Los crímenes de Israel en Gaza, en imágenes: desplazamiento, hambruna, asesinatos y destrucción

Han pasado casi 22 meses desde que Israel lanzó su brutal ofensiva contra la Franja de Gaza en respuesta a los ataques que el grupo palestino Hamas perpetró el 7 de octubre de 2023 –en los que murieron 1.200 personas–. Desde entonces, Israel mató a más de 60.000 gazatíes, de los cuales cerca del 50% eran menores de edad y mujeres, según el Ministerio de Sanidad palestino. Además, destruyó buena parte de los edificios del enclave y las posibilidades de vida de la población, ahora arrinconada en una pequeña porción de la Franja, donde malvive en campos de desplazados y se muere de hambre.
Las acciones de Israel en Gaza fueron denunciadas a nivel internacional y calificadas como crímenes de guerra por Naciones Unidas y otros organismos, como la Corte Penal Internacional de La Haya, que emitió una orden de arresto contra el primer ministro Benjamín Netanyahu por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Estas son algunas de las atrocidades que el Gobierno israelí ordenó o autorizado y que su Ejército planificó y ejecutó sin tener que rendir cuentas, de momento, a nivel nacional ni internacional.
Desplazamiento forzoso

Con todo a cuestas, obligados a trasladarse una y otra vez a una porción de territorio cada vez más pequeña. Desde el comienzo de su ofensiva, el Ejército israelí ha ordenado a los residentes de numerosas zonas de Gaza que se marchen por su “seguridad”, vaciando, destruyendo y ocupando localidades enteras, como la ciudad de Rafah, al sur, en la frontera con Egipto.
A día de hoy, casi el 90% del territorio de la Franja está vetado a los civiles porque Israel lo controla militarmente o lo considera zona de combate, por lo que sus más de dos millones de habitantes se encuentran hacinados en unos 45 kilómetros cuadrados, según datos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
La mayor parte de las familias de Gaza se han visto desplazadas en más de una ocasión desde octubre de 2023 debido a las órdenes de evacuación militares, los bombardeos y las operaciones terrestres israelíes. El norte de la Franja ha sido el más golpeado a lo largo de la ofensiva y su población ha sido expulsada casi por completo.
Bombardeos indiscriminados

Decenas de miles de muertos y heridos y una destrucción apocalíptica: es el resultado de los incesantes ataques israelíes por aire y por tierra contra las localidades palestinas. Según el Ministerio de Sanidad palestino, casi el 50% de los fallecidos en los pasados 22 meses son mujeres y menores de edad, lo cual indica que no eran combatientes, sino civiles. Entre los más de 18.000 menores asesinados, más de un tercio tenía entre seis y 12 años.
“Alrededor de un tercio de nuestros pacientes han sido niños y niñas, otro tercio mujeres y otro hombres, de todas las edades”, explica Graeme Groom, un cirujano británico que ha salido recientemente de Gaza, en una entrevista con elDiario.es. “Cuerpos mutilados, amputaciones. Nos despertábamos por la mañana, entre las cuatro y las seis, con el coro de bombas, misiles y drones y, a veces, armas de fuego automáticas”.
Los bombardeos contra zonas residenciales han dejado destruidas o inhabitables más de 350.000 viviendas y otras más de 200.000 han sufrido destrozos, según los datos del Gobierno de Gaza, controlado Hamas. En algunos de esos ataques, familias enteras han sido aniquiladas. Más de 7.000 familias han perdido al menos a uno de sus miembros.
También la infraestructura de la Franja está ampliamente dañada, desde las carreteras hasta las plantas desalinizadoras. Según una evaluación del Banco Mundial, la ONU y la Unión Europea de principios de 2025, los daños materiales causados por la guerra ascienden a casi 30.000 millones de dólares y serán necesarios más de 53.000 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza.
Bloqueo de la ayuda humanitaria

Tras el 7 de octubre, el Gobierno israelí prometió que no habría luz ni agua ni combustible en Gaza, y ha cumplido sus promesas.
Desde el comienzo de su ofensiva contra Gaza, ha cortado el suministro de agua y electricidad, y ha estado limitando la entrada de ayuda humanitaria y otros productos. El pasado marzo, impuso un bloqueo total hasta finales del mes de mayo, cuando empezó a permitir la distribución de comida por parte de la llamada Fundación Humanitaria de Gaza, una opaca entidad gestionada por una empresa estadounidense que se coordina sobre el terreno con las tropas israelíes.
De esta forma, Israel no solo está incumpliendo su deber como país ocupante del territorio palestino, sino que incumple las órdenes dictadas por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que, ya en enero de 2024, exigió a Tel Aviv “proveer urgentemente de servicios básicos y asistencia humanitaria” a los gazatíes. En mayo de ese año, el máximo tribunal de la ONU instó a Israel a “mantener abiertos los pasos fronterizos terrestres” de la Franja, que a día de hoy permanecen en su mayoría cerrados y los suministros básicos entran con cuentagotas.
Desde el pasado domingo, ante una creciente indignación mundial por las imágenes de las consecuencias de este bloqueo, Israel ha autorizado la entrada a Gaza de algunos camiones de ayuda humanitaria y el lanzamiento de paquetes desde aviones sobre el enclave, pero la ONU ha considerado que la cantidad que llega a la Franja es “una gota en el océano” de las ingentes necesidades.
Hambre como arma de guerra

Niños emaciados, padres y madres demasiado hambrientos para cuidar de sus hijos, médicos que sufren desmayos y están demasiado débiles para tratar a los pacientes. El principal sistema internacional que supervisa las crisis alimentarias ha confirmado esta semana que “el peor escenario posible de hambruna se está produciendo actualmente” en Gaza, donde los indicadores de consumo de alimentos y nutrición han alcanzado sus peores niveles desde el comienzo de la ofensiva israelí y el endurecimiento del bloqueo sobre la Franja. Dos de los tres umbrales de la hambruna que vigila el sistema ya se cumplen en algunas partes del territorio.
En los pasados meses, el hambre ha aumentado considerablemente y más de 500.000 personas (casi una cuarta parte de la población gazatí) padecen condiciones similares a la hambruna. Además, más de 20.000 niños han sido ingresados para recibir tratamiento por desnutrición aguda entre abril y mediados de julio. El Ministerio de Sanidad palestino cifra en 154 los muertos por desnutrición, de los cuales 89 eran niños.
Uno de los crímenes que la Corte Penal Internacional imputó a Netanyahu fue precisamente “el crimen de guerra de inanición como método de guerra”. Numerosas voces han alertado de que Israel está usando el hambre de los civiles como arma contra los palestinos e imponiendo deliberadamente condiciones de vida calculadas.
Disparos contra los que buscan comida

Francotiradores, caos, desesperación, masacres. Aparte de restringir la entrada de ayuda humanitaria, Israel está disparando a las personas que tratan de conseguir la escasa asistencia que es distribuida en la Franja, principalmente por la Fundación Humanitaria de Gaza desde finales de mayo. El reparto de paquetes de comida en los centros militarizados de esta entidad (dentro de los que hay contratistas armados de Estados Unidos) ha sido muy criticado y se ha convertido en “una trampa mortal”, según la ONU y organizaciones humanitarias independientes.
Las tropas israelíes están desplegadas en los alrededores de los puntos de distribución y son las encargadas de gestionar a los miles de palestinos que acuden a recoger la ayuda. Medios de comunicación y testigos de Gaza han denunciado que los soldados disparan contra la muchedumbre, incluido con los tanques, y han causado cientos de víctimas en incidentes muy similares. Las autoridades sanitarias gazatíes cifran en 1.330 los fallecidos y en casi 9.000 los heridos.
Human Rights Watch ha afirmado que la actuación de las fuerzas israelíes, que “han abierto fuego de forma rutinaria contra los civiles palestinos hambrientos”, constituye una grave violación de la ley internacional y crímenes de guerra.
Silenciar a la prensa

Los periodistas palestinos han sido los ojos del mundo en los pasados casi dos años, pero han pagado un precio muy elevado por su labor indispensable. Israel no ha permitido la entrada de la prensa internacional a la Franja de Gaza desde el comienzo de su ofensiva y ha impuesto restricciones sobre la información que se publica de sus operaciones militares y sus devastadoras consecuencias –recientemente, ha prohibido a los periodistas tomar imágenes desde los aviones que lanzan ayuda humanitaria sobre el enclave palestino–. Además, en lo que se considera de manera generalizada como un intento de evitar que se conozca lo que sucede en el enclave palestino, ha tenido como objetivo a los periodistas locales.
Según el Gobierno gazatí, más de 230 profesionales de la información han sido asesinados. La ONG Reporteros Sin Fronteras considera que al menos 46 de los periodistas muertos fueron blanco de ataques por su actividad informativa. Algunos han sido víctimas de ataques selectivos israelíes contra sus vehículos o sus viviendas y han muerto junto a sus parientes u otros colegas. También se les ha criminalizado, acusándolos de ser “terroristas”. Recientemente, los medios AFP, Associated Press, BBC y Reuters dieron la voz de alarma por la situación de sus colaboradores en la Franja ante la falta de alimento.
Reporteros Sin Fronteras ha denunciado ante la Corte Penal Internacional los crímenes de guerra perpetrados por el Ejército israelí contra los periodistas palestinos.
Ataques contra escuelas y refugios

Las clases en Gaza se interrumpieron bruscamente el 7 de octubre de 2023 y no han vuelto a empezar para cientos de miles de niños y jóvenes. El sistema educativo ha sido destruido por la guerra, que ha dejado sin educación y sin perspectivas de futuro a las nuevas generaciones. Según un informe de Education Cluster (una iniciativa de UNICEF y Save the Children), más del 95% de las escuelas han sido dañadas en mayor o menor medida, con 406 edificios golpeados directamente (un 72% de todas las escuelas de Gaza).
La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) gestionaba una amplia red de casi 300 centros –en los que recibían educación más de 600.000 estudiantes de primaria– que desde los primeros meses del conflicto empezaron a acoger a familias desplazadas. Las escuelas de la UNRWA han sido las más afectadas por los ataques israelíes, lo cual no solo ha privado a niños y niñas de la educación, sino a los desplazados de un lugar seguro.
Israel ha acusado reiteradamente a los milicianos de Hamas de esconderse y operar en centros de la UNRWA, y ha atacado las escuelas y otros lugares reconvertidos en refugios. Con la misma justificación ha atacado otras infraestructuras civiles, como hospitales y templos religiosos.
La Comisión Internacional e Independiente de Investigación para Palestina, que acusa al Gobierno de Netanyahu del crimen de exterminio, entre otros, ha constatado que en muchas acciones militares de Israel no se han identificado objetivos militares que sirvieran de argumento para el lanzamiento de un ataque.
Destrucción del sistema sanitario

Hospitales asediados, bombardeados y destruidos: ni siquiera estos edificios protegidos por la ley internacional se han librado de la barbarie. El sistema sanitario ha colapsado debido a los ataques contra las instalaciones y el personal médicos, y la falta de suministros, por un lado, y la gran cantidad de heridos de guerra y enfermos que saturan los servicios, por otra. De los 150 hospitales y centros sanitarios de Gaza, 31 están destruidos y 83 no están operativos después de los casi 22 meses de ofensiva, según el Ministerio de Sanidad local. Más de 1.500 trabajadores del sector han sido asesinados.
El bloqueo israelí ha afectado muchísimo a este sistema vital, ya que los hospitales y otros centros dependen de generadores eléctricos para los que es necesario combustible, que entra con cuentagotas en Gaza. Asimismo, los medicamentos y otros suministros fundamentales escasean; eso ha causado la muerte de muchos heridos que podrían haber sobrevivido si hubieran recibido un tratamiento adecuado o no habrían tenido que sufrir una amputación.
La Organización Mundial de la Salud calcula que más de 14.000 personas necesitan salir de la Franja para recibir tratamiento médico urgente, pero las evacuaciones son extremadamente complicadas debido a que Israel mantiene los pasos fronterizos cerrados y no autoriza la salida de los palestinos.
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