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Diario de Moscú Segunda entrega

Rusia y Milei: Prudencia con el “excéntrico”, el alineamiento con Washington y una referencia a los 90 de la URSS

Javier Milei y Vladimir Putin

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La rueda anual de prensa de Vladimir Putin es el evento mediático más importante de la Federación Rusa. En otros tiempos, el presidente ruso utilizó ese marco para realizar anuncios estridentes, como el indulto al oligarca y opositor, Mijaíl Jodorkovski, que amén de sus borrosos negocios, desafió las directrices del Kremlin en los tempranos años 2000.

Ahora, el líder ruso tiene otras preocupaciones más urgentes, y las preguntas se dirigen sobre todo a temas domésticos relacionados con el conflicto militar en Ucrania, o la inflación, que tuvo un repunte las últimas semanas, y que el Banco Central decidió atajar con un alza en la tasa de interés.

En ese contexto, tomó cierta relevancia que una de las preguntas realizadas en la maratónica rueda de prensa (que se extendió por más de 3 horas) se refiriera a Argentina, y al flamante presidente libertario, Javier Milei“¿Cómo evalúa el posible proceso de dolarización de la economía argentina?”, preguntó el periodista de la cadena RBK, especializada en temas económicos.

El presidente Putin afirmó que contar con una moneda nacional le otorga al gobierno la posibilidad de emitir, y aunque eso puede ser contraproducente porque genera inflación, es una herramienta para encontrar cierto equilibro económico. Sin siquiera considerar la posibilidad de usar al FMI de prestamista, y mucho menos al Tesoro de los Estados Unidos, el líder del Kremlin apuntó: “Si no hay moneda nacional, hay una sola manera de equilibrar las cuentas: recortar el gasto público, bajar drásticamente los salarios, las jubilaciones, el gasto en salud, la obra pública, etc. En ese caso, el gobierno se coloca en una situación complicada en términos de estabilidad política interna”, remató, en un análisis que, por cierto, no se aleja mucho del panorama que se vislumbra estos días en Argentina.

La respuesta del mandatario ruso fue la primera manifestación importante del gobierno respecto al presidente argentino, y se hizo con cierta prudencia. El líder del Kremlin no criticó directamente a Milei, sino que se limitó a describir el resultado que tendría suprimir el peso y adoptar el dólar como moneda oficial según su razonamiento. De hecho, para concluir su respuesta afirmó: “Si nuestros socios toman esa decisión, están en todo su derecho. Cada país determina lo que necesita, qué hay que hacer y cómo debe hacerse”.

En esos días previos a que la ministra de Exteriores de Argentina, Diana Mondino, informara oficialmente la negativa de integrarse al BRICS, las instituciones rusas mostraban cierta cautela hacia Argentina. En los principales centros académicos del país dedicados al vínculo de Rusia con América Latina, por ejemplo, preferían no adelantar su juicio sobre la gestión del libertario. “Queremos ver qué pasa, aún es temprano”, murmuraban los expertos del prestigioso Instituto de Estudios de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia.

Esa prudencia no sorprende en absoluto. La historia del vínculo bilateral entre Rusia y Argentina ha sido, desde la perspectiva rusa y desde siempre, de un enorme pragmatismo. En los más de doscientos años de relaciones, pueden rastrearse numerosos ejemplos que confirman esta tesis; del frío acercamiento soviético con Perón que concluyó con un tiempo dorado durante la gestión peronista del ministro de Economía José Ber Gelbard, en los años 73 y 74, a que la URSS se convirtiera en el principal comprador de granos de la última dictadura argentina, sin importar que el “comunismo” fuera un enemigo declarado de la Junta Militar. Más cerca a nuestros días, se puede mencionar el caso del gobierno de Mauricio Macri, que se alineó con Washington pero no cerró el canal Russia Today en Argentina (cuya línea editorial derrochaba elogios hacia Cristina Kirchner), y recibió con honores a Putin durante el G-20 del 2018 en Buenos Aires.

Esa amplitud de entendimiento, y el ejercicio de la paciencia para que el vínculo rinda sus frutos en el tiempo es lo que explica que en Rusia la llegada de Javier Milei no genere grandes aspavientos hacia el interior del Kremlin.

El director del Instituto de Desarrollo Estatal Contemporáneo de Rusia, Dimitri Solonikov, sostiene que ese espíritu seguirá vigente durante los primeros meses del vínculo bilateral. “La proximidad ideológica no es tan importante. Es importante que los socios no emprendan acciones directas contra Rusia. Si lo hicieran, (Argentina) podría ser incluido en la lista de ‘países hostiles’ y los contactos se minimizarán, tanto a nivel político como económico”, afirma el politólogo ruso.

Un escenario así podría darse si Milei profundiza su acercamiento con Ucrania, que en vistas de la presencia de Zelenski en Buenos Aires durante su asunción, y la facilidad con que la ministra Mondino se dedica a quemar puentes, no debería descartarse. “En ese caso, Rusia podría congelar los contactos. Pero si todo se reduce al nivel de declaraciones verbales, sin medidas reales, entonces nada obstaculizará la posibilidad de una cooperación económica”, explica Solonikov.

En cualquier caso, el experto ruso cree que Milei ya ha realizado un alineamiento claro a favor de Estados Unidos, y que cualquier intento de cooperación económica (en materia de energía, cooperación nuclear o técnico-militar) “será rehén de la política”.

En esta misma línea se manifestó el director de la Comisión del Consejo de la Federación sobre Política de Información e Interacción con los Medios, Alekséi Pushkov, justo el mismo día en que la Cancillería de Argentina anunciaba su negativa de sumarse al BRICS. No de forma casual, claro.

“En un mundo en el que cada vez más países prefieren no hacer una elección inequívoca, Argentina realiza una elección a favor de Washington”, expresó el también senador, un funcionario acostumbrado a lanzar dardos diplomáticos para consumo interno. De hecho, ni el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, ni su segunda, María Zajárova, más acostumbrada a bajar línea, se han referido a Milei, o, siquiera, a la decisión del gobierno argentino sobre los BRICS.

Precisamente, el futuro del club que inicialmente integraban Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, es desde la perspectiva de Moscú, una de las opciones más alentadoras que tiene el mundo no occidental para construir poder. Un artículo del diario económico ruso Bedomosti publicó días atrás un análisis del ministerio de Agricultura del país eslavo en el que se precisa que, con la inclusión de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, la producción y el consumo de cultivos de cereales dentro del grupo quedarán casi igualados.

Un marco que, según el gobierno ruso, daría lugar a crear una “plataforma comercial propia para liquidar los granos en cualquiera de las monedas del BRICS”, además de lograr cierta incidencia en el mercado de granos al estilo de lo que sucede con la OPEC en el sector de los hidrocarburos. Una oportunidad que, lógicamente, no contempla a la Argentina de la Libertad Avanza.

 Regreso a los 90 de Argentina o de Rusia

Dentro de los pocos análisis académicos que se encuentran sobre el triunfo y el primer mes de Milei como presidente de Argentina en Rusia, sorprende que se mencione en más de una oportunidad la referencia a los años 90. Uno de los think tank más relevantes de Rusia, el Club Valdai, publicó en su web un artículo firmado por un experto ruso en América Latina, titulado: “La Argentina de Javier Milei: ¿un retorno a los (salvajes) noventa?”

“Javier Milei fue elegido presidente de Argentina después de haber presentado una plataforma de campaña que prometía la ultraliberalización de la economía, la privatización de importantes empresas estatales, el cierre del Banco Central y la dolarización de la economía. Estas políticas y sus resultados no son esencialmente nuevos para los países latinoamericanos. Experiencias similares se implementaron plenamente durante el Consenso de Washington en la década de 1990, incluso en la propia Argentina durante el gobierno de Carlos Menem”, sostiene Boris Zabolotski.

Para el experto del Club Valdai resulta llamativo que el dirigente libertario haya podido presentarse ante la sociedad y lograr una victoria “enfatizando la novedad” de las medidas aplicadas por el caudillo peronista, al tiempo que las presentaba “como la única forma de resolver la debacle económica que enfrenta Argentina desde hace décadas”. En este sentido, Zabolotski afirma que, a pesar de los resultados que mostraron las políticas aplicadas en los años 90, es evidente que “la dependencia de las estructuras neoliberales parece haber colonizado no sólo las dinámicas sociales y políticas del país, sino también la mentalidad de una fracción sustancial de la élite local”.

Dimitri Solonikov, por su parte, plantea otro regreso a los 90. El regreso a los años de Boris Yeltsin, cuando el ministro de Economía, Yegor Gaidar, llevó adelante un programa económico ultraliberal. “El objetivo no era resolver los problemas económicos del país, sino hacer imposible el regreso a la URSS. Es decir, las medidas aparentemente económicas tenían en realidad un trasfondo puramente político. Y nuevamente, el beneficiario de esta política fue Estados Unidos, que se suponía, era el garante de que el país no volviera a la vieja ideología”, asegura el Director del Instituto de Desarrollo Estatal Contemporáneo de Rusia.

“Por cierto, también en nuestro país, al principio la mayoría acogió alegremente la idea de la terapia de shock. Luego comenzaron a incrementarse las protestas masivas. En 1993, esto dio lugar a un enfrentamiento armado entre el parlamento y el presidente, y tuvo lugar una miniguerra civil”, concluye Solonikov para dejar en el aire la idea de que Argentina podría seguir el mismo derrotero.

Corolario: Los informes de la televisión

En contrapartida a la prudencia con que el gobierno ruso se expidió sobre Javier Milei, los medios de comunicación de Rusia, sobre todo la televisión, no se contuvieron en su análisis, ni le dieron mucho espacio a la mentada “luna de miel” de la que gozan los nuevos mandatarios.

El 30 de diciembre, el canal de TV Vesti, uno de los principales de la grilla nacional, presentó en horario de prime time un reportaje realizado por su corresponsal en Buenos Aires titulado: “El presidente argentino Milei podría no terminar su mandato”.

Haciéndose eco de las protestas que se produjeron tras los primeros anuncios de ajuste en Argentina, la presentadora describió a Milei como un “excéntrico” que lleva adelante una terapia de shock. El corresponsal, por su parte, relató los planes de dolarización y de privatizaciones de empresas estatales del flamante gobierno, mostró un acto de magia negra realizado contra el libertario por indígenas de Perú, y se despidió con una declaración enigmática sobre la vicepresidenta, Victoria Villarroel. 

En el legendario periódico soviético Konsomolskaya Pravda, bastaron nueve días para que abordaran el nuevo gobierno libertario de forma lapidaria. “Cómo trata Javier Milei a la Argentina con su terapia de shock: sus reformas han sido comparadas con un veneno”, se titula un artículo publicado el 19 de diciembre.

El redactor, Maxim Plotnikov, se despachó en un largo reportaje en el que asegura que la prensa argentina llama “El Loco” a Milei; los vecinos latinoamericanos están en alerta por lo que el “loco” pueda hacer, y el “ingenio local” cuenta con ironía que Milei le está sirviendo “veneno a los ciudadanos del país en un vaso alto y estrecho, para que solo se puede beber de a pequeños sorbos”.

AF/CRM

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