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Milei y la cultura: de la degradación al ataque directo en días marcados por el ensañamiento

Despidos, recortes y ataques al sector cultural marcaron los primeros seis meses del gobierno de Javier Milei.

Agustina Larrea

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Fue en agosto de 2023, pocos días después de que Javier Milei se impusiera como el candidato más elegido en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, cuando se alzó con el 29,86% de los votos válidos. Con ese estilo estudiadamente espontáneo –que luego consolidó al llegar a la presidencia, con numerosos golpes de efecto en el plano de la comunicación oficial–, se lanzó en Tik Tok, el terreno libertario por excelencia, un video que a fuerza de repetición y de memes se hizo tristemente célebre. Allí, el entonces candidato de La Libertad Avanza despegaba pequeños carteles de una pizarra con los nombres de los ministerios nacionales. Al grito de “afuera”, sin más precisiones que una sonrisa nada espontánea en la cara, los iba arrancando para dar a entender en un gesto no exento de crueldad lo que pasaría con ellos si llegaba a la presidencia. Primero fue el turno del Ministerio de Deportes y en segundo lugar despegó el que decía Ministerio de Cultura.

Unos meses después de aquel acting viral, ya elegido presidente en el balotaje del 19 de noviembre, Milei decidió degradar aquel ministerio al rango de secretaría, tal como lo había hecho Mauricio Macri en su administración. El primero de los signos de desinterés por el sector cultural tuvo que ver con la demora libertaria para llevar adelante la transición entre los funcionarios salientes y los entrantes.

De hecho, el ex ministro nacional de Cultura, Tristán Bauer, fue de los últimos funcionarios del gobierno de Alberto Fernández en establecer los contactos formales con sus sucesores, por la falta de definiciones de los recién elegidos durante aquellos días. Además del funcionamiento de la cartera en sí, había que definir el futuro de entidades como la Biblioteca Nacional, el Centro Cultural Kirchner, Tecnópolis, el Fondo Nacional de las Artes y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), entre otros.

No sorprendió que el puesto como titular de la Secretaría de Cultura fuera para Leonardo Cifelli, un productor de espectáculos del universo del teatro musical y privado, con un breve antecedente en la gestión pública. Ocurrió cuando el compositor musical Ángel Mahler estuvo a cargo del Ministerio de Cultura porteño durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, entre 2016 y 2017. Cifelli, entonces, se desempeñó como jefe de Gabinete de Mahler a lo largo de un año, hasta que, con la partida del creador de Drácula, el musical, volvió a dedicarse a la actividad privada.

Durante los días posteriores al balotaje, aunque sin haber sido nombrado oficialmente en su cargo, Cifelli brindó algunas entrevistas periodísticas para trazar algunos de los lineamientos de la gestión libertaria en el rubro. Habló de un equipo de 20 personas del sector y repitió una palabra con contundencia: recorte. 

“Ahora el ministerio tiene 60 ravioles (sic), yo lo bajé a 40: se están sacando subsecretarías generales, dirección de la dirección, estaba un poquito grande... Esto lo estoy estudiando hace seis meses”, aseguró en diálogo con el sitio Infobae. Y agregó que en el nuevo esquema habrá “33% de reducciones” tomando como base el presupuesto de 2023 para Cultura, que había sido de alrededor de $54.000 millones.

En línea con esas previsiones de recortes y reducciones, desde que llegó a la Casa Rosada, se multiplicaron los despidos en todas las dependencias nacionales vinculadas a Cultura, al tiempo que no fueron renovados numerosos contratos. En diciembre, desde ATE calculaban que se llevaría adelante solamente en el ex Ministerio más de mil doscientas desvinculaciones de trabajadores y trabajadoras. En enero, se sumaron otros 500 y desde entonces continuaron con las desvinculaciones o no renovando los contratos de personas con varios años de servicio y lo mismo ocurrió en la Biblioteca Nacional, con el despido de unas 120 en marzo.

Otro hito central de la gestión de Milei en este rubro lo marcan el gigantesco Decreto de Necesidad y Urgencia 7023, lanzado en diciembre del año pasado por cadena nacional, y las distintas versiones de la llamada Ley Ómnibus, dos elementos con los que el gobierno busca la desregulación total de la economía. En las áreas culturales y artísticas, se encendieron las alarmas centralmente por una posible eliminación de la llamada “Ley del Libro” o “Ley de Defensa de la Actividad Librera” que unifica en el país el precio de venta al público de los libros. Después de los distintos debates legislativos y también de diversas manifestaciones públicas, este punto quedó fuera de discusión.

Otro de los ejes centrales en los proyectos normativos impulsados por el Ejecutivo que también preocuparon y siguen preocupando están vinculados con la posibilidad de que desde el Congreso se le otorguen facultades al Ejecutivo para cerrar entidades que promueven la producción cultural argentina, como el Fondo Nacional de las Artes, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) o el Instituto Nacional del Teatro. Con las nuevas versiones de la llamada “Ley Bases”, y los vaivenes que todavía quedan pendientes en la discusión parlamentaria, la definición sobre el futuro de estas entidades clave para la promoción cultural del país tiene final abierto.

Mientras tanto, otras medidas adoptadas por Milei provocaron inquietud y descontento. Una de las más resonantes tuvo lugar en abril, cuando mediante un decreto el mandatario dispuso la licencia obligatoria de la mayoría de los empleados del INCAA, además de un recorte presupuestario. Con este cierre, todavía indefinido de la entidad, no solamente corre peligro la producción audiovisual nacional sino también eventos de relevancia internacional, como el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

También en los últimos seis meses, la paralización de la agencia Télam, que incluye la suspensión del envío de información sobre actividades culturales que tienen lugar a lo largo de todo el país, afectó severamente la difusión de obras teatrales, libros, festivales, recitales y todo tipo de actividades artísticas.

En el mismo sentido, el levantamiento de un programa cultural emblemático en la Televisión Pública como Los siete locos, conducido por Cristina Mucci en la señal de bandera por más de tres décadas, marca otro hito preocupante.

Ataque directo

Más allá de las medidas concretas tomadas en las distintas áreas culturales que dependen del gobierno central, lo que caracterizó en estos seis meses de gobierno fueron algunos ataques directos del propio Javier Milei a figuras del ámbito artístico y cultural. El caso más flagrante fue el de la cantante y actriz Lali Espósito, a quien el mandatario llamó “Lali Depósito”, en una entrevista televisiva y la acusó de cobrar dinero “de varios gobiernos”, ante la nula reacción de los periodistas que conducían el diálogo.

Estas palabras provocaron el rechazo generalizado de figuras del mundo del espectáculo, de la música, del arte y también del público en general, algo que de todos modos no hizo mella en el presidente, quien siguió mostrando actitudes de cierto ensañamiento. Al día siguiente, redobló el ataque contra la artista en otra entrevista, esta vez en Radio La Red, en la que señaló: “¿Quién empezó con esto? ¿Yo? Ella empezó. Si te gusta el durazno, bancate la pelusa. ¿Querés hacerte el guapo? Bancate que te responda. ¿Me podés agredir y no se puede contestar? No me voy a quedar callado”.

Poco antes, Milei también había tenido palabras despectivas sobre la producción local de cine. En una entrevista en la que le preguntaron por una declaración pública que hizo el actor y productor Adrián Suar, Miei aseguró: “No hay plata, entonces tengo que elegir donde va la plata, o sea financiar películas que no ve nadie y solventar a actores o poner esa plata para la gente”.

Pero el punto más alto de enfrentamiento del primer mandatario con representantes del universo cultural tuvo lugar antes y durante la última edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, una de las convenciones del universo editorial más grandes de habla hispana.

En las semanas previas a la inauguración, las autoridades de la Feria informaron a los medios que uno de los grandes “ausentes” de la edición 2024 de la Feria sería el Estado nacional, que supo tener en otras entregas uno de los stands más grandes, con 300 metros cuadrados en el Pabellón Azul. El faltazo fue doble, porque el secretario Cifelli, que había prometido estar presente en el acto de apertura, decidió a último momento no estar.

Durante ese encuentro, Alejandro Vaccaro, titular de la Fundación El Libro, tuvo palabras duras sobre la gestión de Milei, al tiempo que describió con mucho detalle la crisis económica que atraviesa el país y golpea al rubro editorial. En el mismo sentido se pronunció la escritora Liliana Heker, elegida esta vez para dar el discurso inaugural.

“Concurrir a la Feria, este año, representa un acto de rebeldía y de resistencia. Como nunca este espacio plural, activo, será el eje central alrededor del cual girará el repudio de todas las fuerzas culturales a las políticas devastadoras que propone este gobierno”, señaló con dureza Vaccaro.

Uno de los puntos conflictivos, además, tuvo que ver con la posibilidad de que el propio Milei presentara en la Feria su libro Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, editado este año por Planeta. Desde la editorial habían anunciado que el presidente lanzaría en el predio de La Rural la publicación, con un acto que se realizaría en las gradas externas del lugar. 

Sin embargo, el evento se canceló: Milei aseguró entonces que hubo “un intento” de sabotaje en su contra, mientras que desde la Feria aseguraron que el presidente pedía una gran cantidad de entradas gratuitas, además de un despliegue costoso para su seguridad.

En los últimos días, se reveló también otro cambio en el rubro cultural y educativo con los primeros pasos para la privatización de Tecnópolis. En el predio ubicado en la localidad de Villa Martelli, que supo ofrecer actividades gratuitas, ya se instaló un circo, propiedad del actor argentino Flavio Mendoza, que ofrece shows con tickets que arrancan en los 15 mil pesos.

Tal como informó elDiarioAR, el plan que puso en marcha el gobierno nacional prevé que Tecnópolis genere ingresos a partir de negocios de empresarios privados. En este contexto, Mendoza es uno de los primeros, aunque ya se hicieron en el predio algunos recitales pagos.

A finales de mayo Cifelli, quien sigue las órdenes de la titular del cuestionado Ministerio de Capital Humano, Sandra Pettovello, ordenó la remoción del directorio de Tecnópolis “tras detectar irregularidades en procesos administrativos”, según informaron desde la Secretaría de Cultura a este medio.

Pese a la insistencia en apostar al mundo privado y la denigración de lo público, tampoco los números en este terreno parecieran darle la razón al gobierno. La crisis económica extendida se ve también, por ejemplo, en una baja notable de la venta de libros, que solamente en el primer trimestre del año se redujo un 30 por ciento. Más flagrante es el desplome que sufrió la venta de entradas de cine. Según se reveló en mayo pasado, el primer cuatrimestre de 2024 marcó un fuerte descenso, con casi cuatro millones de tickets menos que los vendidos en el mismo período del año pasado.

AL/MG

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