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PURA ESPUMA

Las lecturas del Presidente

Javier Milei suele desplazarse con libros bajo el brazo. Imagen de archivo.

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El Presidente Milei viajó a Davos con un ejemplar de El manifiesto austrolibertario (2019, Laissez faire!), de Pol Victoria, allí le reveló al mundo que “no hay diferencias importantes” entre nazis, fascistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, keynesianos y globalistas, y regresó con Individualismo y orden económico, un rejunte de ensayos escritos por Friedrich A. Hayek entre 1930 y 1940. 

Nachi (en Twitter @hookdump) capturó la portada del libro de Pol Victoria en manos del Presidente Milei y citó dos párrafos: “Desde que me volví libertario ahora defiendo la completa libertad de las personas y las familias frente a la coacción violenta del Estado”. “Promuevo la progresiva desmantelación del Estado moderno, la total libertad política y económica, la desaparición de las legislaciones, controles y regulaciones autoritarias que minen dicha libertad, la reducción a desaparición de los impuestos estatales y el libre flujo mundial de personas, bienes, servicios y capitales”. 

Busqué “Pol Victoria”, y cuando entré a algunas de sus bellas piezas de YouTube en las que se destaca como public speaker, me entraron cinco virus como puñaladas de loco y un cartel: “Usted ha sido hackeado”, acompañado de una invitación de Mc Afee al salvataje de mi notebook por $3900, que pagué con desesperación. 

Era la primera vez que las alarmas de este aparato se encendían con tanta insistencia, y no era para menos. El libro de Pol Victoria (mitad colombiano, mitad español; nacido en 1982) puede leerse gratis en PDF, pero el concepto “gratis” sólo puede referir a que no se exigen gastos materiales a cambio de esa lectura. En cuanto a los gastos mentales, son agotadores. Ya en las primeras líneas se revela que el lector se va a relacionar con una prestación de baja calidad. La prosa es la reconstrucción a manotazos de algunas perdigonadas orales sin sustancia, llamativamente desinformadas y sin talento para la especulación, que es el género al que pertenece el bodrio. 

Pero Pol Victoria sabe moverse a la defensiva, por lo que no solo rodea de guarda raíles a su opus con un prólogo de alguien que antes de sentarse a escribir ya cita a Orwell, más un epílogo de otro alguien. También abre los airbargs juzgándola por lo que no es (“no es un gran tratado de filosofía, ni una magnífica obra académica ni una tesis doctoral”) y por las razones que el juicio de los otros habría de condenar al libro una vez leído: por “liviano”, “falto de rigor” y “carente de demostraciones científicas”. 

Pero luego de inhalar humildad exhala el gas de la petulancia. Porque su libro, aun apaleado por su propio dueño, se asemejaría a lo que “quizás” sea su pieza opuesta: El manifiesto comunista de Marx y Engels, publicado hace 170 años y semilla de “la lacra del comunismo que destrozó la civilización”. Bueh.

La página de autobombo de Pol Victoria, polvictoria.com, da para darse una vuelta, incluso hasta daría para quedarse a acampar una temporada en sus bosques de méritos personales, consejos y huracanes de superioridad. No quisiera dejar pasar este párrafo sin citar un aforismo que podría enterrar viva la memoria de Lichtenberg: “Sólo existen dos tipos de personas en el universo: los que piensan y actúan en clave largo plazo, y los que piensan y actúan en clave corto plazo. Los segundos siempre serán los fracasados, y los primeros son los campeones que triunfan”. 

Es buena la alusión al universo porque incluye criaturas cabezonas y exoftálmicas de otros mundos y extiende la exploración de las naves austro libertarias hacia las costas de la materia oscura. Eso se banca porque la conquista del espacio exterior no es para cualquiera. Pero lo del corto y largo plazo se presta a una amable discusión. Por ejemplo, si estoy pensando en comerme un melón, ¿soy un fracasado si lo compro hoy y un campeón mundial si lo compro dentro de treinta años cuando ya ni sepa cómo me llamo? ¿Todos los actos de la vida tienen que ser estratégicos, Pol? ¿El corto plazo de los fracasados podría ser útil para vivir algún tipo de presente?  

Pol Victoria se define “espiritualmente cristiano, filosóficamente grecoromanomedieval, intelectualmente reaccionario, emocionalmente romántico, culturalmente hispánico, políticamente libertario, económicamente austríaco, socialmente polimicromonárquico, históricamente revisionista, familiarmente, tradicional”. Y yo, después de esta plaga de adverbios, me siento gramaticalmente confundido, mentalmente resbaloso y humanamente destrozado.

Hay una tendencia de Pol Victoria a la confección de listas. De un lado, únicamente él y su ideario de fantasías austrolibertarias; del otro, todo lo demás. La división de los territorios de exclusión devela de una manera involuntaria un index de censuras. Su conferencia en el Instituto Juan de Mariana de Madrid, llamada “Ideología de género, el peligro totalitario en el siglo XXI”, lleva la lista a niveles extáticos. Lo hace nombrando con ironía idiota casi sesenta minorías sexuales a modo de un saludo introductorio que tiene mucho de redada homofóbica y una idea retaguardista acerca de que los individuos deben ser una sola cosa, y clara. 

Que el propio expositor no comprenda que casi sesenta fragmentos específicos no podrían componer una totalidad uniforme, suena a que el maestro no entiende lo que él mismo desea hacer entender a sus alumnos. Y en esa carrera, llena de pozos lógicos e históricos y una fiebre incontrolable por que las cosas sean como él quisiera, se hundirá cuando su “argumento” contra la discriminación de las mujeres se sostenga en que algunas han sido reinas. 

Pero vayamos al bife. En uno de los párrafos del manifiesto de Pol Victoria que el Presidente Milei llevó a Davos, aparece esta otra lista, confeccionada para entrar al debate contra ¿quiénes? Contra “comunistas, socialistas, anarcocolectivistas, socialdemócratas, democristianos, demócratas, fascistas, liberales, keynesianos, conservadores, neoliberales, neokeynesianos, neoconservadores, cronycapitalistas, progresistas, posmodernos, derechistas, izquierdistas, identitarios, globalistas, liberales clásicos y anarquistas”. Es la long list de la que el Presidente Milei extraerá en Davos su versión “curada” de enemigos: “comunistas, fascistas, nazis, nacionalsocialistas, demócratas cristianos, keynesianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas y globalistas”.

Si el Presidente Milei no hubiera subido al avión que lo llevó a Davos con un ejemplar del libro de Pol Victoria, esta asociación habría sido capciosa. Pero viajó con ese libro, y lo mostró, y extrajo de él algo más que un aire de lectura. El fenómeno, que no parece haber ocurrido por primera vez dado que como lector tiene algo de la pasión plagiaria de Pierre Menard, aleja al Presidente Milei de las identidades que se le adjudican: epígono de Menem, émulo de Trump, muñeco de cera de Bolsonaro. Un lector apasionado como él no puede inspirarse en estos tres pedazos de iletrados, que ven un libro y salen corriendo. El Presidente Milei no es menemista, ni bolsonarista ni trumpetero: es bovarista.

Basta ver cómo le pegan los libros, sea esta bazofia de Pol Victoria como los de Hayek y toda esa zaga de austrolibertarismo de oscuridad templaria, para advertir que las ilusiones escritas le despiertan deseos embriagadores y lo empujan al choque de trenes entre sus ideales románticos y las rebeliones de la realidad. Que lo que pase en los libros pase en la vida. Ese criterio de realidad basado en la idea amada depende del poder que se le de a la “literatura”, en este caso a unos mamotretos de política fantástica que sólo podrían ser útiles para gobernar un desierto.

Es un tipo de afección que padecieron los lectores de Madame Bovary, Ana Karenina y Las penas del joven Werther, todos libros de cepa romántica y finales desgraciados, y todas obras descendientes del espíritu de Alonso Quijano, alias Don Quijote, enloquecido por la lectura hace ya más de cuatrocientos años. Es el costo del devenir vital de la literatura (el devenir literario de la vida también es caro, pero se puede pagar). 

Para seguirle la corriente a Pol Victoria en lo que le toca de inspiración bibliográfica del Presidente Milei, hay que decir que la sabiduría de Victoria no solo discute mano a mano con los fantasmas de 170 años de Marx y Engels, sino que hace posible que el Presidente Milei, recordando su inspiración en El manifiesto austrolibertario, pueda decir algún día que su Revolución Argentina tuvo en común con su bestia negra, la Revolución Rusa, haber salido de un libro.    

JJB/DTC

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