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Para el gobierno, la crisis de Olivos dañó la imagen de Fernández pero no tendrá impacto electoral

Alberto Fernández

Pablo Ibáñez

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“Herminio Iglesias quemó el cajón para confirmar que el peronismo ya había perdido”. La frase figura, textual, en las memorias del mítico consultor Julio Aurelio pero en estos días adquirió una actualidad pasmosa para el PJ, enredado en metabolizar el impacto político del affarie, con foto y videos, del cumpleaños de la primera dama Fabiola Yañez en Olivos en julio de 2020, durante la cuarentena estricta.

En Memorias de un Sociólogo Político, Aurelio cuenta que antes de la elección de 1983 hizo una encuesta que vaticinó, con gran exactitud, la victoria de Raúl Alfonsín sobre Ítalo Luder. Esa medición refuta una creencia todavía generalizada de que la elección la definió la quema del cajón con los símbolos de la UCR por parte del entonces candidato a gobernador bonaerense del PJ, durante el acto de cierre de campaña.

El registro histórico marida con la crisis de Olivos porque la obsesión oficial gira en torno a determinar qué efecto tendrá el episodio en las urnas el 12 de septiembre próximo y si, frente a un escenario indeseado para el Frente de Todos (FdT), es decir una derrota o una victoria muy ajustada, el chivo expiatorio electoral será el festejo en la quinta de Olivos o, si se aplicara la misma lógica del 1983, el resultado -sea cual fuere- estaba definido, punto más o punto menos, antes de que estalle, el 11 de agosto, el escándalo del festejo de Alberto Fernández y su pareja.

En Casa Rosada, esforzados por bajar la persiana a la crisis, dan por hecho que el episodio no tendrá impacto electoral. Mencionan sondeos que reflejan que la intención de voto no se modificó luego de la difusión de las imágenes. Admiten, sin embargo, que el hecho resintió la imagen presidencial.

“Hay un porcentaje de votos que nos acompañaron en el 2019 que ya no nos acompañan pero no es por la foto, viene de antes, por la pandemia o por desencanto”, confió un funcionario que integra la mesa de campaña del FdT. No cuantifica esa fuga de votos, que considera previa al escándalo, con lo que se acerca a la anécdota del cajón de Herminio: la sangría de votos del gobierno es anterior.

Una medición de D´Alessio IROL y Berensztein, que publicó el diario La Nación, indica que 24% de los que votaron al FdT en el 2019 afirma que el episodio Olivos influirá “seguramente o probablemente” en su voto. En el escenario bonaerense eso se traduce en 12 puntos sobre los el 52% que obtuvo en la provincia hace dos años. Luego del cierre, el manual que se repartió entre los candidatos bonaerenses, ya advertía sobre pérdida de entre 10 y 15 puntos respecto al 2019.

Un consultor que suele medir para el gobierno advierte que la caída en la valoración personal de Fernández ronda el 6% y que en algunos territorios llega a 12 puntos. Aunque entiende que el episodio no será inocuo en términos electorales, sus sondeos reflejan que la variación en intención de votos no fue, todavía, sustancial. Otro encuestador también detecta una caída de la imagen de Fernández pero no observa un cambio brusco en la ecuación electoral. Los dos consultores estiman que en la provincia de Buenos Aires el FdT sigue arriba con un margen que ronda los 5 puntos. “A fin del año pasado era 10, hace un mes era 7, ahora está un poco más abajo”, completa una de las fuentes. Y agrega una lectura: aunque pueda herir al oficialismo, la crisis no redunda en una mejora de Juntos por el Cambio (JxC).

Hay, sin embargo, un plan de contingencia en proceso que empezó a instalarse hace dos semanas y apunta a explicar el resultado. “Ganar la elección es ganar por un punto o por un voto”, dice un operador del PJ que ensaya una interpretación del score del 12-S, y sostiene que la elección se debe comparar con la de primaria del 2017 cuando Unidad Ciudadana sacó 34 y el Frente Renovador de Sergio Massa algo más de 15. Eso, dicen en el FdT, define el piso y el techo.

Climas y tensiones

El miércoles a la tarde, a ciegas, Alberto Fernández recorrió un vacunatorio en el centro de La Plata. Ocurrió post foto pero antes del video, y fue un ensayo riesgoso para sondear el efecto de la crisis de Olivos. En ese focus group cara a cara, el presidente caminó entre vacunados y vacunados con el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Salud bonaerense Nicolás Krepak, sin toparse con reproches ni insultos. La recorrida, quizá sobre interpretado, se invocó para potenciar la tesis que abrazan en la cima del gobierno: que el affaire del cumpleaños de la primera dama empezó a apagarse y no tendrá, al fin, impacto electoral.

Es el antídoto que invoca en el Frente de Todos para dar por hecho que la crisis se encapsuló y para abordar un dato que circula hace días y que apunta que la crisis generó tensión y malestar en la tropa propia, lo que explica la saga de actos, tuits y mensajes que entre el sábado y el miércoles mostraron el respaldo del kirchnerismo a Fernández. Un funcionario que tomó como ejercicio hablar con intendentes y dirigentes, recogió un estado de shock entre los propios que, dijo, empezó a moderarse con los días.

Este sábado hubo un encuentro entre los encargados de campaña de CABA y, según relató un funcionario, se contó con sorpresa que en las mesas instaladas en la ciudad “no había puteadas por la foto”. En el gobierno lo vinculan con otro factor, ligado a la apatía que detectan en torno a la elección referida a baja concurrencia, alto voto en blanco y migración a expresiones periféricas como los libertarios de Javier Milei.

PI

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