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Mapa del desconsuelo, muertes en un año bisiesto

Una escena de un largometraje del cineasta y escritor argentino Martín Rejtman.

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Porque yo voy donde nunca estoy, donde nunca fui. (Chipi-Chipi, Charly García)

Lágrimas, sueño y algunos Renault 12. Tres líneas que en principio parecen no tener nada en común y a la vez tres cosas que me atravesaron estos días. 

“Llorar en público es pornográfico. La ciudad es el lugar adecuado para trabajar y consumir (que es trabajar en el tiempo libre), pero no para cuidar y mucho menos para llorar, que es lo que pasa cuando te descuidas o te descuidan”, escribió el periodista y poeta español Sergio C. Fanjul por acá. Llegue a ese texto después de escuchar un podcast donde lo entrevistan para hablar sobre urbanismo (Fanjul es autor del libro La ciudad infinita, lo vengo leyendo con entusiasmo y lo largué, apenas por un rato, para ponerme a escribir esto) y ese concepto que varios expertos repiten: el de la ciudad o la arquitectura hostil. Vuelta cortita por un universo espinoso y lleno de crueldad o la ciudad del se mira y no se toca: esos bancos durísimos y con un montón de obstáculos para que nadie se tire a dormir una siesta; canteros rodeados con elementos que pinchan para evitar que las personas se sienten; plazas rígidas, sin árboles y llenas de cemento para que a nadie se le ocurra juntarse con otros un rato.

Lo poco que queda disponible en las ciudades cada vez más hostiles dentro lo poco que va quedando público, entonces, pareciera ser que podría reducirse a caminar y llorar. En la conversación Fanjul recuerda una idea hermosa que tuvo otro periodista español, Dani Keral, que armó un mapa interactivo de lugares para llorar en Madrid (de paso: ¿quién se anima con uno así, pero de Buenos Aires? Si tienen calles, esquinas, parques, rincones preferidos para lagrimear, ya saben dónde escribirme). Pienso en la letra de la canción que encabeza esto, en los que van, en los que caminan aunque los ojos les estallen (hijas de la lágrima somos un poco todas). Pienso en esa forma del desamparo que es magnética cuando la vemos pasar, que es imparable, y que a la vez nos deja inmóviles. El que llora en la calle se pierde, el que ve llorar, en cambio, se encuentra. Si es posible trazar un mapa del desconsuelo quizá tenga la forma de un espejo.

Desde que escuché esa entrevista y me puse a bucear sobre el tema, me crucé en mis propios recorridos a pie con algunas personas llorando por la calle (con pocas horas de diferencia: dos en el parque, una a la salida del subte). ¿Temporada de plátanos, congestiones, retinas arrasadas y alergias en este hemisferio? Sí, claro. Pero también de sollozos, de esa soledad multitudinaria y móvil, de arrojo.

Lágrimas, sueño y algunos Renault 12. Tres lugares comunes, también, y por eso tan próximos, tan conmovedores: llorar es una de las particularidades más inquietantes del ser humano (leo de a poquito, pero subrayo muchísimo este ensayo que tiene como subtítulo “desentrañando el misterio de las lágrimas”, ahí me entero de que todavía hay muchas dudas en el mundo de las ciencias en este tema, que llorar sigue siendo un enigma en estudio, una opacidad con la que tenemos que lidiar). Dormir o “algo que hasta las lombrices saben hacer” (lo dice alguien en un libro sobre el sueño, la vigilia y el cansancio que les comento más abajo, si se quedan). Y, por último, uno de los autos más populares y nobles de la historia (una búsqueda rápida en sitios de ventas y otra vez la coincidencia: la mayoría los ofrece con el adjetivo “inmaculado”; la sonrisa inmediata frente al lugar común del lugar común).

Del sueño –o de su falta– dijimos bastante por acá. Mal de muchos, etc. A cada rato y cada vez más seguido me encuentro con personas que me comentan algo de su insomnio, me cruzo con un personaje que se desvela en una serie (la última y muy fallida: Uncoupled en Netflix: lo intenté porque está detrás Darren Star, uno los creadores de Sex and The City, una decepción, o una forma más de arquitectura hostil disfrazada de sitcom tristísima). O leyendo llego hasta las palabras de escritores que nombran eso que los inquieta cuando no pueden dormir (más abajo también les cuento, pero buscando material para una nota di con las últimas entradas del diario de Alejandra Pizarnik: La noche soy y hemos perdido./Así hablo yo,/cobardes./La noche ha caído y/ya se ha pensado en todo, escribió en algún momento de septiembre de 1972). También el fin de semana me crucé con este texto sobre el insomnio y la escritura de Dolores Reyes en elDiarioAR. Les dejo un fragmento, un arrojo a su modo: Pienso historias que muchas veces se responden en la noche, la oscuridad las completa y esa cierta clandestinidad que se respira antes de la salida del sol. Escribo y los sonidos de la noche me acompañan.

Sorprendida por la repetición, por el lugar común, le cuento a otra persona con desvelos recurrentes que a cada rato me cruzo con somnolientos, maldormidos, zombies, que no dejo de encontrarlos como si los atrajera de algún modo.“Como cuando mi papá se compró un Renault 12 y veía Renault 12 por todos lados”, me responde.

Lágrimas, sueño y algunos Renault 12. Una noche sin poder pegar un ojo caigo en la cuenta: esas tres líneas cruzan la película Los guantes mágicos, de Martín Rejtman (a propósito, está disponible en la plataforma Mubi, después de una restauración espectacular que le hicieron hace poquito a la copia original que estaba guardada en el Museo del Cine). Es una de mis preferidas de ese director, escribí varias veces sobre ella y ahora, después de una noche de sueño intermitente, la vuelvo a mirar.

“Se me llenan los ojos de lágrimas por cualquier cosa y me quedo congelada en un estado de melancolía. Eso no quiere decir que esté triste, es solamente un poco de agua en los ojos”, dice Cecilia, que siempre está con la mirada roja y el llanto atragantado. Es la ex novia de Alejandro, el remisero y protagonista. O mejor, uno de los protagonistas; el otro es su adorado Renault 12 blanco con el que Alejandro recorre la ciudad pese a sus hostilidades y pese a que varios lo consideren “una cafetera”. Desde que se separó, Alejandro duerme poco (el afiche del estreno, en 2003, lo tenía a Vicentico en vela, con la cabeza apoyada en la almohada).

Como en gran parte de la obra de Rejtman, hay muchos intercambios: de objetos, de dinero, de viajes en auto, de alquileres o guantes a cambio de otra cosa. Hasta que en algún momento Alejandro se ve obligado a desprenderse de su auto y su vida se trastoca: sin terminar de entenderlo, puede percibir que no todo es canjeable, no hay permuta posible ahí donde se juega el deseo. Por eso jamás deja de pensar en su Renault 12 y, por las dudas, se queda con una copia de la llave. El auto lo desvela y por eso lo busca, lo sueña, lo ve a cada rato, intenta abrirlo. Y por eso también no deja de moverse, de manejar por las rutas o por las ciudades, de fugarse, de bailar con la llave en el bolsillo. La ilusión a mano y tal vez algún llanto estrujado (hijas de la lágrima y el conductor con la mirada perdida somos todos). Otro arrojo universal: el de alguien más que se anima a trazar y recorrer, a tientas, su propio mapa del desconsuelo.

Va una nueva entrega de Mil lianas llena de ojos bien abiertos.

1. El mal dormir, de David Jiménez Torres. “Siempre he dormido mal. Este es uno de los hechos fundamentales de mi vida, uno de los elementos que le otorgan cohesión y continuidad. He vivido en tres países, en siete ciudades en quince pisos distintos; en todos he dormido mal. He tenido varios puestos de trabajo; en todos sentí la angustia de no rendir bien por falta de sueño. He tenido parejas; el mal dormir compartió cama con todas ellas”. Así arranca El mal dormir. Ensayo sobre el sueño, la vigilia y el cansancio (Libros del Asteroide, 2022), una reciente publicación del investigador español David Jiménez Torres que además fue ganador del concurso de textos de no ficción que organiza esa editorial.

El libro, breve y a la vez muy ameno para un tema duro, por momentos angustiante, ofrece un recorrido personal por la experiencia de dormir mal. Pero no es exactamente el insomnio extremo el objeto de estudio de Jiménez Torres, sino las interrupciones del sueño, los huecos, los vaivenes. 

Con muchísimas lecturas y observaciones agudas sobre el capitalismo, el mundo del trabajo a lo largo de la historia, la convivencia entre quienes duermen plácidamente y quienes no, la imposibilidad de saber fehacientemente cómo se dormía antes de que se inventara la electricidad, la actual sensación de derrota de quienes no logran descansar por la noche (“todas las especies estudiadas hasta la fecha duermen (...) Esto dice mucho también sobre la antigüedad biológica del sueño: los gusanos evolucionaron hace 500 millones de años. Dice mucho, también, sobre el fracaso del maldurmiente: se nos resiste algo que hasta las lombrices saben hacer”, apunta el autor). Con el foco puesto en la literatura, la publicación ofrece una especie de historia cultural de lo que el autor denomina “mal dormir” y también un mapa de textos que subraya y dan ganas de ir a buscar: de los distintos desvelos de la obra de Shakespeare a la correspondencia entre F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. De algunas escenas del Quijote a la poesía de Elizabeth Bishop. De lo que apuntan distintos investigadores de la actualidad al trabajo lúcido de la escritora Marina Benjamin en su Insomnio.

David Jiménez Torres nació en Madrid, en 1986. Es doctor en Estudios Hispánicos por la Universidad de Cambridge.

El mal dormir, de David Jiménez Torres, salió por la editorial Libros del Asteroide.

2. Frente al asesino. Una serie de asesinatos impactantes conmovió a Uruguay apenas despuntaba 1992. Un año bisiesto, lleno de novedades y cambios en el mundo, tal como relata el narrador de este podcast. Todo arrancó con una fiesta en el barrio jardín de Carrasco, la zona rica de Montevideo. Pocas horas después de celebrar el Año Nuevo, primero en familia y después entre los miembros de un club exclusivo y con su novio, fue encontrado el cuerpo sin vida de la joven Ana Luisa Miller. De allí parte Frente al asesino, una producción de Spotify con conducción del actor César Troncoso y producción de varios periodistas uruguayos, para reconstruir una serie de crímenes que tuvieron lugar hace tres décadas en la capital de ese país y todavía se siguen comentando.

No se hablaba entonces de femicidios: la noticia del asesinato de Miller conmovió a la sociedad por su crudeza y se reprodujo durante semanas, mientras la investigación avanzaba, por momentos iba a la deriva y, por otros, se enredaba con personajes bastante insólitos: desde una vidente, hasta enviados especiales del FBI a Montevideo, pasando por expertos en la máquina conocida como “el detector de mentiras” e investigadores poco cautos. Nadie podía imaginar que se trataba apenas de un comienzo, que empezaba así la saga de crímenes de mujeres jóvenes que luego se conocería como el caso del “primer asesino serial” uruguayo.

Para quienes no conozcan la historia, conviene no buscar en Google pistas e ir directo a los diez capítulos de esta producción, que fueron elaborados con toda la documentación en la mano, algunas recreaciones, muchísimo material de archivo de la época, entrevistas y un relato atrapante.

Los diez episodios del podcast Frente al asesino están disponibles en Spotify.

3. Homenajes a Alejandra Pizarnik. Como contamos en esta nota, por estos días se cumplieron 50 años de la muerte de Alejandra Pizarnik. Se trata, también, del aniversario de una escena repasada por quienes la conocieron, revisitada por quienes la leyeron, enmarcada, por algunos, como un gesto más –nada menos que un suicidio–, como parte de una obra rupturista. La muerte de la poeta, el nacimiento del mito, la permanencia de una voz incandescente hacen que por estos días se multipliquen los homenajes, los recuerdos, las relecturas de las distintas versiones de su obra y de su vida.

Entre las más destacadas está la muestra Alejandra Pizarnik, entre la imagen y la palabra en la Biblioteca Nacional. Con libros marcados con su letra calificada como “inconfundible” por quienes la conocieron, con manuscritos seleccionados del tesoro de la institución y también con collages y dibujos que realizó la propia Pizarnik, la exhibición quiere por un lado exponer materiales de la intimidad de la autora y, por el otro, traer a la actualidad una faceta menos conocida, pero muy vinculada con su obra. Por acá les cuento más y también hago un repaso por su biografía más completa, además de algunos materiales audiovisuales que recorren el trabajo de la poeta y recuperan de distintas maneras su figura como una de las grandes escritoras argentinas del siglo XX.

Por estas horas, se sumó algo más que les comparto: los realizadores Virna Molina y Ernesto Ardito liberaron el documental Alejandra, de 2013, que se puede ver gratis por acá y también les dejo acá abajo. Tiene, entre otros y otras, entrevistas con Mariana Enriquez, Myriam Pizarnik, Cristina Piña, Ivonne Bordelois, Fernando Noy y Roberto Yahni.

ALEJANDRA (2013) - Documental sobre Alejandra Pizarnik. from Ernesto Ardito y Virna Molina on Vimeo.

 

La muestra Alejandra Pizarnik. Entre la imagen y la palabra se puede visitar en la Sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502, CABA) de lunes a viernes de 9 a 21 y sábados y domingos de 12 a 19. Más sobre los distintos modos de acercarse a la obra de la escritora a 50 años de su muerte, por acá.

Banda sonora. El día elegido es el 4 de octubre de 2022. La semana pasada Depeche Mode publicó en sus redes primero la foto de un micrófono y después la de una consola de sonido con esa fecha encima. Desde entonces las especulaciones se multiplican. Todo es conjetura y ansiedad, todo se va a revelar pronto, pero en distintos medios internacionales aseguran que el grupo podría anunciar ese día el lanzamiento de un nuevo disco –de confirmarse, el número 15 de su carrera– y una posible gira.

A modo de precalentamiento, y mientras esperamos la gran fecha gran, agregué algunos de sus temas más conocidos a nuestra lista compartida, la banda sonora de Mil lianas que no para de crecer

Pero hay más: está de visita en Buenos Aires Laurie Anderson, invitada estrella del Filba (pueden leer un poco más por acá). Como venimos hablando de sueño, de dormir mal o de insomnios, elegí de su repertorio In Our Sleep . También sumé Vanishing Point de New Order, presente en Los guantes mágicos, y otros temas que me gustan especialmente de ellos. Y, por supuesto, la versión unplugged de Chipi-Chipi, de Charly García, acompañado por María Gabriela Epumer.

¡Hasta la próxima!

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