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Entrevista

Sol Bassa, guitarrista y nominada a mejor artista rock en los Gardel: “La mayoría de las producciones en este país son independientes”

Sol Bassa, guitarrista y nominada a mejor artista rock en los Gardel: “La mayoría de las producciones en este país son independientes”

Martín Sassone

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Habla con cierta timidez, pero segura de lo que dice. Su voz pausada y el brillo de sus ojos claros destilan un optimismo poco frecuente para estos tiempos pandémicos y de encierro. A Sol Bassa no le pesa la mochila de artista independiente. Todo lo que logró hasta ahora fue en base a una receta que combina talento, perseverancia, sacrificio y una revalorización del sentido colectivo, que a ella le gusta llamar “el resplandor de una nueva industria”. No tiene agente de prensa ni representante y, si bien su nombre es conocido en el ambiente musical, más precisamente en la escena de blues, es una completa desconocida para el público masivo. Así y todo, con 31 años, ya tiene tres discos editados y el último, “Errores coleccionables”, está nominado a los Premios Gardel como “Mejor Álbum Artista de Rock”, terna que comparte con Ciro y Los Persas y Fito Páez. Ahora bien, ¿quién es esta chica que compite con dos monstruos del rock?

Sol Bassa vive en Coghlan, se mueve en bicicleta y en tren, y se encarga de todo lo relativo a su música: se puso al frente de un equipo de trabajo con el que defiende su obra, genera contenido complementario y hace su propia difusión. Lleva más de diez años dedicada a la música, ya sea como intérprete, compositora o profesora de guitarra. Su primera gran oportunidad la tuvo en 2011 cuando Ciro Fogliatta, ícono fundacional del rock nacional e histórico pianista de Los Gatos, la sumó a su banda Las Blusettes compuesta íntegramente por chicas. Por su rol en el grupo captó la atención de la revista Rolling Stone que la ubicó entre los 100 mejores guitarristas argentinos. Para entonces, Sol ya tenía una amplia formación musical. Había estudiado con Botafogo, Santiago “Rulo” García y Rafael Nasta, y estuvo como invitada de Cristina Dall, tras la separación de Las Blacanblus.

“Empecé a tocar la guitarra a los 14 años -relata- cuando vi a un compañero del colegio Horizontes, Federico, tocando en la plaza del barrio. Yo venía de una infancia con muchas motivaciones culturales. En mi casa la radio siempre estaba prendida, me gustaba grabar canciones en cassettes y veía muchas películas musicales. Mi mamá, fanática de los Beatles, guardaba todavía los discos de vinilo de su adolescencia, y Simón, mi hermano, escuchaba una y otra vez ‘Palabras más. palabras menos’, de Los Rodríguez. En el colegio cantábamos canciones de Charly García y entre mis compañeras estaba la hija de Litto Nebbia. Tengo recuerdos que en el Día de la Familia Litto iba y tocaba en el patio de la escuela para todos nosotros”.

“Un día con algo de plata que tenía ahorrada y otra parte que me regalaron para Navidad, fui con mi amiga Martina a la antigua Casa Núñez a comprarme mi primera guitarra, una criolla que me salió 250 pesos. Como era pleno verano llegamos en un horario que estaba cerrado y tuvimos que dar vueltas por el Centro para matar el tiempo. Me acuerdo como si fuera hoy, era como descubrir un nuevo mundo… más bien, como empezar a construirlo”, rememora. 

Tiempo después el blues captó su atención. La música surgida en el sur de los Estados Unidos, creada por los negros que padecían la segregación racial a comienzos del siglo XX, se coló en el cuarto de una adolescente del barrio de Coghlan. “Me cautivó la improvisación en la guitarra. Me gustó la simpleza de Albert King, que te mata con una nota, las estiradas (de cuerda) de B.B. King, que todavía me siguen emocionando”, cuenta.

Ese fue su verdadero despertar. Con la música de raíz en su núcleo, pero con un espíritu inquieto y mucha creatividad contenida, Sol Bassa comenzó a construirse a sí misma. Los popes del rock nacional aparecieron en su vida y luego vinieron infinidad de zapadas nocturnas en distintos bares porteños. Se nutrió de todo eso, sin ataduras estilísticas, buscando siempre su propia voz. Fue justamente Ciro Fogliatta quien le dio el consejo que esperaba. “Siento que confió en mí hasta para decirme que empezara a crear mis propias canciones. Creo que él percibió que yo podía llegar a cumplir el rol de intérprete”, dice.

En 2016 lanzó su primer disco, “Dedos negros”, un trabajo instrumental lleno de matices, diferentes texturas y una paleta multicolor de influencias que, sobre el lienzo de la partitura, pasa de la forma a lo abstracto y vuelve sobre sí mismo una y otra vez. Por ese trabajo recibió la primera nominación a los Premios Gardel en la categoría “Mejor Disco Nuevo Artista de Rock”. Dos años más tarde editó su segundo álbum, “Calles de tierra”, con algunas canciones que había escrito antes de “Dedos negros”, pero que preservó porque todavía no estaba lista para cantar. Cuando se sintió con confianza para hacerlo eligió ese camino para que su mensaje llegara con más fuerza. “El misterio de Negrita”, el segundo tema de ese disco es una composición muy original que tiene la fuerza conjunta de las guitarras de Pappo y Johnny Winter, con una letra intrigante: El misterio de Negrita quedó plasmado en el tejado, el vigilante de la esquina cometió un asesinato. Las vecinas alarmadas añorando a Negrita, el vigilante de la esquina no ha sido imputado. La memoria no se borra, la memoria no se agota, quedó viva en nuestras fotos, quedó viva en el barrio. “Para escribir la canción me inspiré en un libro de cuentos de Mariana Enriquez y en todo lo que sucedió alrededor del caso de Santiago Maldonado”, recuerda. 

En 2019 comenzó a trabajar en su tercer disco, “Errores coleccionables”, que lo pudo grabar gracias a un premio que ganó en el Fondo Nacional de las Artes, y cuando ya lo tenía listo la pandemia la obligó a repensar cómo difundirlo. Entonces surgió la idea de apostar con más fuerza a las redes sociales, especialmente en Instagram y YouTube, con el foco puesto en un trabajo colectivo.

 Al final, “Errores coleccionables” resultó mucho más que un disco de canciones.

Sí, quise construir un universo nuevo vinculando campos artísticos. Hicimos un fanzine que llamamos “El papel del error”, que es una recolección de todos los cifrados del disco, que enviamos por correo a cada uno de los que lo compraron; realizamos unos documentales independientes que subimos a mi canal de YouTube y también grabamos el video “Encuentro coleccionable” en los estudios Buya de Villa Crespo, un set a guitarra, voz y compañeros de ruta en una experiencia a 360°. Además, el año pasado, en medio del encierro, salió mucho contenido para ampliar mi proyecto y creo que por eso llegué a la nominación en los premios Gardel. Es un trabajo que vamos a seguir ampliando con el disco “La última luz de la ciudad”, con nuevas versiones de “Errores coleccionables”, que tengo pensado lanzar este año. 

El álbum, que competirá con “Guerras (Un viaje en el tiempo)” de Ciro y los Persas, y “La conquista del espacio” de Fito Páez, tiene cinco canciones y fusiona rock, blues, pop y folk donde, según sus propias palabras, “el eje principal es la improvisación con la guitarra y la poesía urbana en las letras”. A eso ella le suma la frescura en el sonido, naturalidad de su voz y una banda con músicos experimentados como Gonzalo Gamallo en guitarra, Nicolás Silva en bajo y Rodrigo Benbassat en batería e invitados de la talla de Ciro Fogliatta, Juan Ravioli y Santiago Moraes, entre otros, apenas las caras visibles de un proyecto colectivo que incluye a muchas más personas que se encargan del sonido, el vestuario, el diseño y la fotografía.

En el tema “Persianas bajas” canta: Yo quería abrazarte / Cuando encontraste lo robado / No te asustes es un instante / Hay que aprender a respirar / Vos querés dormir / Cuando el mundo se levanta / Eso a mí me encanta / Sin tiempo ni despertador

¿Qué te inspiró a componer las canciones de “Errores coleccionables”?

 La vida en general. Me inspiré mucho en las experiencias laborales de otros oficios, en mi recorrido como artista independiente, la poesía urbana, el rock fundacional, lo ancestral, la música de raíces, Bob Dylan. 

 ¿Cómo ves la situación de los músicos y al mundo de la cultura en medio de la pandemia?  

Para el sector de la cultura es un daño súper complejo. ¿Quién estaba preparado para atravesar esta situación? No solo el trabajo del músico se vio afectado, también todo su equipo, su grupo, los espacios de interacción. Reconstruir esta situación llevará años. Considero que es un buen momento para estudiar convocatorias, becas, concursos. Experimentar nuevos procesos creativos hasta lograr vincular otras áreas. La investigación y el estudio en estos tiempos me parece clave y hasta sanador. 

 

¿Extrañás tocar en vivo?  

 Sí, subir a un escenario y tocar con el grupo o acompañando a una artista. Aunque en este contexto me parece muy delicado, y desde mi lugar prefiero que la decisión que se tome sea colectiva. 

 

¿Cuál es tu visión, como mujer, de una escena musical en la que predominan los hombres? 

Mi postura como guitarrista, artista, creadora e intérprete siempre fue comprometerme en llegar a nuevos espacios que no solíamos ocupar y eso está pasando en diferentes oficios en el mundo. Celebro a la mujer obrera, a la mujer camionera, científica, productora. Celebro colgarme una guitarra, subir a un escenario y cantar lo que escribo. Me parece que es conquistar viejos espacios de los que estábamos al margen y creo que es gracias a muchas semillas de gente que estuvo antes de mí. Personas que lo han construido, a veces, hasta sin darse cuenta. Y también están las mujeres que vendrán y seguirán.

 

¿Padeciste el machismo en estos años de carrera?

Que yo lo haya vivido o no es irrelevante. Históricamente las mujeres no han sido aceptadas como sujetos de derechos en general, así que imaginar marginalidad es algo fácil. Por suerte el tiempo sigue su marcha y las cosas mejoran. 

En plena pandemia seguiste adelante sin bajar los brazos y ahora recibís la nominación como un premio a ese esfuerzo que podría ampliarse en el caso de que ganes. ¿Qué sentís al ver tu nombre en medio de esos dos monstruos del rock? 

Que es el resplandor de una nueva industria, de un nuevo aire y que otras, otros, otrxs colegas lo vienen también representando. La mayoría de las producciones en este país son independientes, y hoy en día inscribirte al premio lo puede hacer el mismo artista y los votos son de hasta de tus mismos colegas en la primera instancia. Cuando me enteré estaba en mi casa tocando la guitarra y me sorprendió que tan pocos músicos del interior estén nominados en las ternas. Ojalá que las futuras nominaciones tengan una visión federal. En lo personal fue simplemente un trabajo de hormiga estar al lado de referentes como Fito y Andrés Ciro Martínez. 

MS

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