Fernández organizó una cena en Olivos para blindar a ministros frente al fuego amigo
En otro capítulo de la novela pública entre los Fernández, el Presidente hizo una demostración de apoyo explícito a su gabinete: el miércoles a la noche, reunió en la quinta de Olivos a sus ministros para una cena de fin de año que más allá del episodio informal del cierre del 2020 fue un mensaje político frente al repiqueteo de Cristina de Kirchner sobre un recambio del staff nacional.
“Algunos ministros hacía mucho tiempo que no se veían con Alberto. Era necesario”, confió un participante a elDiarioAR y se aventuró a una interpretación simbólica de la juntada prenavideña. “No es fácil que en los medios te den por echado todas las semanas”, señaló el funcionario con la calma que otorga no figurar en el pelotón de los que, cada tanto, alguno con demasiada frecuencia, aparecen en la ruleta de los eyectados.
Fernández fue enfático: agradeció a sus ministros y consideró que su equipo se adaptó rápido y reaccionó bien ante la irrupción de la pandemia, postura antagónica a la calificación ácida que hicieron Cristina y Máximo Kirchner.
La cita, “con Alberto de buen ánimo y buen clima entre los ministros” según precisó un asistente, había sido anticipada por elDiarioAR el miércoles a la tarde y tenía un condimento extra. Era la primera cumbre de todo el gabinete convocada por el Presidente y se produjo en un un contexto peculiar, frente a las críticas que el viernes pasado desplegó la vicepresidente.
Fue una secuencia, un hilo. El lunes, desde Río Grande, Tierra del Fuego, habló de “gratitud” hacia su equipo y 48 horas después encabezó una cena y su sobremesa de la que participaron los veintiún ministros -el jefe de gabinete y 20 ministros- más los secretarios más cercanos a Fernández: Julio Vitobello, Vilma Ibarra, Gustavo Béliz y Juan Pablo Biondi.
Ese cuarteto, la burbuja albertista, respeta roles para cada un: el ordenador de la intimidad, la custodia de la firma, el que aporta -o debería aportar- focos al margen de la coyuntura y vocero.
Fue, como había anticipado este diario, una juntada puramente ejecutiva. No hubo diputados ni senadores, ni dirigentes que no integren el staff presidencial en primera línea o, al menos, en el anillo de cercanía e intimidad.
El encuentro fue relativamente breve. Comenzó sobre las 21 y pasada la medianoche empezaron las despedidas. Fernández fue enfático: agradeció a sus ministros y consideró que el gabinete se adaptó rápido y reaccionó bien ante la irrupción de la pandemia, en una postura que parece antagónica a la calificación ácida que hicieron en público, y más en privado, Cristina y Máximo Kirchner.
No es un movimiento azaroso. Esta semana, el Presidente apagó las versiones sobre desplazamientos o renuncias en su equipo. Defendió a Marcela Losardo, la figura más castigada por la vice y el bloque cristinista, y desactivó un rumor sobre la salida de Felipe Solá de la Cancillería.
Hubo otro abrazo político a un ministro albertista que suele aparecer como blanco móvil de las trincheras K: Matías Kulfas, de Desarrollo Económico. “Alberto está conforme con Kulfas, muy conforme. Lo defiende en todas las charlas que tiene con empresarios. El problema en ese ministerio es el tema control de precios”, deslizaron desde la intimidad presidencial.
El comentario requiere una decodificación. Esa tarea está en la órbita de Paula Español, la secretaria de Comercio Interior, una dirigente que, en el árbol geneológico del Frente de Todos (FdT), figura en la familia cristinista. “El macrismo eliminó los equipos de fiscalización, casi no hay inspectores, y tiene que pedir que la ayude AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) o los intendentes”, dijo un funcionario para, en cierto modo, evitar que la defensa a Kulfas no se reconfigurara como un ataque a Español.
Dato anexo. Fernández, Santiago Cafiero, Martín Guzmán y Kulfas tienen en sus celulares una app que les permite seguir la variación de 500 precios por una conexión online con las principales cadenas de supermercados.
Repliegue
El fenómeno particular es que el Presidente, según cuentan a su lado, entiende que es necesario revitalizar su gabinete luego de un año de gestión que estuvo cruzado por una contingencia monumental: la pandemia. Y que frente a los reclamos de su vice, en vez de precipitar los retoques en su staff, se repliega.
“Lo que hace Cristina es contraproducente”, le dijo un operador presidencial a elDiarioAR. Lamentó que la intervención de la vice pueda tener como efecto que se demoren recambios que Fernández tiene en su menú de decisiones. Este miércoles al mediodía, en una charla informal que tuvo con periodistas en Casa Rosada, el Presidente dijo que está bien con su gabinete.
El dato que emite Olivos es que la columna vertebral del gabinete no tendrá retoques, y ello abarca a Santiago Cafiero, Guzmán, Eduardo “Wado” De Pedro, Gabriel Katopodis y Ginés González García, a pesar de objeciones que caen sobre el ministro de Salud por el manejo de la pandemia y el rol que adquirió Carla Vizzotti. Para González García se proyecta una salida electoral o diplomática a mediados de año, algo que quienes conocen al ministro dicen que no le simpatiza.
Fuego amigo sobre Sabina Frederic, la responsable de Seguridad, fue desactivado por el propio Fernández, que toma a su funcionaria como una contracara, o complemento, de lo que hace Sergio Berni en la provincia de Buenos Aires. “¿El modelo Berni sirvió para conducir a la Bonaerense? No”, observó, en una defensa lateral de Frederic, una fuente oficial.
La cena en Olivos se planeó, además, como una instancia de convivencia entre ministros: Fernández no es fan de las reuniones de gabinete y la pandemia redujo esos vínculos. “Hay ministros que hace tiempo no se ven mano a mano con Alberto”, aseguran en Casa Rosada, en una autocrítica sobre los modos presidenciales.
PI
Esta nota se republicó el viernes a las 17:13 horas con nueva información sobre la reunión, luego de su realización.
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