Vaticano
Qué tareas pendientes tiene León XIV

Robert Prevost comienza a trazar las líneas maestras de su pontificado. “Plena adhesión” a los principios del Concilio Vaticano II, a la apuesta por la participación, la defensa de los pobres y los derechos de los trabajadores. Estos fueron algunos de los compromisos que León XIV quiso arrancar del colegio cardenalicio en su primer discurso programático, durante la reunión que mantuvo con los purpurados el sábado en el Aula Pablo VI.
Además de las palabras, los gestos de Prevost envían un claro mensaje en clave interna: continuará la vía de las reformas iniciada por su antecesor. El sábado por la noche se acercó a Santa María la Mayor para rezar en la tumba de Francisco, lo que algunos interpretan también como una respuesta a los grupos ultraconservadores que, todavía lamiéndose las heridas por su derrota en el cónclave, comenzaron a airear diferencias entre el actual papa y su antecesor, desde la muceta utilizada en su primer saludo a la decisión, todavía no confirmada, de volver a vivir en el Palacio Apostólico en lugar de Santa Marta, la residencia utilizada por Bergoglio.
Según fuentes del entorno del pontífice, León XIV está dispuesto a atender a la propuesta planteada en las congregaciones generales de convocar una suerte de ‘consejo de ministros’ permanente, en el que participarán cardenales de todo el mundo y expertos laicos. La idea es ofrecer respuestas a los retos que, como apuntaba uno de los kingmakers de este cónclave, “tienen que estar pegadas a la realidad”.
“El pobre está en la realidad, los derechos de los trabajadores están en la realidad, la situación de la mujer en la Iglesia está en la realidad. Ya basta de pensar, como piensan todavía muchos, que nosotros debemos llevar la salvación al mundo. Tenemos que ofrecer el mensaje de la fe ‘en’ y ‘desde’ el mundo”, señala este purpurado, uno de los más cercanos al actual pontífice.
El reto de las finanzas
¿Cuáles son los retos de este pontificado? Entre los más urgentes está la cuestión económica. Las cuentas de la Santa Sede están en números rojos y, lo que es peor, con entes que funcionan sin coordinación entre sí. El rol de los medios de comunicación vaticanos –si algo demostró este cónclave es el papel de los medios italianos, que intentaron influir hacia lo que consideraban la única candidatura posible, la de Pietro Parolin–; y la cuestión de los abusos.
En este punto, el propio León XIV sufrió, en los días previos a su elección, una furibunda campaña gestada por grupos ultra como el Sodalicio, financiada desde Estados Unidos y convenientemente multiplicada en redes y pseudomedios especialmente en Italia, Sudamérica e incluso en España, donde jugó un papel fundamental Infovaticana, una web fundada por Gabriel Ariza, hoy uno de los colaboradores directos de Santiago Abascal en VOX. Ariza llegó a colarse en el precónclave, difundiendo imágenes de los encuentros de los cardenales, y publicando un falso dossier en el que se acusaba a Prevost de encubrimiento de pederastia para intentar descabalgar la candidatura que terminó siendo mayoritaria.
El asunto de la pedofilia es fundamental, y los que siguieron su trabajo en Perú aseguran que Prevost aboga por poner a las víctimas en el centro. Todavía hoy muchos cardenales piden que las víctimas se comprometan a perdonar a los victimarios, antes incluso de ofrecer respuestas desde la justicia civil y canónica, y sin hablar de reparación. Sin embargo, León XIV, quien tuvo un destacado papel para la disolución del Sodalicio en Perú, tiene el desafío de profundizar en el cumplimiento de la “tolerancia cero” que Francisco implementó durante su pontificado, pero que durante años las conferencias episcopales (y especialmente, las nunciaturas) han boicoteado.
El futuro del Opus Dei
Paralelamente a la cuestión del Sodalicio, está en el aire el futuro del Opus Dei, ya que la reforma de sus estatutos, que debían convertirlo en una asociación eclesial, sin estatus de prelatura personal, quedaron en suspenso con la muerte del papa.
Además, debe enfrentar una difícil reorganización de la Curia, con una mayor presencia de mujeres y laicos en puestos de responsabilidad, algo que generó muchas resistencias en los círculos de poder vaticanos.
Una de las personas que más conoce a Prevost, con quien trabajó directamente en los últimos años, es la teóloga argentina Emilce Cuda. La secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina considera que León XIV, aunque “de pocas palabras y quizás también poco expresivo”, tiene “la virtud de sostener sus ideas con la palabra y con los hechos”. La experta considera que Prevost “hará una continuidad en el proceso emprendido por Francisco, que no se agota en una generación”, pero a su vez será consciente de que “la situación histórica cambia y ese proceso debe tener la flexibilidad suficiente para adaptarse a ese cambio histórico”.
Una mirada geopolítica
En cuanto a la política internacional, el nuevo papa se presenta como un puente (pontífice, en latín, significa precisamente constructor de puentes) entre varias culturas. Por un lado, es el primer papa estadounidense de la historia, pero sus años de misión en Perú lo convierten en una persona con una mirada más amplia del continente americano y sus conflictos. Su periplo romano, como parte de la Curia, le permitió tener una visión europea, y sus funciones como prefecto de la Congregación de Obispos le dieron pie para profundizar en los desafíos de las iglesias orientales y africanas, donde más crece el cristianismo y donde los problemas son radicalmente distintos a los de la vieja Europa.
En el plano geopolítico, se espera que la Santa Sede se empeñe aún más en alcanzar altos el fuego en Gaza, Ucrania o Sudán del Sur. En su primera Regina Coeli en la catedral de San Pedro, este domingo, León XIV habló del “dramático” escenario actual y se dirigió “a los grandes del mundo” con estas palabras: ¡Nunca más la guerra!“.
También se prevé que mantenga una postura beligerante con las políticas antiinmigración de Donald Trump. La misa de entronización, prevista para el 18 de mayo, dará oportunidad para un primer encuentro entre ambos líderes. En el pasado, Prevost fue muy crítico con las deportaciones anunciadas por la Administración estadounidense. “Su condición de migrante al revés (es un norteamericano que se hizo peruano), le dota de fuerza moral para decirle cara a cara a Donald Trump, con firmeza pero con la suavidad que le caracteriza, que ese no es el camino cristiano”, analiza una persona cercana al Papa.
La guerra cultural y el mundo LGTBIQ
El verdadero desafío de León XIV será afrontar diferentes respuestas en función de cada realidad, sin que sea acusado por un lado de tibieza, como le sucedió a Bergoglio, y por otro lado atacado por la ultraderecha y sus argumentos de “guerra cultural” en los que asumen que su postura es la única que puede tener la Iglesia, sobre todo en lo que respecta a la moral sexual.
El entorno del nuevo Papa espera avances en lo que concierne a la realidad de los creyentes LGTBIQ+ o el papel protagónico de la mujer en la Iglesia, aunque los avances doctrinales tengan que verse dentro del camino sinodal (de la participación y discusión), y con distintas velocidades.
Así, el diaconado femenino o los sacerdotes casados podrían avanzarse en territorios como la Amazonía, mientras que las bendiciones a los homosexuales siguen siendo hoy por hoy una quimera en buena parte de África, donde los gays son perseguidos por el mero hecho de serlo.
Lo que sí hará Prevost –o eso confía su círculo más cercano– será defender con claridad los derechos de todas las personas, en distintos ámbitos. No en vano su nombre, León XIV, hace referencia a León XIII, el Papa que ‘inventó’ la doctrina social de la Iglesia, y que comenzó a hablar de los derechos laborales y del trabajo digno. El mismo Prevost lo explicó en su mensaje a los cardenales el sábado, y de hecho, algunas voces consultadas por elDiario.es apuntan a que la primera encíclica del nuevo Papa versará sobre el trabajo en el mundo actual, con una mirada específica a los nuevos derechos, la esclavitud o el impacto de la Inteligencia Artificial.
León XIV encara un pontificado repleto de desafíos y que en principio muestra una suerte de continuidad con el de Bergoglio. Prevost no es un “profeta”, como se decía de Francisco, pero sí reivindica su papel como continuador de una obra que, tras los gestos y las intuiciones del argentino, toca bajar a la realidad y desarrollar. Y el tiempo, también en la Iglesia, apremia.
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