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OPINION

Disfruté Envidiosa: ¿soy mala feminista?

Griselda Siciliani como Vicky, en la serie de Netflix Envidiosa.

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Separarse a los casi 40 después de un noviazgo monógamo de una década es una experiencia de la que es imposible salir ilesa si sos humana. Además del duelo por la pareja que se termina y la vida que se desarma con esa ruptura, diez años fuera del mercado de citas, del sexo y del amor implican un curso acelerado para entender un mundo que seguramente se sienta totalmente ajeno. En una década cambian las tecnologías, las formas y rutas para conocer personas y hasta de interactuar con ellas. No entender las reglas y los rituales de la época, quedarse afuera de la grupalidad que te daba existencia entre amigos y amigas puede volver desquiciada a cualquiera. Sin mencionar el tic tac del reloj biológico reproductivo que, aunque hayas decidido no procrear siempre está de fondo como banda sonora en la vida de una mujer. 

Vicky, la protagonista de “Envidiosa”, la ficción argentina que acaba de estrenar Netflix, es una mujer que se desmorona cuando llega a los 40 años recién separada con un grupo de amigas que la rodea con el combo familiar de marido e hijos que ella siempre soñó. Con producción de Adrián Suar, guion de Carolina Aguirre, protagonizada por Griselda Siciliani, Esteban Lamothe, Martín Garabal y Benjamín Vicuña, la serie de 12 capítulos cortos está en boca de todos y todas. Están quienes rieron, quienes lloraron, quienes la criticaron por distintos motivos y quienes la disfrutaron. 

En mi caso, la disfruté y mucho porque compré cien por ciento el contrato de comedia romántica y personajes estereotipados que me proponía. Y porque, como todas, en algún momento de mi vida pasé por esa zona de desquicio en la que te coloca la tensión entre el amor, querer que te quieran y los mandatos con los que me crié. ¿Soy mala feminista porque me conmovió hasta las lágrimas una serie que protagoniza una mujer cuyo único objetivo en la vida es casarse? 

La serie es precisamente una crítica simple y honesta al mandato del amor romántico. Ninguna persona puede creer que Vicky es un modelo a seguir. Se humilla, tiene ataques de pánico en los que le falta el aire, termina en una comisaría, sufre, toma pésimas decisiones, hasta se lastima por su obsesión por encontrar una pareja ideal. ¿Quién puede querer reflejarse en ese espejo? Y a la vez ¿quién no estuvo ahí en algún momento? 

Vicky sabe que no está bien, que necesita ayuda y hasta empieza terapia en busca de una transformación. Las sesiones con su psicóloga, una brillante Lorena Vega, son las escenas donde entra en tensión la Vicky que es, con la que espera ser, con la que puede ser y está aprendiendo. Como en todo relato es un personaje con un arco narrativo que no es estático. 

En el camino su propia vida y la de sus amigas, entre ellas su hermana, le va demostrando que la búsqueda del amor y la felicidad con otros y otras no es un sendero lineal ni sencillo para nadie. Ni ella es una desdichada ni sus amigas se sacaron todos los números de la lotería del amor.

Vicky no entiende al feminismo y lo dice. Tiene una conversación con su hermana, interpretada por Pilar Gamboa, que es simple pero que muestra también parte del malentendido de la época de los mensajes e instrucciones contradictorios en la que vivimos. En la conversación digital las mismas personas que celebraron la canción Flowers de Miley Cyrus y su discurso autónomo, poderoso, en el que se puede comprar flores por su cuenta; al poco tiempo pueden estar pidiendo un príncipe que les traiga las flores amarillas de Floricienta para el día de la Primavera. 

En síntesis, ¿de qué trata Envidiosa? No solo de la crisis femenina por los mandatos y estereotipos de género que nos empujan a ser la esposa y madre de, también de una crisis generacional de mediana edad de la que se habla muy poco. Pero, desde mi punto de vista, pone un tema de conversación todavía más profundo que debería ser tomado más en serio: la soledad. 

Vicky tiene su propio departamento en un edificio señorial, maneja un auto hermoso y un trabajo que le permite comprar buena ropa. Tiene amigas, madre, hermana, compañeras de trabajo, pero en sus momentos de intimidad se siente sola. No quiere estar sola. 

La soledad y la falta de conexión social son un problema de salud pública global. La problemática es tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció en noviembre del año pasado la creación de la Comisión sobre Conexión Social en la que trabajan especialistas, funcionarios y funcionarias para aterrizar un informe que se publicará en 2026. ¿Cómo no empatizar con ese sentimiento? 

Propongo un feminismo honesto. Nosotras que leímos, estudiamos, debatimos y reconocemos que el concepto del amor romántico es una construcción que plantea un ideal inalcanzable y que la pareja perfecta de las películas puede existir apenas por un rato, también podemos volvernos desquiciadas por amor. La que haya nacido feminista sin dilemas ni debates que arroje la primera piedra. 

MFA/DTC

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