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Cuba: el Partido Comunista despliega un plan de batalla en defensa de la Revolución

Fidel Castro ha muerto, y Raúl Castro se ha retirado. El Partido Comunista debe enfrentar grandes dificultades sin sus padres fundadores y sin las figuras heroicas que libraron y ganaron la Revolución Cubana.

Tom Phillips y Ed Augustin

La Habana, Cuba —

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Las palabras del presidente cubano Miguel Díaz-Canel después de las manifestaciones del domingo están en la memoria de todos. En un discurso transmitido el lunes por televisión, ha atacado a los cientos de manifestantes calificándolos como “delincuentes vergonzosos”. Según la interpretación del Ejecutivo de Cuba, esas multitudes, que respondían a consignas lanzadas desde EEUU en su opinión, solo tienen un objetivo: “fracturar” a la Revolución socialista y dañar al Partido Comunista que la llevó a la victoria y al gobierno. Pero también sigue presente en todas las memorias el hecho de que las movilizaciones del domingo fueron las mayores protestas antigubernamentales ocurridas a lo largo de casi tres décadas.

En un juego cruzado, mientras desde La Habana administración y funcionarios cubanos culpaban a EEUU por las manifestaciones del domingo, desde Washington el presidente Joe Biden pidió a los líderes de la isla que escuchen el “clamor por la libertad” de sus ciudadanos. “El pueblo cubano está afirmando valientemente los derechos fundamentales y universales”, afirmó Biden en un comunicado.

En su discurso televisado del lunes, Díaz-Canel, quien recientemente sucedió a Raúl Castro como mayor figura y superior autoridad del Partido Comunista de Cuba (PCC), describió las protestas como parte de un complot impulsado por las redes sociales y respaldado por EEUU para provocar el descontento público y derrocar al gobierno cubano.

“La estrategia de la protesta no fue pacífica ayer”, afirma el político de 61 años. En sus críticas, apunta contra el comportamiento “completamente vulgar” de algunos manifestantes. Les reprocha que tiraran piedras a los agentes de policía y que destrozaran autos. Las inquietudes y preocupaciones de muchos manifestantes, señala Díaz-Canel, son legítimas. Sus padecimientos, como la escasez de alimentos y los apagones, son genuinos. Estos problemas el Partido Comunista Cubano los atribuye y explica por una causa determinante: las sanciones de EEUU. “Es legítimo sentirse insatisfecho”: así lo había admitido el poderoso Primer Secretario del Partido, durante la transmisión del lunes.

Rogelio Polanco Fuentes, un alto funcionario del Partido que dirige el Departamento Ideológico, denuncia las protestas como parte de un esfuerzo bien financiado y patrocinado por EEUU para crear “inestabilidad y caos” en Cuba. El país actualmente está atravesando la peor recesión económica, agravada por la crisis del Covid -que hiere al turismo- que se haya registrado en décadas

Polanco Fuentes compara las protestas del domingo con el fallido levantamiento, intentona golpista u “Operación Libertad”, respaldado por EEUU con la intención de derrocar al gobierno autoritario de Nicolás Maduro en Venezuela, el 30 de abril de 2019. “Estamos viviendo nuevos capítulos de la guerra no convencional... que otros han llamado golpes de Estado soft”, expresa Polanco.

Los disidentes cubanos rechazan esas calificaciones para las protestas que se extendieron el domingo en Cuba, con miles de personas saliendo a las calles para quejarse por la falta de medicinas y alimentos, y también de libertades políticas.

El domingo por la tarde, las movilizaciones habían llegado a uno de los lugares más emblemáticos de Cuba. El Malecón es la amplia avenida de seis carriles, con un larguísimo muro que se extiende frente al mar, a lo largo de la costa en la capital cubana, La Habana. Miles de personas corearon “Patria y vida” y gritaron “Libertad”. Este Malecón Habanero ha sido el escenario de las últimas manifestaciones callejeras importantes de Cuba de los últimos tiempos. Esto ocurrió, por primera vez desde la Revolución de 1959, cuando el estallido repentino y efímero de disidencia popular de 1994, en medio del eufemístico “Período Especial”, el de los años de la crisis económica que siguió a la disolución de la Unión Soviética en 1991, y con ella la pérdida de los recursos que la Moscú comunista aportaba al partido hermano de La Habana. Fue conocida como el “Levantamiento del Maleconazo”.

“Lo que está sucediendo es absolutamente histórico para nosotros... Creo que este es un punto sin retorno. Las cosas nunca volverán a ser iguales después de esto”, nos dice Carolina Barrero, una activista de 34 años radicada en La Habana. “Estamos hablando de miles y miles y miles de personas, en toda la isla. En cada pequeño pueblo hubo protesta”. “Y fue completamente espontánea”, agrega.

“Gritaban: ‘¡Ya no tenemos miedo!’ '¡Queremos libertad!' y ‘¡Abajo la dictadura!’”, sostiene Barrero. Esta activista e historiadora del arte recientemente había sido puesta bajo arresto domiciliario después de ser detenida por su desafío de leer en voz alta un poema ante el Ministerio de Cultura de Cuba.

Ex embajador británico en La Habana, Paul Hare conjetura que los líderes de Cuba seguramente están inquietos por esta inusual eclosión de disenso. Muy en particular, deben sentirse preocupados por la eficaz manera de convocatoria y organización que hace posible el auxilio de las redes sociales. La noticia de las protestas se difundió rápidamente el domingo, cuando celebridades e influencers compartieron noticias de las marchas usando el hashtag #SOSCuba.

“Lo que el gobierno de Cuba siempre ha temido es un movimiento coordinado, en contraposición a protestas esporádicas... Lo ven como la posible génesis de un movimiento político rival organizado”, dice Hare. “Los intransigentes dentro del Gobierno van a decir, cuidado, esto se nos puede escapar de las manos, se puede salir de control. Sí que están preocupados por las protestas. Son una señal de que el Partido Comunista ya no puede dictar verticalmente una línea que la población siga sin más”, nos dice Hare.

Los activistas cubanos declaran que no les dio una buena impresión la respuesta inicial del presidente Díaz-Canel a sus demandas. Peor impresión les causa la invitación presidencial a los “revolucionarios” para que salgan a las calles de las ciudades y enfrenten “con firmeza y valentía” las provocaciones de los manifestantes.

“Lo que más me preocupa es cómo están tratando de sentar las bases para una ola de represión”, anticipa Claudia Genlui Hidalgo, activista, curadora y crítica de arte de 30 años. Varios de sus amigos fueron arrestados el domingo. “Cuando el Presidente dice '¡Revolucionarios, a la calle!', está incitando a la violencia”, dice.

Barrero dice que espera que las protestas conduzcan a una transición pacífica lejos del régimen de gobierno de partido único. Pero también dice que está preocupada por la posibilidad de conflicto y por la descripción de Díaz-Canel de los manifestantes como “mercenarios contrarrevolucionarios”.

Hare predice que ahora se verá en la isla cómo el Gobierno da una vuelta de tuerca y reajusta la represión política. Buscará a quienes identifique como cabecillas de la protesta. Entre tanto, los responsables de seguridad en el Partido Comunista Cubano van a luchar su propia batalla para evitar que las manifestaciones se repitan. 

Ante lo inesperado de la situación, muchos líderes mundiales acompañaron después la declaración que hizo el lunes el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. En su texto, hacía saber que que esperaba que se pudiera llegar a una resolución pacífica “sin el uso de la fuerza, sin confrontación y sin violencia”. “Los cubanos deben decidir [la solución] porque Cuba es una nación libre, independiente y soberana: no debe haber intervencionismo”. Tal la conclusión de AMLO, y tal la esperanza de quienes lo acompañaron en su declaración.

Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia también advirtió contra toda “interferencia externa” que buscara “alentar la desestabilización” de la isla dirigida por el gobierno de Partido Comunista. Un país por cuya seguridad veló durante décadas Moscú, aunque no siempre se desvelara por su bienestar.

Traducción del inglés de Alfredo Grieco y Bavio

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