Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
TEATRO

Amor, cumbia, un río rojo y fatalidad

Soy ponja. Cabeza, también.Delfina Colombo en Pibitxs del Río

Moira Soto

0

Mi nombre es Javier González.

Javi.

Ojo chino. 

Ponja.

Cabeza, también.

Tengo 23. Soy argentino. Y chaqueño.

Para los que no saben Chaco queda acá. Al norte. Tiene un río: el Bermejo. Y tiene monte. Y viento norte. Tierra y calor.

Así arranca Pibitxs del río, con la métrica y la poética condensada que singularizan a Fabián Díaz como dramaturgo, a quien Iván Moschner, aquí director, traduce escénicamente de modo inmejorable, siguiendo la idea del autor que pidió que el papel de Javi lo encarnara una actriz. Ella es Delfina Colombo, libre de toda afectación que se pretenda masculina, con el tono y la gestualidad justas para darle gracia y verdad a su personaje, dejándose habitar por Javi que de chico se tiró de cabeza a una pelopincho y su sangre tiñó el agua, prefigurando la tragedia que se anuncia en el bien diseñado programa de mano: “Esta obra quiere recordar a Mauro Ledesma (1997-2020). La cuarentena lo dejó a cien metros de su hija y de su novia con un río en el medio. Durante meses pidió permiso para cruzar. Un día no aguantó más y saltó al río. Y el río se lo quedó. Y también (recordar) a todxs lxs que saltaron”. 

Siete meses hacía que Mauro no las veía, desde que se declaró el aislamiento obligatorio en marzo de 2020. Siete meses que pedía permiso para entrar legalmente a Formosa donde ellas estaban, pero siempre le denegaban su solicitud, hasta que recaló en el pueblo de San Martín, cerca del río Bermejo, Chaco. E intentó llegar a nado a la otra costa. El domingo 11 de octubre, un pescador encontró su cuerpo sin vida en la orilla, del lado chaqueño. “Mauro fue la primera víctima del mal administrado cerco provincial, y también de la soberbia. la desidia e irresponsabilidad de los integrantes del Consejo de Emergencia del Covid”, apuntó la denuncia presentada ante el defensor del pueblo y la Subsecretaría de Derechos Humanos“.

Pibitxs del río, lejos de proponerse seguir al pie de la letra los hechos reales, ofrece una ficción que parte de una noticia escueta y perfila a sus personajes –el Javi y, fuera de campo, la Yani, la Lupe/Lupecita–, les da relieve y espesor dentro de su inocente simplicidad. . .   Habría que tener el pecho como un pedernal (gracias, Lope de Vega) para no encariñarse con el Javi, “medio indio”, “ladrillero cabeza”, que al saltar de noche al Bermejo se hermana “con esos negros, allá en África que atraviesan el mar para salvarse”. Habría que tener el pecho como un pedernal para no llorar por él, los otros pibitos y pibitas del río.

El río soberano y aún salvaje que da y quita

El Bermejo no es un río cualquiera y Javi lo sabe bien: le dio la soga con la que entrena, Lupecita fue engendrada en sus bordes, pero “está lleno de monstruitos que mejor no conocer”. Por eso, el pibito le pìde piedad al río antes de arrojarse.

 El Bermejo nace en Bolivia y desemboca en el río Paraguay, surcando las provincias de Chaco, Formosa, Jujuy y Salta, miles y miles de kilómetros. Navegable en algunos tramos, la crecida de este año, debida a fuertes lluvias, afectó en gran escala a comunidades indígenas –wichi, quom, toba–, a puestos criollos, provocando pérdidas de lo poco que tenían, evacuaciones, caminos cortados y un aislamiento quizás peor, aunque más corto, que el de la pandemia. Como casi siempre, la ayuda de voluntarios/as funcionó mejor que la del gobierno (nacional y provincial). Pero también las bajantes de aguas que han sido contaminadas por residuos industriales, por uso de fertilizantes, etcétera, resultan problemáticas.

En 2020, el protagonista de Pibitxs del río tiene una meta indeclinable: “cruzar el río a plena brazada roja” para encontrarse por fin con la Yani y la Lupe. Aunque tiene claro que esas aguas se tragan todo, que “si te agarra un remolino y te envuelve, chau ninja. Fuiste, ponja”. Pero él esta decidido a peleársela a ese río “loco, traicionero”, según entonaba el grupo salteño Los Cantores del Alba en Lamento mataco. De todas maneras, alguien se arriesga: “Peregrino por el Bermejo yo me voy… Solitario en sus aguas…”.

Asimismo, este río rojo acaso se merecería los versos de Petrarca (escritos en siglo XIV y publicados en el XV): “Rey de los otros, orgulloso, altivo río...”, que figuran en el Canzoniere, referidos a la rivière Sorgue, tan ligada al recuerdo de su bienamada Laura, avistada en una iglesia de Aviñón.

“Río caprichoso, le gusta mover su cauce a viejos cursos (..) arrastrando todo a su paso cuando crece”, escribía en abril pasado el arquitecto Luis Galli en el chaqueño diario Norte. “No permite ser domesticado”, pero si, propone, habría limpiar el camino del agua, favorecer canales de riego “para tener un Chaco menos seco, contribuir a la reforestación con especies nativas, tan depredadas por los mineros del norte, mitigar el impacto de lluvias torrenciales”. Pero siempre respetando el ecosistema de unos de los pocos ríos argentinos en estado natural, salvaje. Río con mucha historia que alberga a dioses de pueblos originarios. “Río montaraz que recuerda la congoja de sus pueblos por las guerras organizadas en confortables despachos de ciudades lejanas, guerras donde se enfrentaron hermanos cuya única diferencia fue haber nacido del otro lado del río”, anota el muy estimable escritor, dramaturgo y poeta Pedro Patzer en el sitio Identidad Cultural.

Una convergencia de perfecta armonía

Sin ánimo –y ya sin espacio– de dar en detalle el recorrido de Fabián Díaz y de Iván Moschner, vale al menos recordar que el primero escribió y dirigió Los hombres vuelven al bosque (2014), valiosa obra que protagonizara precisamente, maravillosamente Iván Moschner. Un actor fuera de serie al que Díaz condujo en Los días de la fragilidad (2018), inspirado texto de Andrés Gallina. FD es también actor y docente de gran formación, muy premiado, que hizo la dramaturgia de Diarios del hambre. Iván Moschner lee y canta. Por estos y otros antecedentes de sus respectivas trayectorias, era natural que ambos se juntaran para hacer Pibitxs del río.

Por parte, IM tiene a sus espaldas un recorrido incesante, requerido por autores y directores de teatro (también, aunque menos, de cine). Ha hecho clásicos de distintas épocas; a dramaturgos de todas las edades, locales y de afuera. Autor él mismo a sus horas (Nenina, Tintorero, De madres y de niños), Moschner intérprete es capaz de volver inolvidables cada una de sus actuaciones por su su diversidad de registros, por su energía magnética, incluso por ese grain de folie, ese toque de locura que no le teme al peligro con que se entrega en cada ocasión (solo él podía hacer a ese cura hipócrita pedófilo del Opus, en Todas las cosas del mundo, de Diego Manso, con despampanante puesta en escena de Rubén Szuchmacher).

Delfina Colombo es una joven actriz que se hizo notar en Las Oceánicas y otras pocas obras, pero que sencillamente explota en Pibitxs, propulsada por un texto de alta calidad literaria y tensa fuerza expositiva que Moschner ha dirigido con una marcación sutil, exacta. Con humor cuando correspondía, con amor siempre. Y Ocampo ha correspondido ciento por ciento a tan noble hermosura dándole cuerpo, alma y corazón a ese Javi, varón querendón que disfruta sin reservas de la música, el baile y el amor. Que asume sin remilgos su condición de mestizo y es persona decente y trabajadora. Mirella Hoijman diseñó con mínimos pero expresivos recursos un espacio escénico conceptual, donde algunos ladrillos representan la casita del protagonista y una línea luminosa con curvas separa la tierra del río (que está del lado del público), y asimismo se hizo cargo de la ropa necesaria. El diseño sonoro atmósférico que acompaña sin interferir es de María Baigorria. Y la música bailable, ah, qué música, se podría apostar que corrió por cuenta y gusto de Fabián Díaz ya que forma parte orgánica de su narrativa.

Piobitxs del río, los jueves a las 21 en El Grito, Costa Rica 5459, hasta el 24/7.

MS/MG

 

Etiquetas
stats