Madres de Gaza desnutridas e incapaces de alimentar a sus hijos: “Mi único deseo es que mi hija vuelva a ser como antes”

En la cama del hospital, Randa sostiene a su hija más pequeña, Baraa, la cual rompe el silencio de la sala con un llanto débil. Tiene apenas tres meses, pero su cuerpecito pesa lo mismo que el de muchos recién nacidos: tres kilos y medio. Randa la acuna con ternura, sabiendo que su cuerpo ya no produce suficiente leche debido a que la falta de alimentos ha secado su propio sustento. “Sufro mucho por ella en este momento… no se está amamantando bien”, dice con la voz quebrada. “Me aterra la idea de perderla”, dice, mientras observa cómo la fuerza de su hija se desvanece día tras día.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha entrevistado a madres cuyos niños están hospitalizados en Gaza debido a la desnutrición extrema causada por la hambruna provocada por el bloqueo israelí. Estas madres, como Randa, también se encuentran gravemente desnutridas y, al no tener suficientes nutrientes para producir la leche, no pueden amamantar a sus niños.
Además, según denuncian la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, Israel lleva bloqueando desde hace semanas la entrada de la asistencia necesaria para alimentar a los recién nacidos, sobre todo del sustituto principal de la leche materna: la leche de fórmula.
Por si fuera poco, el precio de la escasa fórmula que se encuentra en Gaza es desorbitado, al igual que el de la harina (35 euros el kilo) y la leche normal (40 euros por lata). Esto hace que la leche de fórmula se haya convertido en un lujo inalcanzable para la familia de Randa.
Sus otros tres hijos, de ocho, siete y cuatro años, la rodean cada mañana, pidiéndole pan, suplicándole comida. Antes, en tiempos menos crueles, podían hacer tres comidas al día. Ahora la hambruna las ha reducido a una sola. “Queremos comer”, “Hornea pan para nosotros”, “Tenemos hambre”, dice la madre repitiendo las consignas de sus hijos.
Incluso lo más básico se ha vuelto inasequible. Los pañales, cuando aparecen en el mercado, cuestan cincuenta euros el paquete, así que tiene que improvisar con tiras de tela.
La agencia de la ONU señala que la diversidad dietética entre los bebés y niños pequeños ha disminuido significativamente debido a la escasez generalizada de alimentos. Las evaluaciones de la circunferencia del brazo (MUAC) realizadas entre mayo y mediados de junio de 2025 muestran un marcado aumento en la desnutrición aguda entre los menores de cinco años, con tasas que se duplican o cuadruplican en ese periodo, particularmente en las localidades de Deir al Balah (centro) y Jan Yunis (sur). Además, un aumento en la diarrea acuosa aguda y otras enfermedades está contribuyendo a la desnutrición secundaria.

Uno de cada cinco bebés en la Franja de Gaza nace prematuro o con bajo peso. Casi 11.000 mujeres embarazadas se enfrentan al hambre y otras 17,000 necesitan tratamiento urgente por desnutrición aguda. Suzan Mohammad Ma’rouf, especialista en nutrición clínica, explica en un vídeo difundido por UNICEF que entre 250 y 300 infantes visitan la unidad de desnutrición terapéutica de la Asociación de Amigos de los Pacientes de Gaza en la que ella trabaja y dónde se encuentran estos niños debilitados por la hambruna. Hasta el 25% de los infantes sufre desnutrición entre leve y moderada, mientras que hasta el 13% sufre desnutrición severa.
Dina, con apenas 21 años, cuida de su hijo Waseem, de seis meses. “Vine aquí al hospital y su peso era de solo 4,6 kilos”, cuenta. La falta de leche lo ha llevado a una desnutrición grave. En su voz no hay reproche, solo agotamiento. El cuerpo pequeño de Waseem le pide algo que ella no puede darle.
En otra habitación, Yasmin vigila a su hijo Mohammad, de tres meses. Desde que nació, la lucha por alimentarlo ha sido constante. “Di a luz en casa. No puedo amamantarlo… no hay comida en estas condiciones”, explica.
Ella misma apenas come, ¿cómo podría producir leche? “Si tuviera suficiente para mí, mi bebé estaría en buen estado de salud en lugar de estar en el hospital ahora mismo”.
Estos testimonios destacan la importancia del acceso de ayuda humanitaria, en específico alimentos, a la Franja de Gaza dónde, según el Gobierno gazatí en un comunicado difundido por su oficina de medios, más de 100.000 niños de dos años, incluidos 40.000 bebés menores de un año, se enfrentan “a la amenaza de una muerte masiva en cuestión de días”, ante la escasez de leche de fórmula y suplementos nutricionales.
A pesar de lo grave que es la situación con los recién nacidos, la falta de alimentos también deja graves secuelas en niños más mayores. Para Madlala, la guerra no solo le arrebató la tranquilidad, sino que también le robó la salud de su única hija. Maryam tiene ocho años y hace un año y medio que también sufre desnutrición.
“Maryam ha estado sufriendo de desnutrición durante un año y medio y yo he estado sufriendo junto con ella. No ha habido ninguna mejoría en absoluto”, dice. Cuando Maryam logra ganar algo de peso y recibe el alta, la recaída siempre llega. “No hay comida para que coma, ni siquiera huevos. Lucho con ella porque no come nada.”
Su cabello se cae, su cuerpo carece de calcio y la fuerza para ir al baño sola ya no existe. Madlala la tiene que cargar en brazos, igual que cuando era pequeña. A veces, Maryam llora y pregunta: “¿Qué me pasa?”. No hay una respuesta que pueda aliviarla.
“Espero que mi hija vuelva a ser como antes. Ese es mi único deseo… mi único deseo en la vida. No tengo otras hijas aparte de ella”, dice Madlala mientras mira a su pequeña.
Desde el comienzo del genocidio, 96 niños y niñas han muerto por la desnutrición, según las autoridades sanitarias de Gaza. A menos que se puedan ingresar suministros médicos y de nutrición especializados, alimentos, combustible y otra ayuda humanitaria a Gaza a gran escala, las vidas de niños como Baraa, Mohammad, Waseem y Maryam corren un riesgo directo. Un alto el fuego definitivo es vital para salvar sus vidas.
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