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Congreso
Cambios al sistema electoral

Boleta única: en el Senado hablan de empate, y así no hay ley

Los senadores Juan Carlos Pagotto (La Libertad Avanza-La Rioja) y Edgardo Kueider (Unidad Federal-Entre Ríos), presidentes de las comisiones de Justicia y Asuntos Penales y de Asuntos Constitucionales, respectivamente.

Juan José Domínguez

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Si se abre el recinto, es porque el oficialismo tiene los votos. Si no se abre, es porque no están. Es regla en el Congreso. El reciente caso de la boleta única en el Senado quizás la confirme.

El miércoles de esta semana se firmaron dos dictámenes de comisiones sobre boleta única, el instrumento llamado a reemplazar a la tradicional boleta partidaria, con que los argentinos elegimos presidente y demás cargos nacionales desde siempre.

El dictamen de mayoría, sólo por una firma más —la del peronista no kirchnerista Edgardo Kueider, de Entre Ríos—, es el que confirma la media sanción de Diputados de junio de 2022, sin cambiarle una coma, y lo impulsan La Libertad Avanza y sus aliados, la UCR y el PRO, entre otros espacios.

El dictamen de minoría, que suscriben Unión por la Patria y la senadora Mónica Silva, de Juntos Somos Río Negro, también propone la boleta única pero con un texto diferente del ya sancionado. Esto significa que, de aprobarse en sesión del Senado, el expediente debería volver a la Cámara baja. Es decir que se estirarían los plazos del trámite y de la ley, anhelada por el gobierno de Javier Milei, por lo que supo ser Juntos por el Cambio y por la vicepresidenta, Victoria Villarruel.

¿Qué diferencia al dictamen de mayoría del de minoría? Que el de mayoría establece una boleta única al estilo cordobés: un solo papel con toda la oferta electoral y con la posibilidad de marcar con lápiz un casillero para votar a un espacio político para todas las categorías. El de minoría, en cambio, propone una boleta única similar a la santafesina; es decir que a cada elector se le entrega una boleta por cada cargo electivo. Por ejemplo, el votante recibe una boleta con todos los candidatos a presidente de la Nación; otra, con todos los candidatos a diputados nacionales, y otra, con todos los candidatos a senadores nacionales. Y marca su decisión con lápiz.

Sin embargo, el peronismo —pese a haberse sumado a los cambios “a la santafesina” propuestos por la senadora Silva— no está para nada interesado en que se sancione nada que vaya a reemplazar al actual instrumento, la tradicional boleta partidaria, la misma que desde siempre se encuentra por fajos en los cuartos oscuros el día de la votación y en la que se encuentra toda la oferta electoral de un solo espacio político.

El número mágico (y por ahora imposible): 37

Como se trata de una iniciativa de índole electoral, la Constitución manda que para su aprobación se requiere la mayoría absoluta de los miembros del cuerpo. Es decir, 37 de los 72 senadores, la mitad más uno de la cámara.

El peronismo y Silva suman 34, y a ellos —subrayan en Unión por la Patria— se les suman los dos senadores del Frente Renovador de la Concordia, el partido que gobierna Misiones y que lidera Carlos Rovira. La suma da 36.

Del lado del oficialismo, entonces, quedarían los restantes 36. Es decir que habría un virtual empate. Un empate no sirve para nada, porque por ser electoral, como se dijo, se necesitan 37, sí o sí.

En el peronismo, por eso, celebran la firma de dos dictámenes con tan solo una firma de diferencia como si fuera un triunfo propio, porque entienden que el oficialismo —más precisamente la vicepresidenta Villarruel— buscaba anotarse un triunfo político-legislativo convirtiendo en ley la boleta única.

Un segundo triunfo político-legislativo, más bien, si se cuenta la mayoría que armó en la sesión preparatoria para la elección de autoridades del cuerpo y que le permitió relegar al peronismo de la conducción de la cámara así como de las presidencias de las comisiones, que se las repartieron entre LLA, la UCR y el PRO.

De hecho, el entrerriano Kueider —que no integra Unión por la Patria sino el bloque Unidad Federal junto con el correntino Carlos “Camau” Espínola y la cordobesa Alejandra Vigo; todos, peronistas no kirchneristas— terminó “desempatando” la firma de dictámenes a favor de la media sanción sin cambios, aunque se le atribuye preferencia por el modelo santafesino.

A la firma a regañadientes de Kueider se le suma la firma en disidencia de la neuquina Lucila Crexell. Es resumen: un dictamen que llegó a ser de mayoría metiéndose por la claraboya.

“Creían que tenían asegurados los votos y resulta que algunos partidos provinciales no les conviene la boleta única tal como vino de Diputados, con ese modelo cordobés, porque prefieren ir con el modelo santafesino, urna por urna, categoría por categoría”, dijo a elDiarioAR un senador de Unión por la Patria.

“Estamos de 36 a 36”, dijo y explicó que en este caso el desempate de la vicepresidenta no podría contar jamás como voto porque la Constitución pide al menos la mitad más uno de los miembros de la cámara, de la que Villarruel no es integrante. Además, si el tablero marca 36 no hay desempate posible, porque se necesitan 37.

Quedaron en una situación muy complicada”, evaluó el senador peronista respecto del oficialismo.

Posible desenlace para no dejar caer la boleta única

De este modo, la boleta única parecería haber entrado en un impasse para los planes del oficialismo y del otrora Juntos por el Cambio de avanzar en su sanción. Destrabar la aprobación tal cual vino de diputados ahora depende de que se den vuelta algunas voluntades que estarían del lado de Unión por la Patria, lo que parece improbable.

Otro desenlace posible es que se decida avanzar con el modelo santafesino, en cuyo caso el expediente debería volver a la Cámara de Diputados. Es, quizás, la única opción que le queda al gobierno, al radicalismo y al PRO de salvar la boleta única. Pero ese ida y vuelta entre las cámaras del Congreso nunca le gusta a nadie en política, porque huele a naufragio.

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