este “default” se inscribe inclusive en la ley, ya que, por ejemplo, ciertos países consideran que una unión o matrimonio no es válida en tanto no se consuma sexualmente. Tan axiomáticas son las concepciones en torno al sexo y el amor, que para las personas en el espectro asexual resulta difícil aceptarse y sostener relaciones románticas de cualquier tipo, precisamente porque se suele pensar en el sexo como la forma más acabada o intensa de intimidad. 

Se cree que si no hay atracción sexual es porque unx tanto no lo quiere al otrx. Y está tan ligada también la intimidad al sexo que resulta dificultoso aceptar otras formas de llevarla adelante. Como si el sexo fuese una pieza faltante, importante y que se siente que no está ahí, que es la culpa de alguien. Así lo sintieron mis vínculos. Es un bajón, un momento donde siempre la careteo si me gusta la persona y quiero continuar la relación, pero eventualmente se cae. Todos mis vínculos hasta el momento han sido con personas alosexuales. Para mi me es indiferente, me olvido que existe la atracción y el deseo sexual y solo lo recuerdo cuando viene el planteo desde la otra parte. Suelo acceder, pero como quien se prende a ver una película que al otrx le interesa, sé que en algún momento se va a terminar y cumplo con el momento. No me suma nada hacerlo, siento que es una actividad como cualquier otra que no me genera ningún tipo de interés. Sobrevalorada diría”, agrega Daniela, cristalizando esta sensación de incompletitud que se asocia con el amor en el espectro asexual.

Empezar a considerar seriamente y escuchar sin estigmas las experiencias de las personas asexuales podría ampliar nuestro espectro de lo que implica tener intimidad, y además, buen sexo, ya que este último puede estar vinculado de distintos modos, con variabilidad en el tiempo y la intensidad, a la atracción, el deseo y el goce físico alternativamente.

“En las ocasiones que tengo sexo, disfruto de eso pero no logro identificarme con la narrativa del deseo sexual constante o que es lo mejor de la vida, otras actividades me reportan mayor satisfacción. Hice terapias para encontrar cuál era el problema porque pensaba que tenía un problema. Pero me pasaba mucho, desde adolescente, que al compartir experiencias con amigas yo no me sentía tan entusiasmada por el tema. Mantenía relaciones amorosas o casuales con personas pero siempre desde el lugar de conocido, entablar un vínculo de algún tipo. Disfrutaba más de conocer a alguien que del sexo en sí, solía ser un complemento o una muestra de amor/cariño para la persona con quien estaba compartiendo mi tiempo. Al día de hoy que estoy en una relación estable es una muestra de amor, y me ayudó saber que existía la asexualidad como una cosa real y no era que yo estaba rota para poder entablar un diálogo más rico con mi pareja sobre el tema sexualidad. Compartir una comida, una charla sincera, es más intimidad que tener sexo”, comparte Maru, de 28 años, quien además aclara que el tipo de intimidad que comparte con su pareja, aún si no lleva siempre un componente sexual, es distinta a las amistades platónicas.

“Como activistas nos proponemos visibilizar la diversidad asexual y concientizar sobre la patologización, los abusos vinculares y otras violencias sobre nuestras identidades. Por diversidad asexual nos referimos a las personas con alguna identidad dentro del paraguas de la asexualidad: asexuales, grisexuales, demisexuales y otras. Formamos parte de una comunidad con mucha diversidad interior. Si bien podemos tener distintas posiciones o ideologías, identificarse con alguna identidad asexual no significa tener una posición moralista, negativa o religiosa sobre la sexualidad”, detalla por su lado AgruPAs respecto a otro prejuicio asociado a la asexualidad en relación a una postura moral o religiosa. AgruPAs es una organización local que agrupa, contiene e informa a gente con esta orientación sexual y su composición refleja la variedad de posturas y sentires al respecto de la asexualidad. Somos una organización que se dedica al activismo asexual. Actualmente participamos en AgruPAs personas asexuales, demisexuales, fraisexuales, grisexuales y litosexuales de diferentes partes de Buenos Aires”. 

Las redes, un acompañamiento

Otro lugar común en todos los relatos es la falta de información al respecto de la asexualidad y la posibilidad, gracias a las redes sociales, de haberse encontrado con pares y sentirse más acompañados.

“Un día, usando Instagram, me apareció una imagen con la definición de 'asexualidad' y por primera vez dije ES ESTO. De ahí en más fue todo un camino de aceptar que eso estaba bien, que no tenía 'el cosito de la sexualidad' roto ni había nada que arreglar. Recién ahora puedo aceptar totalmente mi forma de deseo y todo esto fluyó mucho más en la cuarentena porque mediante Twitter conocí muchísima más gente en el espectro asexual de la que esperaba y me pone muy contenta la visibilidad que se le está dando. Actualmente me defino como bisexual, poliamorosa y grisexual”, comenta Paloma.

Existen otros grupos cerrados de Facebook y foros alternativos estilo AgruPAS donde muchos se encuentran para charlar estas cuestiones y buscar apoyo, pero también en la búsqueda de testimonios para esta nota la mayoría expresó que les gustaría que se hable y haya más difusión sobre el tema.

“Jamás busqué nada al respecto porque siempre creí que el problema era yo, que había algo que no estaba terminando de entender o de hacer bien. A medida que me fui identificando como trans y que empecé a seguir ciertas cuentas lgbtq+ en Instagram me fui metiendo de a poco en los conceptos de alonormalidad y asexualidad. Yo personalmente me siento muy satisfecha cuando puedo encarar la intimidad desde otra parte, coexistir con las vulnerabilidades del otrx, eso es un momento enorme de intimidad para mi y es hermoso”, cierra, agradecida, Daniela.

LM

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