Cierre de plantas, despidos y productos importados: crece la ola de ajuste industrial en todo el país
El anuncio llegó sin previo aviso. El miércoles, Whirlpool cerró su planta de Pilar y despidió a sus 220 trabajadores, a poco más de tres años de su inauguración. La firma alegó una fuerte caída de ventas y la creciente competencia de productos importados como motivos principales. “Nos acaban de desvincular a toda la empresa”, denunció un operario. La planta, que producía lavarropas para exportar, ahora está vacía.
El caso Whirlpool no es un hecho aislado, sino parte de una secuencia que se intensificó tras las elecciones intermedias. Según datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), desde la asunción de Milei se destruyeron 276.000 puestos de trabajo registrados y se cierran 30 empresas por día.
En el sur de Santa Fe, la fábrica de ollas Essen despidió a más de 30 personas en su planta de Venado Tuerto, incluyendo personal con años de antigüedad. Aunque la empresa atribuyó la medida a la baja del consumo, delegados de la UOM denunciaron la incorporación de piezas semielaboradas importadas que reemplazan etapas de fabricación local. El gremio afirma que las desvinculaciones ya superan las 90 en los últimos meses, sumando bajas paulatinas.
Frávega, otra de las firmas afectadas por la crisis, cerró su local en Temperley sin avisar a su personal, replicando lo que ya había hecho en Pergamino. Según fuentes del sector, la cadena iniciará una ola de despidos y más cierres, presionada por la caída en las ventas y un incipiente endeudamiento.
En la localidad santafesina de Sastre, la metalúrgica Cramaco (ex DBT) despidió al 90% de su personal y dejó de fabricar generadores y alternadores. Ahora solo importará productos terminados. “Nos echaron a todos a la calle”, dijo el delegado gremial Jorge Herrador, con más de 25 años en la planta.
También en Venado Tuerto, la autopartista Corven recortó 150 puestos entre sus plantas de amortiguadores y motos, según denunció la UOM. “Los empresarios viajan a China y se preparan para ensamblar en lugar de producir. Va a generar muchísimo desempleo”, advirtió el dirigente Diego Olave.
La explicación que une a estos casos es doble: bajo consumo interno y apertura de importaciones, en un contexto de liberalización comercial promovido por el Gobierno. Las empresas justifican los despidos en la pérdida de competitividad, mientras que el sindicalismo habla directamente de desindustrialización planificada.
“Desde el Ejecutivo se está desmontando el tejido productivo. En Pilar, Venado Tuerto, el conurbano, no es un fenómeno aislado. Es el modelo de país que se está ejecutando”, concluyó Olave.
JJD
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