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Entrevista

Sara Mesa y una novela sobre la familia y los terrores cotidianos: “Soy incapaz de trabajar con ideas muy rígidas”

Sara Mesa nació en Madrid, en 1976, y desde niña reside en Sevilla, España.

Agustina Larrea

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Una casa de cartón de la que emergen dos remos frágiles. Una casa que flota sobre algún tipo de sustancia invisible, que de todas maneras luce en pie, entera, esquemática, impenetrable. Aunque esté hecha de un material endeble, aunque una tormenta pequeña logre desintegrarla en segundos. La ilustración de la portada de La familia (Anagrama, 2022), la reciente novela de la escritora española Sara Mesa, resulta bien elocuente: la casa es la familia (y no “una familia”, la decisión sobre el artículo es importante). La familia es esa fragilidad que hace fuerza por mantenerse a flote pese a todo, aunque no se termine de entender cuál es el vínculo, por qué el pegoteo, por qué la opresión, por qué los secretos. La familia es un paredón, aunque esté hecha del material más vulnerable. La familia es una insistencia.

Formada por dos niñas, dos niños, una madre y un padre, la familia de este libro está contada en sus retazos. Uno de los hallazgos de la forma que eligió la autora para el relato es que, lejos de la gran novela familiar, se quedó con los resquicios, con las escenas de sus protagonistas a lo largo de varias décadas (algunas ni siquiera tienen un final clásico, se van como en fade out porque no importa la idea de clausura). Y a la vez puso su mirada, como ya lo viene haciendo con lucidez en sus libros anteriores, en los terrores cotidianos disfrazados de buenas intenciones y también en los silencios.

“La pandemia no tuvo nada que ver, casi todos mis libros, de un modo u otro, están relacionados con el encierro y los confinamientos forzados. He ambientado mis historias en una residencia de ancianos, en un internado de élite, en una pequeña aldea, en un rincón en un parque. Así que solo era cuestión de tiempo que escribiera sobre una familia. El germen está sobre todo en experiencias reales, tanto mías como de otras personas, y en la observación de lo que me rodea”, señala la escritora a elDiarioAR por escrito desde España.

Más que de la institución familiar como algo rígido, podría decirse que se trata de una novela que se posa más en los agujeros, en sus inestabilidades y sus secretos. Incluso que se trata de un libro de solitarios, que viven su soledad rodeados de gente. ¿Por qué fuiste por ese lado?

Porque creo que refleja bastante bien la realidad de lo que son ciertas familias, en las que se da una importancia descomunal a la apariencia de solidez y al prestigio social, aunque por dentro haya montones de grietas. Esta idea la llevé también a lo formal, dado que la novela no sigue la tradición de la saga familiar donde se cuenta la evolución completa de los personajes desde su nacimiento hasta su vejez, sino que se presenta como ráfagas, pequeñas historias entretejidas protagonizadas por cada uno de los miembros de esa familia.

Familia y literatura, asunto inseparable. ¿Indagaste en familias literarias para escribir este libro? ¿Cuáles son tus familias literarias preferidas y cuáles los autores que más te interesan por su abordaje de esta cuestión?

Me han fascinado este tipo de historias desde siempre, es decir, no las he leído para buscar modelos narrativos, sino que siempre estuvieron ahí. Creo que la tradición que más me ha influido es la de lengua inglesa, con toda su ironía crítica, autores como J. R. Ackerley, Ivy Compton-Burnett, Iris Murdoch, Christina Stead o incluso Alice Munro, con algunos de sus relatos más biográficos. Ahora que me doy cuenta, me ha interesado especialmente el abordaje de la familia que han hecho las mujeres. 

Horrores cotidianos

Entre lo último que llegó de esta autora está la novela breve Perrita Country (Editorial Páginas de Espuma, 2022), con ilustraciones a cargo del artista visual español Pablo Amargo. La publicación, de narración breve y ágil, aterrizó luego del éxito de la publicación anterior de esta autora, Un amor (Anagrama, 2020), elegido en distintos medios de habla hispana como libro del año en 2020. 

Otra vez, como ocurría en Un amor, aparece la idea de alejarse de lo conocido. Y aparece, también el encierro, pero en este caso sí está vinculado con la peste: como en el libro anterior, en Perrita Country también se trata de una mujer sola que se muda a una casa nueva y desconocida. Una joven profesora que irá conociendo el lugar y entendiendo cómo es la convivencia de a tres en un nuevo espacio: además de ella están Ujier, un gato gordo que le quedó después de una separación, y Perrita Country, el animal que adoptará apenas llegue a la nueva casa.

Perrita Country, como Un amor, tenía algo del encierro, de la casa, de la opresión por momentos. ¿Por qué creés que insisten estos asuntos en aquello que escribís?

De esto no tengo ni idea, supongo que tendría que someterme al psicoanálisis para saber qué hay dentro de mí que me lleva a ese tipo de historias. Aunque últimamente, y en Perrita Country creo que ya se notaba, mi aproximación no es tan dramática, no es tan solemne, y me inclino más por la tragicomedia en la descripción del terror cotidiano.

“Para fundar una familia hace falta que nazca un hijo. Y cuanto más hijos haya, más vínculos de sangre, más familia”, dice Damián, el padre, casi al comienzo. Él, de todos los personajes de la novela, es el que más elaboraciones hace sobre este tema. ¿Cómo surgió esta figura de tanto peso para esta historia? ¿Qué pasa con este hombre y las supuestas buenas intenciones?

El personaje del padre es central y muy, muy complejo. Lo más preocupante de él es el poder que tiene, porque en realidad es solo un gigante con pies de barro, alguien que ha asumido con grandilocuencia y narcisismo su papel conductor de la familia, alguien en algunos momentos casi cómico, pero que ejerce una influencia enorme sobre quienes lo rodean. Es imposible retratar un personaje así con un relato único, porque él es también víctima de sí mismo y hay muchos lugares desde donde enfocarlo, incluyendo su propio pasado familiar.

Me inclino más por la tragicomedia en la descripción del terror cotidiano.

Tratándose de un libro con varios personajes y con distintos puntos de vista, ¿tenías un plan previo a la hora de escribir? ¿Trabajás con algún tipo de planificación, hay algún tipo de método?

Sí, pero mi método deja mucho lugar para la improvisación y los cambios, soy incapaz de trabajar con ideas muy rígidas o ya desarrolladas por completo, las ideas se desarrollan en el proceso mismo de escritura. En el caso de este libro, mi propósito inicial era escribir una serie de cuentos protagonizados por los niños de una familia, pero este plan se desbocó, se fue convirtiendo en otra cosa, en una historia mucho más compleja, de dimensión novelística, en la que entraban también adultos, lógicamente la familia, los padres, de estos niños, pero también ellos mismos cuando se hacen mayores. Así que se trata de una especie de composite novel, como lo llaman, o novela en piezas, que no busca una mirada totalizadora sino la construcción de un relato a partir de  un número determinado de historias. Es como si viéramos las fotografías que se conservan en un álbum familiar, que son esas, pero podrían ser otras.

AL

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